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Desnudos en el arte | Cuenta de un grupo de museos
Las redes sociales se han convertido en un filtro de conservadurismo encubierto en donde cada centímetro de piel cuenta. Bajo la fantasía de vivir en una sociedad libre sin censuras, las redes sociales nos indican el camino a seguir. El hartazgo de los museos ante la inquisición del santo Facebook ha impulsado su introducción en el mundo OnlyFans.
Hace unos días, conocí la noticia de que un grupo de museos de Viena había decidido asociarse para crear una cuenta en Onlyfans. Para quien no lo conozca, se trata de una plataforma conocida por el contenido sexual y explícito que comparten sus usuarios.
¿Qué ha llevado a un grupo de museos a abrir una cuenta en un portal famoso por su contenido pornográfico? La censura de redes sociales como Facebook, ni más ni menos. Cansados de ver cómo muchas de las obras de arte eran borradas de la red sin piedad por contener desnudos, la eliminación de la publicación de la Venus de Willendorf fue la gota que colmó el vaso.
Para huir de algoritmos conservadores, los museos se han lanzado a un lugar donde el desnudo está más que aceptado. Por cinco euros, el arte en casa, toda una ganga. Si los usuarios de Onlyfans pagan por verlo es otro cantar, pero por intentarlo no pierden nada.
Enseñar cacho está mal visto, punto. No es lo explícitamente sexual, es la carne, los pezones, el cuerpo en sí mismo lo que se censura. La libertad de uno con su propia piel. No se censura lo pornográfico sino la vulnerabilidad y la fuerza que transmite un cuerpo desnudo, la emoción que todo ello transmite.
Llama la atención que mientras los trabajadores de Facebook buscan una solución intentando darle al algoritmo un tono algo más liberal, en las redes circulan mensajes más peligrosos: homofobia, machismo, incitación a la violencia, positivismo tóxico e ideologías baratas que minan la salud mental de muchos usuarios. No, efectivamente, nada tiene sentido.
En la actualidad, ‘El nacimiento de Venus’ de Boticelli puede ser censurada porque se le ve un pezón. De ‘La maja desnuda’ mejor ni hablamos. Tal vez Francisco de Goya oliéndose que algo raro iba a ocurrir en el futuro, decidiera añadirle ropa años más tarde, solo por si acaso. En resumen: si hay pezón no hay publicación.
Es imposible no reflexionar acerca de esta incongruencia social, ese haz lo que quieras siempre y cuando esté dentro de los límites de la decencia -a saber qué significa eso-. Las redes sociales nos envían mensajes contradictorios, el cuerpo no es decente, enseñar piel no es decente. Sin embargo, las bromas pesadas sí son aceptadas y las borracheras y los contenidos antes mencionados también. Lo dice Zuckerberg, lo confirma el algoritmo y lo que diga él va a misa.
Instagram está lleno de publicaciones de mujeres con los pezones pixelados u ocultos bajo emojis ridículos. Hay que pasar por el aro si queremos ser visibles, de eso no cabe duda. Yo me pregunto: si quitamos el pezón ¿ya no hay pecho, ya no hay erotismo ni sensualidad? ¿El cuerpo de la mujer se reduce solo a eso? ¿Solo somos un par de pezones?
Es normal que en la época de Tiziano, Tintoretto o Rubens, alguna de sus obras se tacharan de pornográficas, lo preocupante es que a día de hoy se siga pensando. Que un gigante como Facebook elimine los desnudos del arte, borre y amenace con cancelar la cuenta de quien comparte una imagen en donde se ve más piel de lo «aceptable» y le asuste el desnudo no es más que un reflejo de la mojigatería que aún existe en nuestra sociedad.
No puedo evitar pensar en ‘Los Simpsons’, siempre tan acertados, porque todo esto me recuerda al capítulo en donde el David de Miguel Ángel viaja a Springfield y los ciudadanos se escandalizan porque se le ve el pene. Tan oportuno como siempre, Kent Brockman lanza una pregunta: «¿Es arte o solo un tipo con los pantalones bajados?» Pues bien, señor Zuckerberg: ‘Las Tres Gracias’ de Rubens, ¿es arte o solo tres tías en pelotas?
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