‘Arte en los tiempos de la pandemia. Parte 2: El encierro’
Xavier Monsalvatje, Chingsum Jessye Luk, Alberto Gil Casedas y Ana H. del amo
SET Espai D’Art |Plataforma Artsy y Dropbox
Hasta el 30 de mayo de 2020
En la primera parte de ‘Arte en los tiempos de la pandemia. Parte 1: El viaje’ se podía observar la manera en que, gracias al cambio de paradigma, a una serie de obras realizadas en el pasado se les había dotado de un nuevo significado, una nueva iconología centrada en la actualidad atenazante. En Razonar el viaje recorríamos cómo se asumía ese viaje, su imposibilidad o la ansiada libertad del vuelo de un ave…
A pesar de que ya parece que se empiezan a vislumbrar otras posibilidades, de que se habla de esa “nueva normalidad” que no podría parecernos más ajena, el sector cultural no hace más que pensar en otras nuevas probabilidades y otras tantas eventualidades que nos permitan, como siempre, mantenernos a flote. Entre todo este caos, los artistas, sin poder parar de producir en una situación crucial llena de llamadas a la introspección y rodeados de una soledad forzada, continúan generando en sus discursos nuevas perspectivas y desarrollando otras ya acertadamente planteadas. Esta muestra online, por tanto, recoge obras inéditas –creadas en las condiciones sin precedentes del confinamiento no voluntario– de cuatro artistas representados por la galería SET Espai d’Art y que pueden disfrutarse íntegramente en el espacio Dropbox y en la plataforma Artsy.
Con la visión, ya de por sí aventajada, que suele caracterizar sus dibujos, Xavier Monsalvatje observó que era el momento perfecto para añadir algunas piezas cerámicas a su proyecto ‘En Peligro Permanente’, un trabajo que comenzó hace mucho y donde la figura humana casi desaparece bajo la ciudad dibujada, industrial sin duda, y cuyas maquinales estructuras se alargan dotando de holgura a todo su potente discurso crítico. Los protagonistas, esos personajes con máscaras de gas, anónimos por su atuendo y que se antojaban casi cómicos, son ahora parte de la coyuntura. En cinco platos de loza Monsalvatje plasma la iconicidad que rige durante el confinamiento, y cuyo uso del pigmento negro construye una realidad sobre la que objetar.
Sin duda alguna, se cuestiona, en este momento, la ligazón con el espacio que ocupamos y, de manera derivada, también el uso de objetos y víveres cotidianos. El proyecto ‘08025’, de Alberto Gil Casedas, nos sitúa en esos espacios temporales vacuos, entre tareas hogareñas y breves salidas, que forman parte de la experiencia. Así, realiza una serie titulada ’16,9m2. Superficie hábil de confinamiento’, donde reproduce, con el protagonismo de su característico y homogéneo tono blanco, una suerte de cuadrados que suscitan la inevitable prolongación de las baldosas de una casa. Además, descontextualiza, cataloga y computa su día a día a través de los comestibles clasificados como primera necesidad durante el estado de alarma. A través de la plasmación del alimento en un material no caduco y también mediante la exposición de materiales adjuntos a los mismos, Gil Casedas nos envuelve en la posterior cavilación, en la huella de lo actual, todo ello enmarcado en el vacio, en el error y en el absurdo que envuelve su obra.
Para Ana H. Del Amo el encierro ha derivado en el escollo físico de no poder asistir a su estudio para continuar con su trabajo escultórico, por lo que realiza una actividad regresiva de vuelta a los orígenes de la pintura, la línea, y a la breve mancha de color. El recogimiento de la artista impregna al papel de conceptos que plasman la funcionalidad contraria: evasión y fluidez. El contraste generado entre los mayoritarios tonos cálidos y la fuerza de la línea fría –esta última como si de interrupciones a la realidad se trataran–, parece narrar la observación de lo cotidiano, lo constante que se ve alterado, sin aviso, por algún atisbo de ocasión idónea para dotar a la composición de un ritmo animoso diferente. También es el período del día y las constantes e insignificantes interrupciones (o la falta de ellas) lo que inspira a Chingsum Jessye Luk en su estudio de París. Continúa con su producción característica explorando temas como el devenir del tiempo, desde la subjetividad y la repetición, y pone en valor la pieza artística a través de la acción como medio y coartada. Así, se vislumbra, de nuevo, la recolección de esos objetos cotidianos que nos acompañan, la observación de la luz y de las horas, la restricción del movimiento o la falta de material para el trabajo. Un conjunto que forma parte de la casuística introspectiva y de la entropía social a la que nos enfrentamos.
En este ejercicio de reflexión sobre la soledad y el trabajo individual en el arte, las obras presentadas no tratan de ensalzar el individualismo alejado del contexto, ni rebatir las prácticas colectivas, sino que resalta la necesidad de momentos de clausura y de meditación interior. El estudio, la habitación, la ventana o, incluso, la cocina, se tornan estos días en ese espacio autoprotegido que Louise Bourgeois –en su colección de escritos y entrevistas ‘The Destruction of the Father: Writings and Interviews, 1923-1997′ (1998)– denominaba “la guarida”, un lugar donde “el temor a ser atrapado se ha convertido en deseo de atrapar a otros”.
María Ramis.
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