‘La pandemia del neoliberalismo y Europa’ (9 de junio)
‘València Thinks Global. Imaginem el futur’
Encuentro online con los filósofos José Luis Villacañas, Nuria Sánchez y Luis Alegre. Moderado por Antonio Ariño
Centre Cultural La Nau Digital
Lunes 15 de junio de 2020
El sociólogo Jesús Ibáñez supo ver, a finales de los 70, la diferencia que había entre el capitalismo de producción, en el que el sujeto y las huellas que imprime a las cosas son barridos, con el fin de que los trabajos y los productos sean meramente intercambiables, y otro capitalismo de consumo, en el que “los hombres y las cosas son átomos insignificantes que se acoplan a los terminales del capital”, valiendo precisamente por esa “disponibilidad y capacidad de acoplamiento”. El neoliberalismo vendría a ser una vuelta de tuerca más a ese acoplamiento, con el beneplácito de un sujeto consumidor que olvida su inalienable libertad para caer en brazos de Morfeo, por simplificar, el dios del sueño.
No es que el capitalismo, y su neoliberalismo posmoderno, sea pernicioso por ese carácter alienante, que ya se dio, y de qué manera, en los regímenes comunistas, sino por su capacidad para llevar al extremo la deshumanización del sujeto, convertido en un objeto más de tan vasta maquinaria industrial y tecnológica. Para hablar de sus peligros y de sus grietas, quién sabe si abiertas de par en par como consecuencia de la pandemia por el coronavirus, La Nau de la Universitat de Valéncia reunió en un encuentro online a los filósofos José Luis Villacañas, cuyo último libro ‘Neoliberalismo como teología política’ (Ned Ediciones) sirvió de telón de fondo de la conversación, Nuria Sánchez y Luis Alegre, bajo el sugerente título de ‘La pandemia del neoliberalismo y Europa’.
¿Por qué el neoliberalismo es una teología política? Porque, empezó diciendo Villacañas, “ofrece a los gobernados una gama de valores que es estrictamente idéntica a los valores de los gobernantes, ofreciendo una estructura de legitimidad. Como toda teología política tiene que estar en condiciones de interiorizar en el seno de los ciudadanos un esquema existencial que podamos considerar como comunidad de salvación”. Lo cual asoció con cierta conciencia de culpa que hace que quien no se adapte a este sistema neoliberal “no es por ningún tipo de razón que pudiera ser superada, sino exclusivamente por su culpabilidad, de manera que las vidas desdichadas o frustradas aparecen como un hecho originario, que no tiene que ser explicado adicionalmente, sino que depende de la propia mala gestión de la vida de quien ha fracasado”.
Como toda teología política, prosiguió Villacañas, “el neoliberalismo tiene necesidad de un otro trascendente, una dimensión sacrificial”, siendo ese otro trascendente “el proceso de acumulación capitalista”. ¿Cuál es la novedad de este sistema?, se preguntó el también autor de ‘Populismo’: “Que no tiene fisura, de manera que la razón instrumental de la economía, que hasta ahora era un simple medio, se convierte en un fin absoluto. Y esto condiciona la vida social de dos maneras: si no te has capitalizado, no puedes entrar en las esferas de acción, y si algo no puede favorecer la acumulación, deja de existir. Por ejemplo: si la sanidad no puede ser atendida por procesos de capitalización, no tienes derecho a la sanidad. Esto significa un estrechamiento de la vida social de índole extraordinariamente novedosa”.
Nuria Sánchez señaló una de las grandes características de este neoliberalismo asimilado por el sujeto como parte natural de su psique: “La ética sacrificial se ha transformado en la ética del sujeto empresario de sí mismo”. Luis Alegre fue un poco más lejos: “El neoliberalismo nos ha robado el alma y lo ha sustituido por una especie de motor mecánico del homo economicus. Y una vez operada esta transformación no se aviene a diálogo”, porque “allí donde cada uno de los individuos nos hemos convertido en una especie de computadora de cálculo maximizador del propio beneficio, ya no hay propiamente diálogo en una dimensión política”.
