Imprevisual
Alejandro Casanova
Intimistas
Hasta el 26 de febrero

Para Alejandro Casanova el desnudo es el momento más revelador de la psicología humana. Ese instante de intimidad que posterga el entorno social, con sus rutinas y manierismos, profundiza en un mundo de relaciones hombre-objeto, donde predomina un criterio puramente selectivo. Casanova reconstruye la escena despojándola de todo detalle superfluo. Discrimina. Separa. Difumina. Así sus personajes parecen interactuar con las circunstancias y los entornos que él mismo ha elegido, como para subrayar ese instante en el que podemos imaginar las sensaciones, el subconsciente, en su devenir cotidiano. Una sensibilidad sobrecogedora e introspectiva. El artista nos convida a respirar y sentir ese tono sugestivo propio de los ambientes cerrados –por momentos clasutrofóbica-. Estos retratos son síntesis de emociones. El día a día, puertas adentro. La contemplación frente al espejo, el contacto de los pies desnudos con las baldosas, la mirada absorta frente a la pantalla de un ordenador, el contacto con el agua de una bañera, el reposo en un sofá, un perro solitario. Momentos en que rivalizamos con nuestro yo, en que nos enfrentamos a nuestros miedos, angustias y soledades, en que gozamos de una casi absoluta libertad y nos despojamos de nuestras vestiduras. Casanova refuerza esta intencionalidad con pinceladas y texturas propias del expresionismo sin abandonar las formas y la expresividad del color y la línea, sin subrayar los detalles. Sus composiciones reproducen los mismos modelos en situaciones diferentes; sin embargo, esta reiteración no supone una limitación expresiva. Tales recursos le permiten transitar entre dos discursos: el del más puro retrato realista y el del retrato difuminado que reivindica lo sensible e intimista del cuerpo humano, lo puramente emotivo.