‘El ángel de Múnich’, de Fabio Massimi
Editorial Alfaguara
Thriller histórico
Domingo 16 de agosto de 2020
Enfrentarse al mismísimo Adolf Hitler en tu dormitorio o en el salón provoca un inquietante escalofrío. Aunque se trate de un personaje de novela que expresa su aflicción por la muerte de un ser querido, tienes la impresión de que te atraviesa con su mirada magnética. Si sigues leyendo, te tropiezas con otros miembros de su esfera más íntima, desde su chófer y ama de llaves, a los jerarcas del partido nacionalsocialista. Todos ellos giran en torno a la auténtica protagonista, invisible porque ya está muerta: Ángela María Raubal, Geli, la sobrina de Hitler.
Desvelar el misterio que rodea su muerte es el objetivo de ‘El ángel de Múnich’ (Alfaguara) de Fabiano Massimi, licenciado en Filosofía por la Universidad de Bolonia, articulista y consultor de importantes editoriales. Tras un minucioso proceso de documentación Massimi responde al reto con osadía combinando los hechos históricos con su imaginación. En esta ficción cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia sino fruto de una meditada decisión.
¿Quién fue esa Geli cuya muerte causó en su día tanto revuelo? Nacida en 1908, en la ciudad austriaca de Linz, era hija de una hermanastra de Hitler, una joven vital y simpática que seducía a todo el mundo, estudiaba Medicina, amaba la música y se dirigía al emergente líder como ‘Querido tío Alf’. Desde la adolescencia vivía con el dirigente nazi en un lujoso apartamento. Allí apareció su cadáver, el 19 de septiembre de 1931, con una bala alojada en el pulmón. Sufrió una lenta agonía hasta que expiró, desangrada. Junto a ella, la pistola de su tío, una Mauser, la misma que usó el Führer años después para poner fin a su vida en el búnker de Berlín. Geli contaba 23 años en el momento de su muerte, 19 menos que su tutor.
Para esclarecer los hechos, Massimi adopta la perspectiva de un par de comisarios, Siegfrid Sauer y Mutti Forster, a quienes el director de la policía encarga la resolución de un caso delicado dada la notoriedad del implicado. Alto, rubio y atlético, auténtico modelo ario, Sauer contrasta con su colega y amigo Mutti, de piel oscura y con sobrepeso. Soltero, serio y sobrio el primero, casado con varios hijos y gran sentido del humor, el segundo. La relación entre ellos, los secretos, mentiras y traiciones que comparten constituye la espina dorsal de la historia.
Con una carta de presentación del propio Hitler, salvoconducto que les abre todas las puertas, los investigadores emprenden su tarea entrevistando a las personas más próximas a la joven fallecida. De esta forma Massimi dibuja un retablo de los colaboradores del líder. Su fotógrafo Heinrich Hoffmann, cuya secretaria, Eva tendrá un papel decisivo años más tarde; el obeso y morfinómano as de la aviación Hermann Göring; el nervioso y mujeriego Goebbels, Reinhard Heydrich llamado «la bestia rubia» y uno de los principales artífices del Holocausto, que guarda un gran parecido físico con Sauer. Una colección de retratos que, a la vista de lo ocurrió posteriormente se podrían definir como una galería de la aberración.
A medida que avanza la investigació, aparecen los cadáveres de presuntos suicidas que dejan un lacónica nota, “Lo lamento”, firmada por “H”. La trama policial tiene algunos cabos sueltos, ciertas piezas que no acaban de encajar, pero la estructura se mantiene firme y el autor crea una atmósfera envolvente y creíble. Una visión fascinante de la encrucijada entre el ocaso de la República de Weimar y el advenimiento del Tercer Reich.
En torno a los personajes la ciudad de Múnich se alza como un grandioso escenario, un potente telón de fondo. Desde el Jardín Inglés, uno de los más grandes de Europa, hasta el bullicioso mercado de verduras, de los barrios más aristocráticos a los más humildes, Massimi la recorre con detalle y una gran eficacia a la hora de describir edificios y monumentos.
¿Suicidio o asesinato? ¿Quién mató a Geli? ¿Fue su tío o algún miembro del partido por considerarla un estorbo? La ficción de Massimi responde a esas preguntas gracias a la magia de la literatura. En la realidad las circunstancias de su muerte son un misterio. Un episodio silenciado en los entresijos de la Historia. Lo que sí esta contrastado es que la relación entre Hitler y su sobrina no era la deseable entre un tío/tutor y su pupila, pues aprovechando su cercanía y situación de dependencia respecto a él, la sometía a todo tipo de vejaciones sexuales. Tal vez, al fin y al cabo la bala fatídica la liberó de un destino más cruel que la muerte.
Lo que también parece cierto es que Hitler, a su manera perversa y posesiva amaba a Geli, y sintió gran pesar tras su muerte. Según declaró Göring en los Juicios de Núremberg, el último rastro de humanidad del dictador se desvaneció tras la violenta muerte de su sobrina. ¿Los monstruos son capaces de amar? Que sea eso posible aterroriza más que el propio monstruo.
Bel Carrasco
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