World Press Photo 2020
Fundación Chirivella Soriano
Palau Joan de Valeriola
Valeriola 13, València
Del 17 de octubre al 8 de noviembre
Lunes 19 de octubre de 2020
Lo real: dícese de aquello que viene a abrir una grieta en el mundo, quebrando su estabilidad, para mostrar cuanto escapa a la inteligibilidad humana. Lo real, por tanto, asusta tanto como atrae, por cuanto el miedo a lo desconocido provoca un temblor tan angustiante como proclive a la narración de historias que amortigüen su terrible impacto emocional. Lo real, por invivible, necesita de relatos que se hagan cargo del dolor de la existencia. World Press Photo, el concurso de fotoperiodismo más importante a nivel mundial, nació en 1955 con la idea de acercarnos lo real del mundo a través de imágenes, cuya espectacularidad provoca un asombro conmovedor.
Las alrededor de 150 imágenes de los 44 ganadores, seleccionadas de un total de 74.000 instantáneas de unos 4.000 fotógrafos, sin duda conmueven, movilizando al espectador que asiste sobrecogido al espectáculo de tamaño carrusel de imágenes. Un espectáculo que la información agregada al lado de las fotografías rebaja para que, mediante el periodismo, se ahonde en el fastuoso contenido expuesto a modo de reflexión, aflorando en cada una de las historias lo real de la existencia, a falta de un relato mayor.
“Las fotos no están hechas para salir solas, deben ser explicadas”, apuntó Pablo Brezo, responsable de la exposición organizada por la Fundación Chirivella Soriano, que la acoge del 17 de octubre al 8 de noviembre, y Doctornopo. Y como todos los trabajos de World Press Photo tienen un “trasfondo social”, resaltó Brezo, la muestra se va desplegando en sus diferentes categorías (noticias generales, de actualidad, medio ambiente, naturaleza, deportes) con diversas explicaciones en torno a ese trasfondo, que vendría a contener la espectacularidad, para que el espectador pase del asombro a la reflexión.
“Las imágenes queremos que sean estéticamente buenas, pero también necesitan tener una historia”, señaló Brezo, en palabras extraídas del comunicado enviado por fuentes de la organización en Valencia. Belleza y una serie de historias dándose constantemente la mano en la exposición, que va así moviéndose, de nuevo, entre el asombro y la descripción de los hechos que han motivado cada una de las fotografías. “Máxima intensidad, máxima belleza y máximo efecto” como triada descrita por Pablo Brezo, para señalar la deriva que van tomando las imágenes en la era de las redes sociales.
“El jurado obvia las fotos que buscan ese modelo, de manera que sean más reflexivas”, advirtió el responsable de la muestra que alcanza ya su octava edición en la ciudad de Valencia. “Las primeras eran más salvajes”, resaltó Rafael Tejedor, coordinador de exposiciones de la Fundación Chirivella Soriano. “Ese mensaje efectista y dramático se ha ido diluyendo”, añadió quien ha percibido esa evolución año por año.
El morbo de aquellas primeras imágenes (“había impresionantes mutilaciones”, recuerda Tejedor) ha ido dejando paso a otras en las que la estética pretende amortiguar lo real del mundo fotografiado, sin que por ello haya desaparecido ese carácter espectacular que atrapa la mirada del espectador. Lo real, en forma de paisajes desolados, violencia extrema y nefastas condiciones de vida derivadas de la migración por culpa de las guerras, no alcanza ahora la categoría de lo siniestro, pero sigue evocando lo terrible que todavía podemos soportar, aunque las explicaciones que acompañan a las imágenes informen y, por tanto, quieren dar forma, a cuanto inquieta nuestra mirada.
Joan Mansanet, secretario de la Fundación Chirivella, se refirió a la exposición como una “vacuna perfecta para combatir las fake news [noticias falsas]” y al “documento gráfico como exponente de la realidad”, en un momento en el que «es más necesario que nunca el fotoperiodismo”. El diputado de Turismo, Jordi Mayor, incidió en la cualidad no solo estética de las fotografías, sino en los mensajes que transmiten, al tiempo que señalaba la “rabia y esperanza de un futuro blanquinegro” contenido en la muestra.
La fotografía ganadora de World Press Photo 2020 ha sido obra del japonés Yasuyoshi Chiba por su imagen ‘Straight Voice’ (Voz directa), en la que se condensan la belleza y el trasfondo social que atraviesa el conjunto expositivo. Sin la información agregada, veríamos a un joven proclamando algo, mano en el pecho y rodeado de gente, iluminado con teléfonos móviles. La estética deja luego paso, una vez conocido el contexto (el clima de protesta contra la dictadura de Omar al-Bashir en Jartum, capital de Sudán), a lo real que subyace en ese grito poético reclamando el poder ciudadano. Poesía y política, o arte como resistencia contra el abuso del poder, entrelazándose en esa fotografía.
La serie ganadora ha correspondido a la obra del francés Romain Laurendeau ‘Kho, the Genesis of a Revolt’ (Kho, el Génesis de una revuelta). En este caso, la serie de imágenes ya recoge, en su mayoría, lo real del mundo agitado por cierta convulsión social. Grupos de jóvenes y una muchedumbre de gente protestando contra lo que luego sabremos, por la información que acompaña a la serie, que es una revuelta para derrocar al presidente de Argelia, Abelaziz Buteflika. El blanco y negro suaviza el ardor guerrero de la multitud o la vida amorosa en las playas, sin restarle al trasfondo la violencia subyacente.
Tres fotógrafos españoles, Ricard García, Ramon Espinosa y Antonio Pizarro, figuran entre los galardonados por sus imágenes en tres categorías diferentes. García, por documentar lo sucedido en Irak, donde también hubo protestas civiles contra el gobierno. Espinosa, en una imagen tan lírica como inquietante, por reflejar el desastre, sin duda contenido, del huracán Dorian en las Bahamas. Y Pizarro, en el apartado de naturaleza, recogiendo el instante en que dos linces ibéricos en Doñana parecen huir sobresaltados tras abatir una presa.
Las imágenes se suceden en la exposición de World Press Photo con ese ritmo trepidante marcado por la espectacularidad de las fotografías, que el fotoperiodismo trata de contener mediante los mensajes que las acompañan. Un duelo entre la estética y la crítica social, entre la belleza y la información, entre el asombro y el mensaje que proclama cierta rectitud moral, con el fin de que el público más o menos acomodado de la sociedad del bienestar perciba lo real de la existencia.
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