#MAKMAEntrevistas
Antonio Such, presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios de Cine (AVECINE)
Entrevista realizada por: Merche Medina y Salva Torres
Cines Babel
Vicente Sancho Tello 10, València
Antonio Such, presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios de Cine (Avecine) y propietario de los Babel, se muestra optimista, en medio del sombrío panorama de la pandemia, con respecto al futuro de los cines, ahora cerrados en su mayoría. Cree que, quien llegue a la otra orilla, incrementará su actividad, dado el entusiasmo de la gente una vez superada la crisis provocada por la covid-19. Rebaja los malos presagios, a causa del creciente consumo fílmico vía online, porque a su juicio el público está “hasta el moño” de las plataformas, harto de consumirlo durante el prolongado confinamiento.
Y le gusta contar la siguiente anécdota, para explicar la necesidad del cine, a pesar de las sucesivas crisis que lo han venido amenazando. “Hubo un día en que los espectadores de las salas 3 y 4 [de los Babel] acabaron, de casualidad, a la vez. Se abrieron las puertas y, de una, salían partiéndose de risa, mientras de la otra estaban todos con los ojos enrojecidos, al tiempo que se iban juntando en la salida. Eso es el cine”. La misma mezcla de drama y optimismo con la que Such va desgranando la situación actual.
El cine, según Alfred Hitchcock, era 400 butacas que llenar.
Sí, sí, exacto. Es una cadena, porque si la gente no llena las salas, detrás está el exhibidor, y antes el distribuidor y el productor. Entonces, por supuesto, el objetivo es llenar las salas de cine. Y realmente hay público para todo. Hitchcock no dijo con quién llenar esas 400 butacas, porque podía ser con gente muy cinéfila u otro tipo de público diferente.
El cine, llegó a decir Alfredo Landa en pleno corazón de la crisis económica de 2008, siempre ha estado en crisis. Pero hay crisis y crisis, ¿no?
Ha habido crisis muy potentes. La primera fue cuando en Estados Unidos se empezaron a comercializar los televisores. Entonces, el sector del cine dijo que esto se había acabado, porque la gente tendría el cine en su casa. Y no se acabó, porque el cine es otra cosa: es compartir emociones, un acto social y una forma de salir de casa. Otra fue la aparición de los videoclubes, que convivieron con el cine. Y otra muy fuerte correspondió a la aparición de Internet, pero no porque los estudiantes piratearan las películas, sino porque Internet te daba todo el ocio diario. Y esa fue una crisis muy importante.
Los datos que se manejan es que la recaudación en los cines, por culpa de la pandemia, ha sufrido un descenso del 72% con respecto a lo recaudado en 2019. ¿Concuerdan con los que vosotros manejáis?
Sí, son números reales, con respecto al año anterior, que fue genial, porque en el último trimestre de 2019 se juntaron muchas películas y muy transversales: ‘Parásitos’ [Bong Joon-ho], ‘1917’ [Sam Mendes], ‘Joker’ [Todd Phillips]. Películas que todo el mundo quería ver. Ahora, sin embargo, debemos estar ya por casi un 80 % de cines cerrados en la Comunidad Valenciana y a nivel nacional, porque los datos estadísticos son muy parecidos. Aquí están cerrados Lys, Yelmo, Babel… Ocine Aqua me dice todos los días que va a cerrar, pero no puede porque está en un centro comercial y hay acuerdos que cumplir.
En agosto llegaste a decir, en una entrevista en Economia3, que, si las salas de cine no recibían ayudas para el alquiler de los locales, en enero de 2021 peligraría todo. Y ya estamos en febrero. ¿Cómo ves ahora la situación?
