‘Gordo de porcelana’, de David Pascual
Editorial Planeta, 2021
Algunos libros deberían ir embalados en plástico de bolas para evitar que mordieran la cara o se lanzaran a los ojos del lector. O al menos incluir un folleto que indicara sus propiedades, contraindicaciones y efectos secundarios. En el caso que viene a cuento, dichos efectos serían: ataques de hilaridad, arrebatos de ira, depresión mórbida y la sensación de estar metido en un viaje lisérgico. Hablamos de ‘Gordo de porcelana’ (Planeta), la última novela de David Pascual (aka Mr. Perfumme), el autor más ecléctico de casi todos los tiempos, que no solo hibrida géneros, sino también formatos. Excepto música, en ‘Gordo’ enhebra de todo: dibujos, cómic, guiones.
Este es su relato más duro y delirante en el que lleva al límite temas tratados en obras anteriores, como ‘Transirak’, a través de una narradora fuera de serie, Dolores –o, mejor, Dolo, «la hermana del monstruo»–, que, además de ser víctima en carne propia, sufre el estigma de la culpa fraterna. Criada en un infierno, logra crear un famoso personaje de animación, ‘Gordo de porcelana’, un gato espacial que lucha por los niños oprimidos, y también su propia familia. Una luchadora que sabiendo que acabará mal se levanta cada día para seguir bregando. Y en el trasfondo, los noventa, con sus Cobis, Curros y la eclosión de la telebasura. Dejemos que Dolo nos describa su mundo:
“El hermano que abusó de mí se llama Jesús, el Jesu, pero en mi familia él no es la única persona violenta. (…) Antonio, mi hermano mayor, nos pegaba habitualmente. Mi madre está loca o es retrasada o algo así. (…) Mi otro hermano se llama Matías y tampoco está bien de la cabeza”. Cuando el lector se adentra en la historia, reconoce inquietantes referentes del mundo real. Para quitar hierro al asunto llevamos a Pascual al terreno hipersurreal por el que se mueve cual sardina en el agua. ¿O mejor decir liebre?
Háblanos de tu epifanía con ‘Gordo de porcelana’. Hay quien asegura que se trata de un avatar oriental del gato triste de Roberto Carlos.
En la canción ‘El gato que está triste y azul’, que hizo Roberto Carlos en el 79, yo nunca he entendido si la chica a la que canta está viva o muerta, pero hay un momento en el que canta: «El gato que está en nuestro cielo no va a volver a casa si no estás. No sabes, mi amor, qué noche bella. Presiento que tú estás en esa estrella». El gato vive en el espacio y probablemente la chica también. Todo el mundo sabe que es Doraemón. Así que, sí, se podría decir que sí.
¿Podrías firmar ante notario que esta novela la escribiste en tu sano juicio y sin haber consumido barbitúricos, afrodisíacos ni anabolizantes?
Los anabolizantes molan mucho porque los toman los culturistas para aumentar su autoestima, pero les deja la pilila como un gatete dormido. Y hay algo muy hermoso y muy dramático en ese círculo vicioso.
Sabemos que las hordas zombis representan las masas consumistas. ¿Qué simbolizan las mascotas animales de peluche que pululan por tu historia?
En general, alucinaciones, pero también es gente tratando de que no les hieran. El tipo que iba de Curro en los eventos de la Expo se suicidó después de que su mujer lo dejara, porque no soportaba que fuera el hombre que había debajo de la mascota.
Los noventa fueron una década boyante. En tu libro seleccionas lo peor de ella.
Los noventa en España fue una década muy delirante en la que se mezclan Cobi y Curro, la Expo y las Olimpiadas, la heroína y, a raíz del crimen de Alcàsser, la aparición de la telebasura tal y cómo la conocemos. Así que creo que en el libro me he quedado corto.
Tu descripción de Marina d’Or es brillante. ¿Queda todavía algún paraíso que no seamos capaces de corromper?
No. Marina d’Or es maravilloso porque nace ya siendo un delirio salvaje. Es la Disneylandia de Florida Project, un espacio fantástico, irreal. Para Dolo representa la prueba de que había gente feliz de la que no abusaban.
Cuando empiezas a conocer a la familia de Dolo es inevitable pensar en otra familia que alcanzó celebridad a principios de los 90. ¿No temes esos jardines espinosos?
El libro no hace una alusión directa a la familia Anglés ni al crimen, aunque los parecidos con algunos hechos son evidentes. Pero, en todo caso, no es muy importante. Lo importante es en qué posición nos pone como espectadores, y si vamos a decidir ir con Dolo, aunque sea un desastre y aunque no pueda acabar bien.
Literatura, música, dibujo, cómic, guiones… En estos tiempos de superespecialización optas por repartir los huevos en varias cestas.
Siempre he diversificado mucho. Me gusta hacer distintas cosas, lo que me permite no obsesionarme solo con un proyecto cada vez. Dedicarse a escribir, tocar o generar productos culturales da poco dinero, así que si puedes hacer muchas cosas, mejor.
Comentas tu afinidad con escritores valencianos de tu generación, como Óscar Gual, Alberto Torres-Blandina, Kike Parra… ¿Qué denominador común os une?
Y con María Bastarós, Bárbara Blasco y mucha gente más. La mayoría somos grandes amigos. Hay denominadores comunes generacionales, pero sobre todo nos unen los gin-tonic y el amor.
¿Cuál es tu droga preferida y por qué crees que la gente se droga tanto por estos pagos?
Mi droga preferida es ‘Equipo de investigación’, sobre todo cuando trata de clanes como los Mayayos. La gente se droga porque el mundo puede ser bastante aburrido y deprimente.
Bel Carrasco
- ‘El Funeral’, un divertido ‘adiós’ al abuelo Dimitri - 22 noviembre, 2024
- Daniel Tormo: “’El agua de Valencia’ es la historia de unos jóvenes que tratan de hacerse un hueco en un mundo que no siempre les favorece” - 21 noviembre, 2024
- Luis Luque: “Doy a Poncia la oportunidad de expresar sus ambivalentes sentimientos” - 15 noviembre, 2024