‘Odet y las otras’, de Anna Albaladejo
Sala Ultramar
Alzira 9, València
Del 17 al 20 de septiembre
Odet es una muñeca de trapo y gomaespuma, pero también una mujer de carne y hueso. Una vieja puta que encarna a la legión de mujeres que, a lo largo de la historia han ofrecido sus servicios en el mercado del sexo. Tanto las que se prostituyeron libremente como las obligadas están incluidas en esa memoria milenaria. Desde María Magdalena a Irma la Dulce, y muchas otras antes y después de ellas. Porque en esta ocasión no se les juzga ni se les compadece, ni tampoco se les estigmatiza. Son ellas las que llevan la voz cantante y se expresan sin prejuicios ni moralinas. Al margen de ideologías políticas.
‘Odet y las otras’ es un artefacto escénico provocativo y valiente concebido por Anna Albaladejo que acoge la Sala Ultramar del 17 al 20 de septiembre, (a las 20:00). Es resultado del ‘Proyecto Obs-cenus. Laboratorio 3’, que explora la erótica y el placer como espacio de resistencia. El singular espectáculo se estrenó el pasado año en el Festival Cabanyal Intim y en el Teatro de lo Inestable.
“Odet rondaba por mi cabeza hace mucho tiempo”, cuenta Albaladejo. “Mi madre era socióloga y trabajó una época en Chiapas (México) realizando un estudio sobre la figura de Malinche como puta de corte y también sobre la deconstrucción y desmalditización de las trabajadoras sexuales. Aquella experiencia caló en mi mente y ha cristalizado en esta muñeca maravillosa llamada Odet”.
Odet es una prostituta retirada que se dedica a coser la ropa interior de sus colegas del puerto. Tan vieja como el oficio más viejo del mundo, durante casi tres milenios ha vivido en los cuerpos de las mujeres dedicadas a la prostitución. Con la sabiduría y experiencia que confiere su avanzada edad, pasa de todo y se suelta la melena. Escribe un blog, graba un documental, monta un sindicato y sueña con la libertad sexual y la superación de los estigmas. Con sus tetas caídas y sus labios hinchados se erige libre ante su antónimo, las muñecas hinchables para dar placer plastificado. Porque ella es toda alma y hace que al público “se le abra la oreja del corazón”.
“Decidí usar un títere diseñado ex profeso, porque con actrices reales en el escenario sería fácil caer en los tópicos y por tanto más complicado deconstruir el concepto de puta que es lo que me interesaba”, dice Albaladejo. “Además de deconstruir el estereotipo, mi objetivo es abordarlo. También quiero que la obra sea altavoz de los derechos laborales de las trabajadores del sexo, tanto de las obligadas por las circunstancias como de las que ejercen el oficio libremente”.
Más allá de reflexiones políticas de actualidad, la figura de Odet representa un cuerpo, una identidad mestiza entre humana y objetual. Aldabalejo presta sus piernas al ánima de la muñeca creando una simbiosis muy especial con ella. Como hermanas siamesas vinculadas por la memoria de agravios, ultrajes y vergüenza. En ellas se multiplican infinidad de cuerpos que exploran la sexualidad femenina con sus represiones y tabús. En la obra participa una segunda actriz, Raquel Fonfría en el papel de la hetaria Friné.
Anna Albaladejo (Valencia, 1976) es actriz, creadora e investigadora de Escena y Artes Vivas. Licenciada en Arte Dramático por la ESAD y Doctora en Literatura y Teatro por la UV. Sus últimos trabajos artísticos se articulan en torno a proyectos de investigación en los que ejerce distintos papeles: Actriz, investigadora, creadora y productora. El proyecto Obs-cenus iniciado en 2018 como doble residencia de creación ha dado lugar a las piezas ‘Odet y las otras’, estrenada en Teatro de lo Inestable y ‘Slit’ , estrenada en el Teatro Musical. En ellas explora, respectivamente el mundo del trabajo sexual y su propia memoria Autosexográfica.
Tras la función del día 18 en la Sala Ultramar se celebrará un coloquio con la asistencia de Belén Ledesma, activista por los derechos de las trabajadoras y trabajadores del sexo y Fernando Fita, profesor de Derecho del Trabajo de la Universitat de València. La función del día 19 será accesible en lengua de signos.
“Estoy en contra de la trata y de la explotación de la migrantes, naturalmente”, afirma Albaladejo. “Pero no comparto la tesis abolicionista que el feminismo ha asumido mayoritariamente. Creo que los trabajadores sexuales tienen derecho a decidir sobre su actividad, su futuro y el uso que dan a sus cuerpos. El arte debe ser un altavoz para las voces relegadadas al silencio. Por eso me parece importante que ocupen un lugar en los escenarios”, concluye.
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