Los cines, un 95% e incluso más, están alquilados. El arrendador es, o el centro comercial, o un local de la calle. Locales muy grandes con alquileres enormes. Se ha llegado a algún acuerdo, del tipo, te pago la mitad y la otra a lo largo de dos años. Pero, en todo caso, los cines han cerrado no por culpa de una crisis económica que obliga a cerrar porque te va mal, sino que hablamos de empresas viables que han tenido que hacerlo por culpa de la pandemia. Entonces, el que consiga llegar al otro lado del río, del desierto, o como queramos llamarlo, no tendrá ningún problema, porque retomará su actividad sin problemas.
Es más, yo que soy optimista, pienso que la gente volverá como loca al cine una vez pase esta pandemia. Lo que ocurre es que hay que llegar, porque al principio pensábamos que la apertura sería como mucho en enero, ya que saldría algún medicamento. Ahora ya no es enero, sino junio; son meses de verano y lo que la gente va a querer es ir al mar. Los chiringuitos se van a forrar. Y ya en septiembre pienso que sí que habrá un boom de los cines tremendo, pero, claro, hay que aguantar hasta allí, y eso es lo complicado.
La ayuda a los cines por parte del Instituto de las Artes Cinematográficas y Artes Visuales (ICAA) ha sido de 13,9 millones, a razón de 20.000 € por sala. ¿Ha sido suficiente?
Sí, esa es la ayuda del ICAA y todo sirve, aunque 20.000 €, en dos meses ya te lo has gastado solo en alquiler. Pero bueno, casi toda Europa está también por la labor. Nosotros no pedimos que sea como en Alemania, donde las ayudas son bestiales: les han dado el 70 % de lo que recaudaron el año anterior. Creo que algo más se sacará, o del ICAA o del IVC (Institut Valencià de Cultura), que está estudiando dar ayudas a los cines.
Si tenemos en cuenta que el 70 % del cine que se ve en nuestro país es producción estadounidense, y es el cine que ha faltado durante todo este tiempo de pandemia, ¿las salas grandes lo han sufrido más que las pequeñas, por esa mayor dependencia?
Sí, yo creo que lo han tenido peor, aunque las pequeñas, a pesar del esfuerzo que han hecho las distribuidoras independientes, tampoco han tenido mucha cosa. Al final, cada uno defiende lo suyo, pero la situación es mala para todos. Cuando protestamos, ante las imposiciones de las grandes productoras estadounidenses, hay que tener en cuenta que si un estudio le dice a otro que en España se han enfadado y no van a poner su película, el otro le dice: dónde se han molestado, ¿en España? ¿Y dónde está eso? Somos una mota de polvo; no tenemos peso.
El negocio del cine en Estados Unidos es bestial. Con un minuto de cualquiera de esas películas mega comerciales, se hace una en España. Aquí envidiamos el modelo francés, porque el gobierno protege mucho su cine y favorece que se hagan muchas películas, de ahí que luego, de la cantidad, salgan esas pocas comedias que tanto gustan. Para hacer cine bueno, tienes que hacer también cine malo.
Santiago Segura, sin embargo, se atrevió con su película ‘Padre no hay más que uno 2’, estrenándola justo después del confinamiento. ¿Fue un acto heroico o de auténtico kamikaze?
Fue arriesgado y atrevido y le salió bien. Fue mucha gente a ver esa película, aunque pienso que fue un caso un poco excepcional. Sí es verdad que los cines más comerciales lo han sufrido mucho, porque si hubiera llegado ‘007’ la gente habría ido. En ese sentido, han sufrido más todavía, aunque estamos en un rango de sufrimiento que hacerlo un poco más tampoco es tan llamativo.
En estos momentos, ¿es más rentable tener el cine cerrado que abierto?
Ahora mismo sí. A ver si llegan las vacunas rápido. Nosotros hemos ofrecido los cines, mediante carta al presidente [Ximo Puig], para realizar esa hipotética vacunación masiva, siguiendo el modelo anglosajón. Y, si lo piensas, los cines son lugares que están muy bien para llevar a cabo la vacunación, porque quien te toma los datos está muy protegido en la taquilla, entras a un hall donde te la ponen y luego no sales por el mismo sitio, porque todos los cines tienen una salida de emergencia. Tendría a su disposición unos 80 o 90 cines en toda la Comunitat Valenciana.
