‘Hermanos de sangre’, de Juan Vergara
Editorial Sargantana, 2020
Los hermanos Vergara –Antonio, Juan y Vicente– fueron durante décadas un referente en la vida cultural de València. Con el mítico Teatro València y la no menos legendaria Cartelera Turia, dinamizaron las artes escénicas, el cine, la música y la cultura en general. «En nuestra casa no habían libros», cuenta Juan Vergara, «solo los de consulta de mi padre, que era agente de la propiedad inmobiliaria. Fue Antonio, el mayor, quien, a partir de los quince años empezó a interesarse por la cultura y nos trasmitió su pasión a Vicente y a mí».
De los tres hermanos, Juan Vergara (València, 1946) es el menos conocido, pues desde muy joven asumió el papel de fotógrafo y, lógicamente no aparece en las fotos. Ahora, con los setenta cumplidos se revela como narrador con ‘Hermanos de sangre’ (Sargantana), un relato sencillo y conmovedor con resonancias de tragedia griega. Una historia de juventud sobre lo que el ser humano es capaz de hacer impulsado por el amor y la amistad. Una historia universal que podría ocurrir en cualquier parte y en cualquier época, pero que transcurre en los años de la crisis financiera en València.
Los protagonistas son Marc y Raúl, dos chicos de catorce años que viven en la misma finca del Ensanche, pero con una gran distancia entre ellos. Mientras Raúl reside en el piso principal, Marc ocupa con su familia de pequeños comerciantes la vivienda de los porteros. Pese a la diferencia social, surge entre ellos una amistad que, años más tarde, conduce a una relación amorosa entre Marc y la hermana de Raúl, Patricia. Un padre maltratador es el detonante de la tragedia cuando Marc, ante un oscuro futuro, decide ser el brazo ejecutor para librar a sus seres querido de la amenaza que éste representa. El plan que urde con Patricia sale mal y Marc acaba en prisión.
«No quería hacer un thriller, sino contar una historia desde la perspectiva de uno de los protagonistas, Marc», dice Vergara. «Se podría decir que es una especie de tragedia moderna. La obra está cargada de fatalismo. Desde que Marc conoce a Raúl se intuye que la historia acabará mal. El reto era mantener el interés del lector, a pesar de que se sabe que el protagonista, que cuenta lo ocurrido desde la cárcel, está sentenciado y no hay vuelta atrás».
Vergara ambientó su novela en la pasada crisis para mostrar cómo estas debacles afectan de distinta forma, según a qué clase social se pertenezca. «En épocas de crisis económica y precariedad laboral los valores morales se tambalean. En la familia de Raúl y Patricia, solo hace falta un empujón para que su convivencia se haga añicos. Quería reflejar también la perturbación de la familia de Marc al saber que este ha cometido un crimen».
El retrato de las dos familias vinculadas por la tragedia se puede interpretar también como una metáfora de la manipulación que hacen los burgueses de las clases humildes. «En la práctica suele ser así», asiente Vergara. «Ellos siempre mantienen las formas. El padre de Marc no se cree que su hijo haya actuado por voluntad propia, y cuando salen de la prisión preventiva, le dice: ‘Entonces eres más tonto de lo que creía. Esa gente no se mancha las manos de sangre. Siempre hay algún incauto que les hace el trabajo sucio'».
Aunque las familias que describe no tienen nada que ver con la suya –sobre la que tal vez se anime en el futuro a escribir una crónica o unas memorias–, sí existen elementos autobiográficos. «Como los protagonistas de la novela, yo también era muy tímido y me costaba hacer amigos. La enfermedad de la madre de Marc está inspirada en la mi madre. Con 77 años, tenía buena salud y aparentaba menos edad, pero un cáncer de pulmón la invadió y murió seis meses después. Lo que cuento de la enfermedad, los continuos traslados en ambulancia al hospital cuando empeoraba, los viví junto a ella. En la novela es un elemento dramático que acentúa la desolación de Marc».
Excepto los de Marc, Raúl y Patricia, no constan los nombres de los demás personajes, porque Vergara «quería centrar los problemas, los sentimientos y las pasiones en el interior de los tres jóvenes para establecer un contacto más íntimo con el lector, hacerlo partícipe de lo que ocurre entre ellos», concluye.
Juan Vergara ha escrito numerosos textos sobre su pasión, la fotografía, y una novela histórica, ‘Meridiano maldito’ en la que invirtió una década de trabajo. También tiene otras historias en el cajón, que esperemos vean algún día la luz.
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