The capitalist function of the ragpicker de Cristina Garrido
Beyond de Pep Vidal
Louis 21 “The Gallery”
C/ Fourquet, 1. Madrid
Inauguración: el 1 de febrero a las 12h
Hasta el 29 de marzo 2014
The capitalist function of the ragpicker de Cristina Garrido
El título de este proyecto (La función capitalista del trapero) alude a una frase que Theodor Adorno escribió en una carta dirigida a Walter Benjamin. Éste último encarna la idea del trapero de la memoria y, en París, capital del siglo XIX, apunta: “No voy a hurtar nada valioso ni me apropiaré de formulaciones ingeniosas. Pero los andrajos, el desecho: esos no los voy a inventariar sino justipreciarlos del único modo posible: usándolos”. Esta parece ser también la metodología de trabajo de Cristina Garrido, quien nos presenta hojas de sala de exposiciones pasadas, pósteres, bolsas de tiendas de museos y una carta de recomendación que no llegó a usarse. Todos ellos, elementos escogidos por su función y cualidad retórica, además de práctica. Herramientas para la promoción que contribuyen a crear el valor de una obra dentro del sistema del arte actual.
A la artista le interesa “la metamorfosis de valor –tanto comercial como utilitario– de ciertos objetos y espacios. Me detengo para observar los distintos factores que provocan las transformaciones perceptivas dentro y fuera del mundo del arte. En mi práctica, trabajo con aquello que tengo a mi alcance. Comienzo con el análisis del objeto que encuentro, tomo prestado o adquiero; a partir de este momento, busco la manera de subvertir y poner de manifiesto estos cambios de estatus, utilizando procesos como la intervención, la re-interpretación o la colección de los documentos escogidos”.
En este proyecto, encontramos obras recientes que desde diversos puntos de vista cuestionan el proceso de construcción del valor de una obra. Galerías e instituciones, entre otros, concurren al valorar las obras de un artista. En la exposición encontramos algunas hojas de salas convertidas ahora en dibujos. Se trata de textos acompañados del membrete empresarial del lugar donde se se han exhibido y cuyo prestigio acaba inevitablemente “enmarcando” lo que ahí se presenta. La información contenida en las hojas de sala suele tener un recorrido muy breve, se imprimen para leer y tirar, son explicaciones introductoras que casi nunca ofrecen un análisis crítico de lo que describen. El gesto de Cristina Garrido implica así un continuo desplazamiento del sentido del material que ha ido recogiendo en diversas galerías londinenses.
Asimismo, el poster adquirido en la página web de la galería Gagosian aparece ahora despojado de su función icónica, ya que la célebre Fuente de Duchamp se torna invisible, convertida en una pintura que iguala el fondo al primer plano. La pintura misma se apropia también de bolsas de plástico que contenían mercancía adquirida en Photographer´s Gallery o Koening Books, librerías vinculadas a instituciones artísticas como la Serpentine Gallery o Whitechapel. En este proceso de deconstrucción de estas herramientas de difusión y autopromoción, la artista no desvincula su práctica, sino que se incluye en este mismo proceso, presentando una carta de recomendación de una experiencia laboral no vinculada a su oficio artístico, aunque necesaria para su subsistencia económica. De esta manera, nos introduce también en la precariedad del sistema artístico, en un momento histórico donde el apoyo a la investigación se ve drásticamente reducido. Y reflexiona en concreto, por decirlo a la manera de Andrea Fraser, sobre el hecho de que también “nosotros somos la institución” y participamos -más o menos conscientes- de ella.
Entonces, el primer paso consiste justamente en cuestionar la propia metodología, antes de efectuar cualquier crítica. La artista reflexiona en todo momento sobre su práctica y el valor que adquiere en un determinado contexto. Como el trapero, Garrido procede coleccionando objetos efímeros que transforma en minuciosos ejercicios de pintura y dibujo, dando paso a los múltiples relatos que el espectador es invitado a componer, como última pero fundamental pieza del sistema del arte en el que se ve ahora catapultado al visitar la exposición The Capitalist Function of the Ragpicker.
Beyond de Pep Vidal
Pep Vidal trabaja con conceptos relativos a los cambios infinitesimales, aquellos pequeños cambios que se producen constantemente por todas partes. La cadena de modificaciones imperceptibles que continuamente acontecen es infinita y extremadamente caótica. Un cambio deja de ser infinitesimal justamente cuando se convierte en algo visible, cuando ya se ha verificado una variación sustancial. En ese instante, el sistema se modifica radicalmente o incluso llega a desaparecer.
Para el espacio THE WINDOW de la galería Louis 21, el artista propone Beyond, una instalación que consiste en un sistema parcialmente aislado; desde la calle el espectador observa, a primera vista, una ventana tapada con un vinilo negro y luego, al irse acercando, una pequeña luz que emerge desde un agujero no muy grande. Al asomarse descubre un microcosmos marino, un lugar desconocido y parcialmente oculto.
Parece que detrás de la ventana se abre un mundo de agua donde conviven elementos extraños. Independientemente de la reacciones del espectador, este sistema permanece ajeno a casi toda influencia externa.
Desde el agujero observamos lo que ocurre dentro de la ventana, un sistema compuesto por varios elementos, biológicos y artificiales, que interactúan entre ellos. La visión del espectador se descubre incierta; por la distancia que se crea y la densidad del agua, todo acaba confundiéndose.
Pep Vidal incorpora elementos que aunque se escapen a la mirada, influyen de manera sustancial a las condiciones del ambiente que se irá modificando continuamente a lo largo de toda la exposición. Como en el caso de los cambios infinitesimales, no sólo lo que es visible produce una variación. Dentro de este sistema marino se encuentran, entre otros elementos extraños, unas artemias que se mueven en una escenografía próxima a la ciencia ficción. Estos animales prehistóricos prácticamente no han evolucionado desde su aparición; mal se adaptan a nuevos medios y por este motivo viven en sistemas casi cerrados donde no hay posibilidad de interacción de individuos entre uno y otro sistema, y acaban sufriendo endemismo.
Beyond nos acerca a algo que descubrimos hallarse a una distancia diversa de lo que creíamos, donde el nado armónico de seres primitivos diseña siluetas aleatorias entre elementos desconcertantes, difíciles de reconocer. Finalmente, esta instalación de Pep Vidal nos desvela un universo donde los cambios no dejan de sucederse. Pequeños deslices que poco a poco nos conducen hacia un estadio de ensoñación despierta.
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