La durmiente, de Susana Benet
Editorial Pre-Textos. Valencia
Una veintena de poemas leves y etéreos, como la pluma de un ave o el pelo de un gato que flotan en el aire y atrapan un último destello de luz. Veinte cápsulas de belleza concentrada que de lo mínimo asciende a la cumbre desde que se otea la existencia y que reflejan una larga trayectoria, del 2007 al 2013. La fascinación de Susana Benet por la cultura oriental en general y los ‘haikus’ en particular se refleja en su último libro, ‘La Durmiente’, publicado por Pre-Textos, que se presentó el 14 de enero, con la presencia de la autora, escoltada por José Saborit, pintor y poeta, y el editor Manuel Ramírez.
Susana Benet (Valencia, 1950) es licenciada en Psicología y combina la escritura, poesía sobre todo, con la pintura de acuarelas, aunque dice “sentirse más poeta que pintora”. Ha publicado varios poemarios: ‘Faro del bosque’, ‘Lluvia menuda’, ‘Huellas de escarabajo’ y ‘Jardín’. Ha sido incluida en antologías de ‘haikus’ y como acuarelista ha ilustrado varios libros dedicados a esta exquisita expresión poética japonesa.
¿Por qué ‘La Durmiente’?
El título tiene que ver con esa frontera que existe entre el mundo real y el soñado, una frontera difusa pues, a veces, ambos se confunden. Duermo mucho y presto mucha atención a los sueños. Algunos poemas han brotado en momentos de somnolencia o de calma, estados de donde surge a veces la inspiración. También me ha sucedido despertarme en mitad de la noche para escribir unos versos que me venían a la cabeza con mucha insistencia. El mundo del sueño es enigmático. Según una de las citas del libro, en el sueño aprendemos a morir y dedico algunos poemas a personas fallecidas.
El libro como tal está dedicado a tu ex pareja, el también poeta José Luis Parra ya fallecido. ¿Qué comentarios crees que le habría suscitado su lectura?
Creo que habrían sido positivos, pues él fue quien me inició en la poesía y estuvo muy presente en la elaboración de este libro. Conté con su apoyo y su consejo. Desgraciadamente no llegó a ver el resultado final, no llegó a leer todos los poemas que he incluido, pero estoy segura de que habrían tenido su aprobación. Aprendí mucho leyendo sus poemas, que solía pasar a limpio en mi ordenador. Esto me influyó y creo que se percibe en mi tendencia a escribir sobre lo cotidiano, aunque mi forma de expresarme sea distinta a la suya. Es un libro que, de algún modo, le pertenece.
Háblanos de tu fascinación por el ‘haiku’ y la cultura japonesa en general.
Fue el ‘haiku’ el que me introdujo en la poesía. Fue su brevedad y sencillez lo que me sedujeron. No sé por qué razón me he sentido siempre muy fascinada por lo oriental. No solo por el ‘haiku’, sino también por la poesía china clásica. En este tipo de poesía el lenguaje es claro y sugerente, huye de la pomposidad y el artificio. Predomina la naturalidad, algo que en occidente no es tan frecuente. Lo mismo sucede con la pintura ‘sumi-e’, en la que lo importante es sugerir con pocos trazos una imagen. Con el ‘haiku’ descubrí que podía escribir sobre pequeños acontecimientos cotidianos y transmitir emociones en pocas palabras. Y me di cuenta de que todo, por pequeño e insignificante que parezca, puede convertirse en poema, desde una hormiga hasta una piedra.
¿Por qué crees que la gente lee poesía y por qué es tan minoritaria?
Constato que existen muchos lectores de poesía, incluso entre personas que no se dedican a la literatura. En los talleres de ‘haiku’ que imparto, los niños parecen disfrutar poniendo en marcha su lado creativo y muestran interés por componer y leer estas pequeñas estrofas. Algo que no siempre se estimula en la enseñanza. En mi caso, leo poesía porque es algo capaz de provocar emociones, lo mismo que la pintura o la música. Tal vez sea minoritaria porque no se divulga ni promociona lo suficiente.
¿Qué te impulsa a ti a escribirla y cuáles son las vivencias y sentimientos que pretendes expresar con ella?
Creo que es un impulso que brota de forma espontánea, por el puro deseo de crear, aunque en mi caso también influyó haber tenido acceso a ella durante mi adolescencia. En aquel tiempo, cuando leí a Juan Ramón Jiménez, me impactó tanto que deseaba imitarlo y convertirme en poeta. Más tarde conocí a otros poetas que también me impresionaron, como Rilke o Dickinson.
¿Estás al tanto de las últimas generaciones de poetas?
Aprecio a muchos poetas actuales, aunque me siento más cercana a José Corredor-Matheos, Eloy Sánchez Rosillo, Antonio Cabrera o Miguel d’Ors, por citar algunos. Sin olvidar, por supuesto, a José Luis Parra. Y en poesía oriental, podría nombrar a poetas chinos clásicos, como Su Dongpo, Li Po o la poetisa Li Qingzhao, conocidos en España gracias a editoriales como Hiperión. En realidad, lo que intento es escribir poesía occidental inspirándome en la oriental, que me parece de una delicadeza extrema.
La pintura y la poesía combinan bien. ¿Cómo se ‘maridan’ en tu caso?
Algunos poetas chinos y japoneses eran también pintores. En occidente, también encontramos personajes como Ramón Gaya, pintor y poeta. En cuanto a mí, me considero más poeta que pintora, aunque disfruto mucho con los pinceles, como simple aficionada. Todavía tengo mucho que aprender tanto en pintura como en poesía.
Que una prestigiosa editorial como Pre-Textos apueste por segunda vez por tu obra es un motivo de gran satisfacción. ¿Qué significa esa confianza para ti?
Que Pre-textos me propusiera publicar mi primer libro de haikus, Faro del bosque, fue una de las mayores alegrías de mi vida y también una sorpresa, pues me dedicaba a escribir haikus por el placer de cultivar esa estrofa, sin más pretensiones. Con los poemas de La durmiente me sentía menos segura, pues nunca me había atrevido con más de tres versos. Sin embargo, la editorial ha vuelto a abrirme sus puertas y brindarme su apoyo, algo que agradezco de corazón. Gracias a ellos comencé a tomarme en serio como poeta.
Bel Carrasco
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