#MAKMAEntrevistas | Nuria Enguita (directora del IVAM)
MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20
Entrevista realizada por Salva Torres, Merche Medina y Jose Ramón Alarcón
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2020
Nuria Enguita ha tomado las riendas del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) a las puertas de una década, la de los nuevos años 20, sacudida por el coronavirus. Un año, por tanto, tristemente inolvidable. Quizás por ello, a modo de antídoto, ella rebosa vitalidad, tratando de imprimir su carácter a un museo agitado igualmente por las convulsiones de la pandemia. Quiere explorar las posibilidades que le ofrece la sobresaliente colección del IVAM, mientras aboga por repensar la forma en que se inserta el museo en una sociedad cada vez más digitalizada.
¿Cómo se presenta en su caso, recién tomada la dirección del IVAM, la década de los años 20 en la que ya entramos?
Una de las líneas más importantes de mi proyecto es la creación de un Centro de Documentación y un entorno digital que puedan vehicular la riqueza de los fondos del IVAM. Los museos, además, tienen que repensar los modos en los que se insertan en la sociedad. Han existido antes del turismo y, quizás en ese momento, evocaban, custodiaban y servían para la cultura de una época. Es posible que ahora tengamos que retomar algunas cuestiones de lo que el museo clásicamente ha hecho.
Por otro lado, los museos necesitan entornos digitales muy potentes, que sean repositorios de la colección y de la documentación relativa a las exposiciones, y, a la vez, crear contenidos, no me gusta decir en red, de forma que mantengamos la presencialidad en el disfrute del arte. Pero el momento de diálogo, de debate, de discurso, se puede dar telemáticamente y con resultados interesantes, al poder estar en contacto con personas de todo el mundo a las que antes igual no podías traer, porque era muy caro o por problemas de agenda.
Ha habido una aceleración del tiempo, que ya venía de antes por la propia aceleración tecnológica, pero creo que esta pandemia, que ya había pasado en otros lugares, aunque nunca había ocurrido en Occidente, ahora nos está alterando a todos. Y esa aceleración ya está para la próxima década implícita en el propio correr del tiempo. Muchas cosas que daban un poco de miedo como sociedad, pues se han acelerado de una forma tremenda.
Hemos pasado de un deleite introspectivo, con respecto a la contemplación de las obras de arte, a otro más expansivo. ¿Qué consecuencias pueden derivar de todo esto?
Creo que se puede potenciar la parte discursiva, pero a la vez no perder el deleite de la confrontación directa con la obra, desde la propia individualidad. Antes de la pandemia, museos con largas colas, masivos, había cuatro en el mundo. La contemplación en el museo no se ha perdido, lo que pasa es que el arte contemporáneo necesita de una mediación para que sea atractivo y, más aún, teniendo en cuenta que la tecnología ha modificado nuestra mirada de una forma brutal.
Mirar un cuadro ya no es lo mismo ahora que hace 50 años. Los museos tienen que adaptarse a esto e intentar que el arte llegue a cuanto más público mejor, pero sin perder la posibilidad de cualquiera de estar enfrente de una obra.
¿Cómo abordar la colección del IVAM desde el entorno presente para generar un nuevo discurso?
Lo que me plantea el mayor reto es cómo mostrar una obra de 1920 en 2020, porque la globalización ha llegado a un momento de explosión y este virus, sin embargo, nos ha hecho ver que quizás hay que pensar de otra manera la forma de aproximarse a los objetos artísticos desde el presente. Creo, por otro lado, que la radicalidad de muchas cosas es posible que no se haya visto. Un cuadro de [Alexander] Rodchenko puede decirnos ahora cosas nuevas, que en el 90 no podía decir, porque había algo latente que ha necesitado de tiempo. A partir de ahí, se puede revisar el pasado y a mí eso me interesa mucho.
¿Estamos en un momento de corrección política, hasta el punto de que incluso la contracultura ha sido asumida por la institución pública como otro acto de consumo más? Ahí está el caso, entre otros, de Banksy, artista activista que forma parte del mercado del arte.
Banksy y otros autores como él son fruto de un sistema que fagocita la crítica y que desactiva cualquier disidencia. Estamos en una época muchísimo más puritana que hace unos cuantos años. Y eso hay que combatirlo. El arte es un lugar de extraterritorialidad, en los márgenes evidentemente contextuales de respeto por lo diverso, pero no podemos aceptar ni la hegemonía que se nos impone, ni ese falso activismo del mercado.
El teórico checo Jan Mukarosvsky dijo: “Se puede suponer que el valor independiente del artefacto material sea tanto más marcado, cuanto más conspicuo sea el conjunto total de valores extra estéticos que el artefacto haya sido capaz de abarcar, cuanto más consiga dinamizar estas relaciones. Todo ello al margen de cualquier cambio cualitativo de una época a otra”. ¿Qué le parece?
Lo que pienso que quiere decir es que una obra de arte es un hecho histórico y, como tal, cuanto más sentido haya concentrado, más sentido puede exponer. Por otro lado, los hechos históricos no terminan de significar; cualquier nuevo acontecimiento le puede dar un sentido que no estaba. El pasado está tan cargado, que va liberando y liberando, haciéndose contemporáneo continuamente. Incluso en aquellas obras de las que se dice que han envejecido mal, igual lo que sucede es que no se las había mirado desde otro lugar.
¿Cómo aventura la gestión de ese centro de documentación antes aludido? ¿Dónde pretende incidir más? Y, con respecto a la colección del IVAM, ¿qué líneas va a impulsar?
El centro de documentación tiene que salir de la gestión de la actual biblioteca del IVAM; lo que pasa es que este museo tiene un fondo documental increíble, que ahora mismo hay que trabajar para encontrar soluciones de digitalización. Queremos incidir primero en la catalogación y archivos, que es una de las funciones de un museo. Y luego está la colección del IVAM, con la cual se puede explicar el arte del siglo XX, y que me gustaría trabajar –ya sea complementándola, yendo en contra…–, pero siempre a partir de la propia colección.
¿La colección del IVAM tiene partes más trabajadas, por ejemplo, las vanguardias, que otras más cercanas en el tiempo y a las que conviene prestar mayor atención?
La historiografía del arte define periodos ya clásicos; abstracción geométrica, arte pop, arte conceptual, pero a partir de los años 60 el arte se hace postconceptual y postmedia. Tenemos que cambiar las formas de enfrentarnos a una colección, porque hay que revisar también los conceptos. Hay, por ejemplo, una recuperación de la materialidad en el arte joven o nuevas formas de relato, pero yo espero que no le pongamos nombre.
Me interesa más el trabajo discursivo, que incorpora todas las prácticas artísticas en propuestas complejas. Los significados no se corresponden con los significantes como se correspondían antes. Y esa es una de las riquezas con las que hay que trabajar.
Salva Torres
Entrevista publicada en MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20, en diciembre de 2020.
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