‘El expediente. Una historia personal’, de Timothy Garton Ash
Barlin Libros, 2019
Conjeturen sobre las conmociones internas y las penurias consuetudinarias de un inoffizielle estado de sitio, prolongado durante cuatro gélidas décadas en el ventrículo diestro de Europa Central y bajo el acuerdo de cooperación militar del Pacto de Varsovia.
Procuren imaginar a dieciseis millones de habitantes transitando dentro de su convulsa e histórica línea fronteriza, bajo la consabida e injerente custodia de más de 90.000 empleados oficiales y la espeluznante cifra de 180.000 informadores, cuya tarea escrutadora se cierne sobre los sótanos de la moral de los individuos, en pro de un incólume dirigismo ético y político de carácter totalitario.
Elucubren acerca del rictus cotidiano y ceniciento pulverizado como una combustión estequiométrica (neutra, exacta y únicamente factible en laboratorio) que penetra, tóxica, en los alveolos de la razón, ya sojuzgada, y se extiende hasta el infranqueable hormigón armado del Berliner Mauer, que atraviesa, glacial y kilométrico, el crispado devenir de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, hasta un exotérmico y culminante noviembre de 1989: nos encontramos, indubitablemente, en la República Democrática Alemana.
De este modo, la editorial valenciana Barlin Libros –sello de sobresalientes propósitos, cuyo leitmotiv, postulado por su director Alberto Haller, determina que “para captar todos los matices de nuestra realidad presente, cabe zambullirse en ella no solo desde el ahora, sino indagar bajo las capas y los entresijos de un pasado que nos sugiere, advierte y afecta”– nos conduce a aquellos predios de la mano del historiador y periodista británico Timothy Garton Ash (Londres, 1955), reeditando su conspicuo título ‘El expediente. Una historia personal’, cumplidos veinte años de su primera incursión en el mapa editorial en lengua castellana, bajo el sello de Tusquets, y erigido en una descatalogada rareza de lance hasta la presente primavera. Oportuno anticipo, sin duda, de las conmemoraciones por el treinta aniversario del die Wende (‘El cambio’) o caída del Muro de Berlín.
‘El expediente. Una historia personal’ implica, tal y como indica el subtítulo, adentrarnos en el ubicuo y metódico devenir biográfico de Garton Ash durante la última década de la RDA, los albores de la Deutsche Wiedervereinigung (Reunificación Alemana) y la apertura de los expedientes y archivos secretos del Ministerio para la Seguridad del Estado –órgano de inteligencia de Alemania Oriental, popular y truculentamente conocido como Stasi–; episodios mayúsculos experimentados en primera persona por el acreditado historiador, que suponen un valiosísimo manuscrito de las singularidades políticas (y sus ineludibles consecuencias sociales) de una de las épocas más notablemente documentadas desde sus entrañas oficiales, a las que el escritor londinense procura contrarrestar con el laico testimonio de su investigación.
A lo largo de los quince capítulos que formulan ‘El expediente’, Timothy Garton Ash evoluciona desde su llegada a Berlín Oeste, a finales de los años 70, y su incipiente incursión en el Berlín Oriental en calidad de estudiante universitario, con el propósito, a la postre efímero, de documentar los vestigios de la resistencia al nazismo –“Entre los fantasmas de la Alemania secreta yo buscaba la respuesta a una pregunta personal. ¿Qué es lo que hace que una persona sea un luchador de la resistencia y otra fiel servidor de una dictadura? (…) Hoy en día, después de muchos años de estudio, y después de conocer personalmente a muchos resistentes y a muchos servidores de dictaduras, sigo buscando la respuesta”–.
