‘Línea de flotación. Migración e integración’, de Rocío Villalonga
Organiza: Fundación Mainel
Museu d’Història de València
València 42, Mislata (València)
Hasta el 20 de junio de 2021
La línea de flotación divide la parte sumergida de un barco de la que no lo está. Separa lo visible de lo invisible, los supervivientes de los ahogados, la vida de la muerte. Con esta bella metáfora, la artista visual Rocío Villalonga, doctorada en Bellas Artes y profesora titular de la UMH, revela la soledad y angustia de los migrantes del Mediterráneo en su nueva muestra ‘Línea de Flotación’, organizada por Fundación Mainel y que puede visitarse hasta el 20 de junio en el Museu d’Història de València.
Relatos de sueños rotos, esperanzas que se diluyen, individuos despersonalizados, privados legal y socialmente de derechos básicos como un trabajo y una vivienda dignos. Villalonga desnuda y desestereotipa la figura del migrante: “Son gente como tú y como yo, muchos tienen que huir y dejarlo todo, eso no es fácil para nadie”. Para más inri, el frío recibimiento de una sociedad que los rechaza es la parte buena del cuento. La artista aclara que “el problema más grave no es la llegada, sino el trayecto: durísimas condiciones de viaje, situaciones previas a la salida con mafias…Las organizaciones europeas no saben conectar con esta realidad”.
Pedazos intercalados y rostros difuminados, ‘Línea de flotación’ es un documental-poema, collage-ensayo, instalación-testimonio, un grito visual en favor de los sinvoz. “Para sacudirnos de nuestra indiferencia cotidiana, para mostrar la desposesión del que abandona su tierra sobre embarcaciones precarias, de flotación tantas veces imposible”, reza en la descripción de la obra.
Las fotos, desintegradas en frames, deforman semblantes irreconocibles, despojados de identidad, fragmentos que antes reflejaban un origen. “Toda la obra está hecha por y para ellos”, confiesa Villalonga, “al fin y al cabo, son ellos los que me han cedido su imagen. Sirios, palestinos, somalíes… No soy política para cambiar nada, pero creo que hablar de las cosas las refresca y ayuda a empatizar”.
Montañas de caras apiladas, una historia detrás de cada una, reunidas bajo la costa Mediterránea. Una lista se superpone al calmado oleaje, nombres y apellidos de migrantes que fallecieron intentando atravesar el mar en busca de una vida mejor. Para Rocío Villalonga, el Mediterráneo “representa la frontera, el margen”, la última barrera entre nosotros y ellos, no tan lejanos, no tan desconocidos, no tan distintos.
El trabajo de Rocío Villalonga también incide en el coronavirus, que ha recrudecido la situación de los migrantes. “Su situación de vulnerabilidad les impide acceder a buenas condiciones laborales y sanitarias”, apunta Villalonga. Uno de los objetivos de la artista con este trabajo es devolver un poco de la repercusión mediática que los migrantes han perdido por culpa de la covid. “Acapara los medios de comunicación, desplaza la migración del foco mediático y condena a millones al olvido social”, indica la artista. “Cuando el Covid llegó a las puertas de Europa se desplomó el nivel de información, con lo que el problema queda invisibilizado”, añade.
El flujo de migraciones también se ha visto afectado por la pandemia. La expedición de nuevas visas y permisos en los países de la OCDE se desplomó un 46 % en el primer semestre de 2020, en comparación con el mismo periodo de 2019. Se trata de la mayor caída jamás registrada. En el segundo trimestre, la bajada fue de un 72 %. Esta caída de las migraciones, lejos de ser un dato positivo, se traduce en millones de personas encerradas con el hambre, la miseria y la guerra.
El próximo objetivo artístico de Rocío Villalonga son los mal llamados menas. Este acrónimo despectivo (MENA) –cuyas siglas significan ‘menor extranjero no acompañado’– se refiere, según la ONG Accem, a los “menores de 18 años, migrantes, que se encuentran separados/as de sus padres y que tampoco están bajo el cuidado de ningún otro adulto”.
La criminalización de este colectivo es lo que ha impulsado a la artista a trabajar por su desestigmatización a través del arte. “Nosotros también hemos migrado, el español ha ido a Alemania, a Francia, a Argentina, en unas épocas que no eran fáciles.”, concluye Villalonga, en un ejercicio de empatía y comprensión.
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