‘Pintura Española. Segunda Mitad del siglo XX’
Fundación Chirivella Soriano
En colaboración con la Concejalia de Patrimonio y Recursos Culturales del Ayuntamiento de València
Museo de la Ciudad
Plaza del Arzobispo 3, València
Del 1 de junio al 22 de noviembre de 2021
Manuel Chirivella, presidente de la Fundación Chirivella Soriano, ya encabezó su texto en torno a ‘La generación del entusiasmo’, que dio título a una exposición en su centro cultural en torno al arte español de los años 70 y 80, con esta interrogación: “Los ochenta: ¿Oportunidad perdida?” Ahora, en la muestra que el Museo de la Ciudad acoge bajo el título de ‘Pintura Española. Segunda Mitad del siglo XX’, vuelve a insistir en la misma cuestión sentenciando que “la pintura contemporánea española está muy mal explicada y pésimamente difundida”.
Para contribuir a una mejor explicación y la correspondiente difusión, acorde con el valor de los artistas representativos de ese periodo, la Fundación Chirivella ha organizado la citada muestra, en colaboración con el Ayuntamiento de Valencia, reuniendo 34 piezas de pintores ilustres, empezando por Luis Gordillo, al que se le dedica uno de los cinco apartados de la exposición, y continuando con Carlos Alcolea, Miguel Ángel Campano, Juan Navarro Baldeweg, Guillermo Pérez Villalta, Carlos Franco, Chema Cobo, Gerardo Delgado, José María Sicilia, Luís Prades o Menchu Lamas, entre otros.
“A partir de 1982, con la victoria del PSOE, se abrió una era de entusiasmo, también en el arte, que no duró siempre, porque a finales de los 80 se ve paralizada”, explicó Chirivella, para poco después ampliarlo: “No hubo apoyo institucional suficiente para que ese entusiasmo permaneciera”. Su afán por resaltar la amplia nómina de artistas españoles y valencianos que dieron lustre a ese periodo, le llevó a formular otra cuestión: “¿[Anselm] Kiefer [pintor y escultor alemán] es mejor que Sicilia? Yo lo dudo mucho”.
‘Pintura Española. Segunda Mitad del Siglo XX’ plantea un recorrido amplio por ese periodo, aunque centrado en las tres últimas décadas, situadas entre los años 1972 y 1991, con Gordillo como motor de arranque del conjunto expositivo, para finalizar con ‘Otras figuraciones’ representadas por Alfonso Fraile, Víctor Mira y Luis Prades, tras haber pasado por cierta ‘Diversidad figurativa’ (Pérez Villalta, Cobo, Molero, Campano, Albacete o Quejido), la ‘Abstracción neoexpresionista’ (Delgado, León, Broto y Grau) y el ‘Neoexpresionismo figurativo’ (García Sevilla, Lamas, Patiño y Sicilia).
Un conjunto de apartados sobre los que Chirivella quiso enseguida advertir: “Se trata de una serie de ámbitos que no son compartimentos estancos”, resaltando precisamente esas ‘Otras figuraciones’ para constatarlo, puesto que apunta hacia una serie de artistas difíciles de encasillar en figuraciones anteriores. Incluso los términos de abstracción y figuración son puestos en cuestión, para lo cual recurrió el presidente de la Fundación Chirivella al también arquitecto Juan Navarro Baldeweg, de quien extrajo una cita sobre la “voluptuosidad del mirar…, tan abstracta como figurativa”.
Y es así, dándose la mano unas obras con otras, como la exposición va dejando muestras del rico panorama de ese arte español agitado tras las grandes guerras de la primera mitad del siglo, luego encabalgado entre los estertores del franquismo, su aperturismo y la democracia que propició esa generación del entusiasmo escasamente duradera. Obras que navegan entre la desazón, casi goyesca, de la gran tijera negra de Sicilia; el hombre ante la pared de Pérez Villalta; la gestualidad dramática de Lamas o Patiño, pasando por esa ‘Acampada’ inquietante de Gerardo Delgado, obra de hace casi 40 años que bien pudiera representar el confinamiento al que nos hemos visto sometidos, en medio de aquel silencio sepulcral por el estado de alarma.
“La exposición tiene una mayor presencia de pintura figurativa”, precisó Chirivella, si bien se trata de una figuración a punto de disolverse en la abstracción o pugnando por salir de ella, a modo de emergencia de cierto fondo telúrico. El ‘Joker’ de Chema Cobo viene a representar esa figuración más juguetona, abriéndose paso entre la bruma de una percepción más desencantada de la vida. Un joker, según Chirivella, representando cierta concepción del arte, en tanto provoca emociones y una ensoñación de mundos imaginarios, pero que luego nos devuelve a la tierra, “porque los sueños no se cumplen”.
En el fondo, ese sentimiento de quiebra de la realidad, que sin duda emerge de formas distintas en cada una de las obras de la exposición, aparece mitigado por la propia pintura como lugar donde los artistas canalizan sus obsesiones y angustias. También donde se cuestionan por la vida que no terminan de comprender del todo. Luís Prades, en sendas obras que vienen a cerrar el recorrido expositivo, muestra diversas siluetas oteando cierto más allá del cuadro, allí donde la pintura continúa avanzando en busca de explicaciones que nunca llegan del todo.
“A lo peor”, señala Chirivella, cerrando aquel texto sobre la ¿oportunidad perdida? de los ochenta, “abandonamos con premura la utopía como reducto intelectual al que siempre se puede acudir cuando solo reina, como ahora, la confusión y el desencanto”. Confusión y desencanto que atraviesa el conjunto expositivo del Museo de la Ciudad, trufado de miradas todavía puestas en la pintura como espacio de interrogación que merece la pena seguir explorando.
Salva Torres
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