Un desarrollo alumbrado al atesorar en sus manos el expediente ‘OPK.Akte, MfS, XV2889/81’, sumario que le certifica haber sido investigado por la Stasi durante sus consecutivas visitas y residencia intermitente en la República Democrática Alemana, en tanto que “a mí me habían incluido en la categoría 5: ‘Personas que ejecutan misiones de carácter subversivo contra los estados de la comunidad socialista para servicios de inteligencia hostiles, centros de desviacionismo político-ideológico, sionistas, emigrados hostiles, clericales y demás organizaciones’” –razón primera y elemento motriz que posibilita su ulterior revisitación de los hechos y el reencuentro con alguno de los personajes que pueblan, bajo pseudómino, la meticulosa nómina de los Inoffizieller Mitarbeiter (IM) (colaboradores no oficiales de la Stasi)–.
Las tres décadas que nos preceden han portado consigo numerosas y diversas incursiones literarias, ensayísticas o cinematográficas por el mapa capital de la ciudad berlinesa a ambos lados del muro. Debo citar algunas publicaciones en las que un servidor ha tenido ocasión de adentrarse, como ‘Zona de tránsito’, de Julia Franck, ‘La torre’, de Uwe Tellkamp, o ‘El muro de Berlín’, de Frederick Taylor; o filmes y documentales, compartidos de un modo unánime por aquellos inquietos en la materia, como ‘Contra el muro’ y ‘La familia’, de Stefan Weinert, ‘El cielo sobre Berlín’, de Wim Wenders, ‘Al otro lado del muro’, de Christian Schwochow, ‘Bárbara’, de Christian Petzold, y, por supuesto, ‘Good Bye, Lenin!’, de Wolfgang Becker, y ‘La vida de los otros’, de Florian Henckel von Donnersmarck, amén de otros títulos reseñables y las adaptaciones de las novelas de John le Carré, más ajustadas a otros géneros cinematográficos y objeto de una aproximación diversa a la presente.
Sin embargo, son varios los elementos en lid que convierten a ‘El expediente. Una historia personal’ en un documento excepcional. En primer lugar, el carácter metódico de Garton Ash, cuya idiosincrasia académica le hubieron conducido a redactar un pulcro diario personal de su periplo postuniversitario en la RDA, lo que permite al escritor comparar la aséptica pormenorización de detalles mecanografiados en los informes de vigilancia –“Y yo permanezco ahí sentado, frente a la mesa de formica, maravillado ante esta reconstrucción minucionsamente detallada de un día de mi vida, y ante el estilo, que me recuerda una redacción escolar: nunca una frase sin verbo (…)”– y el sucesivo testimonio de los diversos individuos con los que hubo interactuado –revelados, finalmente, en cooperantes de la Stasi–, con el contenido conversacional registrado en su cuaderno de bitácora.
En segundo y excelso término, la determinación del historiador británico por edificar una reconstrucción de los hechos –“averiguar, registrar y reflexionar”–, procurando tomar contacto, más de una década después, con aquellos colaboradores que figuran en su archivo, situando a estos IM ante el turbio espejo de su reciente pasado, aún en pleno cénit de la apertura de expedientes a través de la Junta Gauck –oficialmente Comisionado Federal para la Documentación del Servicio de Seguridad del Estado de la antigua República Democrática Alemana o Comisionado Federal para los Archivos de la Stasi– y sus impopulares y devastadoras consecuencias para quienes figuran en ellos.
Garton Ash interpela, matiza y equilibra los hechos con la prosodia emocional y la memoria de sus interlocutores; se reafirma en sus primeras impresiones o dubita y empatiza, en algunos casos. Así, “lo que descubres aquí, en los expedientes, es cuán profundamente se ve influida nuestra conducta por las circunstancias (…) Lo que encuentras no es tanto malicia como debilidad humana: una vasta antología de las debilidades humanas. Y cuando hablas con los implicados, lo que descubres no es tanto una deliberada falta de honestidad como la capacidad infinita que tenemos para engañarnos a nosotros mismos”.
Y, sin embargo, “el pasado nunca es totalmente pasado. Años después, algún suceso medio olvidado, algo que hiciste cuando eras joven, irrumpe de nuevo en tu vida. Quizás en algún lugar esté tu propio hijo, criándose con otro que no es su padre. O un expediente que también va creciendo, y tú sin saberlo…”.
Jose Ramón Alarcón
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