‘Common Ground’, de Keke Vilabelda
Oficina Esound
Tomasos 8, València
Hasta finales de abril de 2021
Decía el poeta libanés Jalil Gibran que algo extrañamente sagrado debía de haber en la sal: “Está en nuestras lágrimas y en el mar”. Esa conexión entre el sujeto y la naturaleza, estrechamente ligados a cierta emoción, es lo que Keke Vilabelda ha desarrollado en su investigación sobre los lagos rosados. Primero, en Australia, en el Lago Tyrrell, y, después, en España, en la Laguna Salada de Torrevieja. Las vistas aéreas grabadas desde un dron, recogidas en sendos videos, fueron las que dieron pie a una obra que transita de la materialidad plástica, incluso orgánica de la propia sal, a la más abstracta de la pintura.
‘Common Ground’ (‘Territorio Común’), tal es el título de la exposición, se refiere a esa conexión entre lugares tan distantes como Australia y España, a través de sus lagos rosados, y tan próximos debido a esa similitud de sus extraños paisajes. “Me gusta trazar correlaciones entre lugares desconocidos”, apunta Vilabelda, encargado de inaugurar la galería de arte Oficina Esound, como extremidad de la agencia Esound Music & Arts, de Eleonora Battiston y Massimo Di Stefano.
El nuevo espacio galerístico, ubicado en la calle Tomasos de València, pretende hacerse eco de propuestas singulares en el ámbito del arte contemporáneo, como prolongación de su propia actividad musical: conciertos de artistas de la talla de Chano Domínguez, Martirio, el compositor cubano Gonzalo Rubalcaba o la cantautora italiana Carmen Consoli. Y lo han comenzado haciendo sin temor al riesgo que, por ejemplo, supone llenar su espacio con 800 kilos de sal, trasunto de la temática abordada por Vilabelda, que inaugura Oficina Esound cubriéndola de blanco.
Diríase que, siguiendo al director de cine Luis Buñuel (quien dijera aquello de que el amor sin pecado era como el huevo sin sal), Battiston y Di Stefano han preferido transgredir la comodidad de su lugar de trabajo, con el fin de añadirle cierta irreverencia al nacimiento de su nuevo espacio. “El espacio de trabajo de cualquiera, al no poder viajar, se puede convertir en esto, porque aquí estamos viajando a través de la pintura”, subraya Battiston, para quien “hay días que pareces entrar en un lugar con nieve, y, en otros, en un espacio lunar”.
El suelo de Oficina Esound, para quien acuda a la exposición ‘Common Ground’, se halla cubierto por esos 800 kilos de sal, que sirven de plataforma nívea o lunar mediante la cual despegar hacia los territorios aludidos por el artista, que ya expuso este proyecto en el Grau Projekt de Melbourne (Australia) y en la Lambert Collection de Aviñón (Francia). Ahora permanecerá hasta abril en València, coincidiendo con el tiempo de pandemia que dificulta ese viaje plasmado en la intervención de Vilabelda.
Precisamente por esa dificultad, el trabajo expuesto adquiere mayor relevancia, por cuanto permite contemplar, palpar y sentir la salinidad rosa de los lugares mencionados.
“La sal crea una experiencia sensorial. La instalación se puede ver como un conjunto de obras abstractas, pero son las visiones del dron de estas salinas, y la materia de la pintura parece casi que sea la sal incrustada en el lienzo”, explica Battiston.
“Muchas veces empiezo por la pintura, que se extiende por el espacio, y, en este caso, ha sido al revés: lo que sentí al ver el espacio acabó convirtiéndose en una pintura, por los mismos procesos que había utilizado anteriormente con cementos. No traté de mimetizar el espacio concreto, sino de recrear cómo se generan esas texturas”, resalta Vilabelda, que dice haber realizado una obra “más orgánica, sobre texturas de muros, acerca del desgaste, del paso del tiempo”. “Estas texturas de la sal es algo parecido a las grietas”, añade.
Las grietas de unos territorios salinos abrumados por el sol y la sequía, cuyas condiciones extremas dan, contradictoriamente, lugar a la belleza que Vilabelda atrapa en sus lienzos y videos. “El sonido de los videos está hecho por dos compositores franceses de música contemporánea”, señala el artista, para evocar “el paisaje como si fuera una partitura”. Partitura que viene a rimar plásticamente con la obra abstracta, de un rosa nada desvaído, sino de una intensidad impropia del color tradicionalmente asociado al más blando tono pastel.
“’Common Ground’ (‘Territorio Común’), tiene que ver un poco con esa idea de reconocer en el otro lo cercano, de vincular espacios. Cuando viajo, como me pasó en Australia, establezco enseguida conexiones, más que separaciones, y empiezo a ver similitudes con lugares próximos a los nuestros”. También hay “connotaciones sociales y políticas” relacionadas con el cambio climático, aunque Vilabelda prefiere que sea la propia obra, a partir de la emoción que suscita, la que lleve al espectador a indagar más allá.
“No me interesa el arte tan didáctico, sino el compromiso individual. Con mi pintura no pretendo cambiar el mundo, pero el mundo sí me afecta a mí. Yo no he hecho esto pensando en el cambio climático, pero lo que me he encontrado durante la investigación de este tema, es que hay un problema de fondo. España, dentro de 20 años, va a tener el clima tan caluroso que tiene ahora Australia”.
Battiston tercia en el asunto: “Yo necesito las dos cosas. Necesito la emoción estética de una obra, pero al mismo tiempo me gusta investigar lo que hay detrás”. Y lo que hay detrás salta a la vista: la materialidad formal de los lagos rosados, su organicidad salina y el agrietamiento de una tierra sometida a los embates de la naturaleza, cuya belleza contrasta con ese trasfondo más sombrío del mundo amenazado por lo inmundo.
“Me interesa la materialización de las cosas, porque yo pienso con las manos”, y Vilabelda trae a colación la obra de Juhani Pallasmaa ‘La mano que piensa’, de quien parece asimilar su idea de que los arquitectos –según señaló en El Cultural de El Mundo– no hacen “otra cosa que restablecer la emoción que se depositó en el objeto cuando fue creado”.
Keke Vilabelda diríase que revive lo que descubrió en los lagos rosados fruto de su investigación artística, recogiendo, en un caso literalmente a través de los kilos de sal, la belleza plástica y orgánica que deposita en Oficina Esound. La agencia musical, ahora en su prolongación galerística, vibra con el arte, abriendo las puertas a la creación multidisciplinar más fecunda.
“Yo como artista no avanzo, si no tengo un motor, una idea que me guíe detrás. Es verdad que yo estoy pensando en conceptos de gravedad, de agua, de sedimentación, conceptos que llevo a lo físico, de manera que hago una investigación práctica, no tanto teórica, pero esa práctica tiene que estar cargada de emoción”, concluye Vilabelda, rodeado de la sal que, recordemos, está en nuestras lágrimas y en el mar.
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