Antes comentabas que la aparición de la televisión ya supuso un primer momento de crisis para los cines. Luego vinieron los videoclubes, la piratería y, ahora, las plataformas digitales, en medio de una severa pandemia. ¿El cine puede con todo?
Hay gente que está bastante pesimista con esto de las plataformas. Yo, por el contrario, soy bastante optimista. La gente está hasta el moño de las plataformas, porque estamos todos encerrados en casa. Pienso que se están convirtiendo en una cadena televisiva más. Cuando vuelva la calma se recuperará lo de antes: entre semana estaremos en casa, te pondrás algo de la tele, de plataformas o no, y luego acudiremos al cine, porque es el sitio donde te socializas y donde nada ni nadie te interrumpe el visionado, cosa que sí sucede en casa.
Por otro lado, el tema de las plataformas nos está favoreciendo un poco, no todo va a ser malo, y es que la gente joven suele ver las películas sin doblar, de manera que se va aproximando a la pantalla grande. Nos hemos acostumbrado, pero es que el cine doblado es una risa. Hay quienes doblan a muchos actores a la vez y al final no sabes si estás oyendo a Jack Nicholson o a Clint Eastwood o a cualquier otro como si fueran el mismo. Lo que es una evidencia, es que una película doblada hace más dinero que una en versión original. Y eso, tristemente, es así.
¿El cine está buscando nuevas fórmulas de consumo, vistos los cambios que se están produciendo a la hora de ver películas en otros formatos alejados de la gran pantalla?
Sí, el cine se está abriendo. Nosotros en los Babel hacemos cineclubs con un éxito tremendo, y algo parecido se está haciendo en otros cines, funcionando muy bien. Cuando vino la crisis de 2008, las distribuidoras aprovecharon la coyuntura para dejar de hacer preestrenos, que antes teníamos a razón de uno o dos al mes. Lo que estamos intentando ahora es que los directores de determinadas películas puedan, desde su casa, interactuar vía online con el público de aquí al finalizar la proyección. Si viene, por ejemplo, la superestrella a Madrid, nosotros hablaremos con la distribuidora para que le cite en una sala, a cierta hora, de manera que la gente pueda charlar con él nada más acabar la película que han visto en el cine.
Antonio Gasset, que condujo el programa televisivo ‘Días de Cine’, solía decir en su programa: “Y ahora, si nos perdonan, vamos a hablar de cine español”. ¿Estamos más acostumbrados a ver ahora cine español?
Yo creo que eso se ha superado bastante, quizás al 100 % todavía no. Lo que acabó llamándose la ‘españolada’, la verdad es que era un bodrio, un despropósito. Ahora en cambio hay películas muy interesantes y que han funcionado de maravilla. Estoy hablando, por ejemplo, de ‘Verano 1993’ [Carla Simón]; hace un poco más, ‘Pa negre’ [Agustí Villaronga] o, ahora mismo, ‘La inocencia’ [Lucía Alemany].
En esta situación de pandemia, con la mayoría de cines cerrados, ¿qué mensaje se puede lanzar?
Pues mira, la obligación nuestra es, insisto, llegar vivos a la otra orilla. Y esa otra orilla yo la sitúo en junio, algo, y la definitiva en septiembre. Una vez alcancemos esa orilla, pienso que habrá una euforia bestial. Por dos razones: porque la gente está harta de permanecer en sus casas, y porque, debido al índice de ahorro, que es el mayor de la historia desde que se tienen datos al no poder viajar y disminuir la compra de ropa, la gente querrá ir al cine. Igual soy exagerado, pero me parece que será tremendo, porque la gente estará entusiasmada. En este sentido, soy optimista, pero, repito, para quien llegue al otro lado vivo.
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