Experimentar la cultura, vivir la cultura
Carmen Amoraga Toledo (escritora y directora general de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana)
MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2020
Las nuevas tecnologías han llegado a nuestras vidas para quedarse y han ocupado todos los rincones de nuestra existencia. Habitamos en una sociedad pendiente de un clic, vivimos acelerados, conocemos el mundo a través de una pantalla, nos relacionamos sin tocarnos, viajamos sin salir de casa. Es la época que nos ha tocado vivir. Son nuestros años 20, que pueden llegar a ser tan felices como los del siglo pasado si sabemos gestionar bien nuestros recursos y administrar mejor nuestras posibilidades. La cultura no vive ajena a esta situación, sino todo lo contrario: es un agente partícipe y activo en el nuevo panorama.
La cultura es un bien de primera necesidad. Si alguien tenía duda ha podido comprobar, durante la pandemia, su utilidad. Un libro, una película, una conferencia online con nuestro escritor favorito, un vídeo por las salas de un museo, el audio de una ópera, nos ha acompañado durante el confinamiento. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin ella? Habríamos sido seres más aburridos y hubiéramos dejado de aprender. Seríamos más débiles, más pobres, peores.
Iniciamos esta nueva década golpeados por unas restricciones de movimiento que nos obligan a dibujar nuevos formatos de acercar la cultura a los ciudadanos. Lo que parece una contrariedad lo tenemos que transformar en una oportunidad.
En la cultura, como en la vida, hay que sumar. Por eso, a los modelos tradicionales que requerían la presencia del espectador hay que añadirles nuevas fórmulas, tenemos que ofrecer propuestas personalizadas.
Sin duda, la vivencia que cada persona tenemos es única y (me atrevería a decir) intransferible, porque está marcada por la percepción de nuestros sentidos y por el contexto vital que nos rodea. La emoción que despierta la contemplación de un cuadro, la lectura de un libro o el monólogo de un actor en un escenario es diferente a la que siente el compañero de butaca que tenemos al lado.
Ahora contamos con otra vía para acercarnos al ciudadano, para que los ciudadanos tengan nuevas formas de vivir la cultura. En la elaboración de esos nuevos contenidos la tecnología es una buena socia, permite mejorar la experiencia y, sobre todo, amplificar la divulgación del mensaje.
El propósito es crear narrativas paralelas y discursos complementarios, diferentes formas de contar el arte y la literatura, con canales directos como las redes sociales y las páginas web. Estamos hablando de nuevos entornos comunicativos que permiten un viaje por caminos bidireccionales: el ciudadano se desplaza en busca de cultura y la cultura se traslada hasta donde esté el ciudadano.
Hay que saber llegar a las personas que están en sus casas, en el ordenador o delante de la pantalla del teléfono, mostrándoles las particularidades que de forma presencial no podrían descubrir, añadiéndole información extra y contenido adicional. Lo que se conoce como un bonus. Todo lo necesario para seducir, generar dependencia y mantener la atención.
Se abre un universo amplio, extenso, sin limitación de tiempo y espacio, que hay que saber aprovechar. Además, la utilización de nuevos lenguajes y canales atrae al colectivo de población más habituado con estas técnicas, como es el de los jóvenes. Abarcar un público más amplio es también el objetivo.
Somos afortunados de ser la generación que va a poder disfrutar de los procesos tradicionales y de la modernidad tecnológica. La combinación de ambos modelos multiplica la divulgación de la cultura. Es tarea de todos encontrar esos nuevos instrumentos de intermediación con el público.
El reto es importante, la oportunidad única y los beneficios universales.
Carmen Amoraga Toledo
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20, en diciembre de 2020.
- Experimentar la cultura, vivir la cultura - 9 agosto, 2021