La película más popular | Manuel Hidalgo
‘¡Bienvenido, Mister Marshall!’ (1952, producción | 1953, estreno en España)
MAKMA ISSUE #04 | Centenario Berlanga
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2021
Hay un consenso crítico y académico, acentuado en el año del centenario, según el cual ‘Plácido’ y ‘El verdugo’ son las mejores películas de Luis García Berlanga. El director valenciano, sobre todo en sus últimos años, reivindicó con insistencia su preferencia por el cine popular. En concreto, por la comedia popular.
Cuando Berlanga repasaba su filmografía solía decir que las películas en las que, con toda premeditación, había intentado llegar a la mayor cantidad de público posible fueron ‘¡Vivan los novios!’, ‘Moros y cristianos’ y ‘Todos a la cárcel’. Los datos de taquilla indican que ‘La escopeta nacional’ y ‘La vaquilla’, en ese orden, fueron las películas suyas que más espectadores congregaron en las salas cuando sus respectivos estrenos.
La recaudación no da, sin embargo, la medida más precisa de la popularidad de una película, que es un ingrediente vinculado a su pervivencia en la memoria de los espectadores y, por tanto, está sometido al paso del tiempo y, con él, al paso de las generaciones. No hay un medidor para evaluar científicamente la popularidad de un filme respecto a otros. Pero me pregunto si podríamos admitir que ‘¡Bienvenido, Míster Marshall!’ pueda ser la película más popular de la filmografía berlanguiana.
¿Y qué interés tiene semejante presunción? Alguno tiene. No sería poca cosa acordar que la segunda película del director –y primera en solitario–, estrenada cuando el cineasta tenía solamente 31 años, sea, nada menos que setenta años después, la más popular de su carrera, pese a las oportunidades que vinieron después.
Creo, a vista de pájaro, que ‘¡Bienvenido, Mister Marshall!’ es la que mejor ha superado –o eludido– los gustos y los condicionantes de cada momento, la que con mayor comodidad ha dejado –y sigue dejando– huella en un más amplio y transversal contingente de espectadores. Con esto último, de ser cierto, querría sugerir la hipótesis de que ‘¡Bienvenido…’ sería la película berlanguiana cuya (buena) acogida es indiferente a la edad, clase social, formación cultural, valores e ideología de los espectadores que la disfrutan y la recuerdan.
Es la única película de Berlanga sobre la que se han escrito varios libros –y excelentes–, al menos uno de ellos pegado a la celebración del quincuagésimo aniversario de su estreno, circunstancia, por desgracia, nada frecuente. No creo que esa floración bibliográfica se deba al interés artístico, intelectual y político de la película –que lo tiene, claro–, ni a que la peripecia de su preparación, rodaje e inicial difusión tuviera incidencias novelescas o periodísticas especialmente dignas de ser contadas.
Descontadas por obvias, digamos, sus calidades y, en concreto, sus requisitos para el positivo análisis crítico, cabe pensar que tanto los editores como los autores de esos libros monográficos –todos ellos aparecidos medio siglo o más después– pudieron pensar, y con buen criterio, que, precisamente por su extendida y persistente popularidad, era la película de Berlanga que, como sujeto de un relato/ensayo, más lectores potenciales podría encontrar.
Ni las leves y absurdas incidencias vividas en su momento con la censura, ni los inofensivos cachetes propinados a las fuerzas vivas de Villar del Río –no digamos a los americanos–, ni, menos aún, el improbable empeño de hacer sangre con las indigencias de unos campesinos necesitados de un país atrasado, han sido tenidas en cuenta en primer término por las oleadas de ese gran público que la ha hecho suya.
Es probable que mientras críticos e historiadores ponderaban –o incluso magnificaban– algunos de estos aspectos, los públicos sucesivos tomaban la película como lo que, a la postre, es: una comedia amable de tintes costumbristas, sainetescos y arrevistados en la que una sociedad, y contando con las distorsiones humorísticas, se reconoce a sí misma sin enfado en un determinado momento y va reconociendo, después, caracteres inmanentes de su modo de ser y comportarse.
En tal sentido, ‘¡Bienvenido, Mister Marshall!’ no sería solo la película más popular de Berlanga, sino también una de esas películas nacionales –como se decía antes, fueran italianas, francesas etc.– que fijan una cierta esencia de un país y que, por ello y por su solvencia artística, perviven en eso que llamamos el imaginario colectivo.
No trato aquí de pinchar un globo, pero tiene su gracia que el componente musical-folklórico-andaluz de la película pudiera no haber sido percibido a lo largo del tiempo con la pimienta crítica e irónica que sus autores pudieron depositar en él, sino que, sencillamente, haya sido asumido por toda clase de públicos, admitiendo que alguna que otra pulla entra dentro de la dosis de autoparodia que, sin abrir frentes, todos podemos digerir.
El caso es que, al margen del dictamen de la crítica y la academia, es el público más de la calle quien también sabe reconocer y tararear las ‘Coplillas de las divisas’ (“Americanoooos, os recibimos con alegría…”), está en condiciones de imitar el discurso del alcalde en el balcón o recuerda, al primer estímulo, el sueño del saloon o varios momentos y diálogos más de la película.
Los americanos pasaron de largo por Villar del Río, pero la historia urdida por Berlanga, Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura muestra algunas sugestiones imbatibles: de poco sirve disfrazarse de otro y hacer trampas para conseguir lo que deseas y mereces y los sueños y los anhelos siguen siendo bonitos, aunque no se cumplan. O precisamente por eso, ya que así seguimos teniéndolos. ¿Y, ahora, cuáles son nuestros sueños? ¿Qué película actual los describe?
Manuel Hidalgo
Periodista y escritor, coautor, junto a Juan Hernández Les, de ‘El último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga‘ (Editorial Anagrama, 1981. Edición revisada y ampliada, Alianza editorial, 2021)
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #04 | Centenario Berlanga (junio de 2021).