Vida oculta (Título original: A hidden life)
Director: Terrence Malick
Reparto: August Diehl, Valerie Pachner…
Se estrenó el pasado 7 de febrero y no creo que dure mucho más en la cartelera actual a pesar de tener una calidad cinéfila infinitamente superior a esa media donde impera mucha morralla comercial que aporta bien poco al séptimo arte. Así que todo aquel que aprecie el buen cine en pantalla gigante debería ser raudo y veloz en visionarla.
De “Vida oculta” decir en primer lugar que había que verla sí o sí por tratarse del director Terrence Malick. La puesta en escena y la belleza de la fotografía eran motivos, a priori, suficientes en una filmografía que cuenta con emblemáticos títulos como “Malas tierras”, “La delgada línea roja”, “El árbol de la vida”…
En esta ocasión el cineasta tejano ha basado su argumento en hechos reales, los de un labriego austriaco que en el 2007 acabó reconocido como mártir católico por negarse a colaborar con los nazis debido a cuestiones de fe en los tiempos en que su país fue anexionado al III Reich y Hitler era tratado casi como un mesías.
Destacar pues que los cimientos y la esencia de esta “A hidden life” residen claramente en la conciencia del campesino Franz —con un más que sobresaliente August Diehl en ese papel— y en su negativa a rendir culto y fidelidad a alguien impuesto por otro pueblo que, desde su moralidad, estaba suplantando a Dios. A partir de esa mirada y de ese posicionamiento comienza un proceso que le lleva a ser encarcelado.
A nivel general se podría decir que uno de los aspectos más interesantes de esta película reside en el minucioso tratamiento evolutivo de esa conciencia, permitiendo al espectador alojarse en ella y comprender —o al menos aceptar— cada una de sus respuestas, priorizando el sacrificio y la dignidad personal aunque repercuta negativamente en su persona o en su familia.
Pero la peli de Malick va más allá de la mera objeción de conciencia cuando profundiza en la insumisión, al negarse a realizar gestos simbólicos y prestaciones sociales sustitutorias. Es en esa deriva cuando se produce la gran recepción de críticas desde su entorno más próximo por un supuesto talante egoísta e insolidario que no entiende motivos para eximirle de responsabilidades sociales, en este caso obligaciones militares. Y es ahí también cuando el amor y la fidelidad de su esposa emergen por encima de cualquier adversidad.
Paralelamente a todo ello se confirma la belleza de las imágenes dotando de deslumbrante esplendor y relevancia al campo, al cielo, a las montañas, a los ríos… y en definitiva a la madre naturaleza con voces en off, pasajes lentos y solemnes o pequeños grandes detalles de vida cotidiana repletos de lírica visual. Por todo ello y por mucho más absténganse de esta especie de vía crucis aquellos que necesiten un cine acelerado y más acorde a los estresantes tiempos en que vivimos. Para el resto, para los que todavía no lo hayan hecho, disfruten de ella una minoría selecta.
Juanjo Mestre