Según Villacañas, “los límites del neoliberalismo no van a ser automáticos, porque la reactivación del mundo de la vida por la técnica nos puede llevar a mundos virtuales, que pueden evadir los límites medioambientales y, sin embargo, dar lugar a transformaciones ingentes del mundo de la vida que sigan manteniendo las premisas neoliberales, en tanto favorecen el aislamiento, los modos de vida mediados por la técnica, y el principio del placer. O hay militancia contra el liberalismo o los límites de éste pueden ir ampliándose indefinidamente”.
El neoliberalismo, explicó Sánchez, genera crisis de manera regular y cíclica: “Y la crisis es ese momento de verdad en el que la población se filtra a sí misma: miras en tu interior y te culpabilizas, y consideras que algo has hecho mal en tu plan vital. Pero el neoliberalismo ante la pandemia, cuando la alternativa es la vida o la muerte, recibe una conmoción importante, para la que parece que no tiene cobertura”.
Un mundo de la vida que está bien ordenado desde el punto de vista de la libertad, aseguró Villacañas, genera intensidad de experiencia y variaciones no programadas. Pero esa intensidad de la experiencia, subrayó, “se queda opacada cuando tu forma convencional de relacionarte con el mundo es a través de las dimensiones virtuales”. “Cualquiera que haya estado viviendo bajo el supuesto de que los cuerpos están gozando o están sufriendo, para él es imprescindible regresar al mundo de la presencialidad, sobre todo cuando vemos que solo sobre una vida construida, sobre una práctica de virtualidad, de distanciamiento, de inhibición del cuerpo, cabe pensar que un policía puede tener la rodilla en el cuello de alguien durante nueve minutos. Esta dimensión de insensibilidad del cuerpo, solo se explica desde esta dimensión de virtualidad”, agregó.
Alegre citó al escritor Oscar Wilde, para referirse a la vida como una obra de arte, lo cual “es, obviamente, todo lo contrario de vivirla como un libro de contabilidad”.
“El espectáculo al que hemos asistido, de abandono de tantas personas en residencias, va introduciendo en el psiquismo social el hecho de que tú te puedes permitir tener un padre o una madre de 80 o 90 años, cuando lo puedes pagar o cuando la Consejería de Sanidad lo puede pagar, y cuando no, pues te quedas sin ellos. Y ese mensaje lo han recibido muchas familias. Y están reaccionando tardíamente, después de que se haya producido el golpe”, resaltó Sánchez.
Villacañas se refirió a la sociedad civil que en el fondo, subrayó, “sigue siendo una estructura afín al neoliberalismo, porque es el momento en que unos pierden y otros ganan y eso siempre ha sido la sociedad civil, incluso para Marx. Pero tenemos que encontrar un principio económico que no implique que unos pierden y otros ganan. Lo que ha demostrado la pandemia es que la vida no es así, sino que cuanto más vida pones en algo, más vida produces, más vidas salvas”. Alegre aludió a ese carácter mercantil de la democracia como una de sus principales amenazas. “Al ciudadano le corresponde un concepto de libertad que no es el mismo que el que le corresponde al de consumidor. La ciudadanía ha quedado disuelta a favor de la condición de consumidor, incluso de opciones políticas. También se han roto las relaciones intergeneracionales.
“Se participa en el consumo cuando se entra en un mundo de la vida tecnificado y se entra sin darse cuenta, por eso es tan peligroso. Cuando ves a chicos muy pequeños con su ipad, entran en eso con la vida y depende mucho de los padres que se haga de un modo controlado. Tenemos la sospecha de que la relación del neoliberalismo con la democracia era meramente instrumental y en cierto modo cínica”, señaló Villacañas, “La fanatización de la vida política lleva consigo la apolitización de la inmensa mayoría de los ciudadanos, esto es, lleva consigo una concentración del interés político en los fanáticos. Y la gente medianamente bien dispuesta a una vida común normalizada sale y abandona la escena. Y esto es algo que no debemos permitir; debemos disputarle el espacio político al neoliberalismo”, concluyó.
Salva Torres
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