Juan González: Eugénesis
Ademuz Espai d’Art
En El Corte Inglés de Ademuz (3ª planta)
Av/ Pio XII, 51. Valencia
Hasta el 5 de abril de 2014
CARTOGRAFÍAS DE LA IDENTIDAD
La mirada distópica que Juan González había volcado sobre la transformación del paisaje urbano y sus periferias en las series Dishabitat (2005) y Disurbe (2007), significó un punto de inflexión en su planteamiento de la fotografía. Con Eugénesis (2006), trabajo que realizó en esta misma época, su interés giró hacía el ser humano como algo también en permanente reconstrucción, atravesado por contradicciones y abocado a colisionar con el mundo y con los demás. Esta serie toma el autorretrato como coartada para una reflexión en torno a la identidad personal y las limitaciones del medio fotográfico para aproximarse a un concepto tan aristado. La identidad no es algo dado sino producido, no es tanto una esencia a desvelar sino algo a construir. La identidad de cada individuo, más allá de cualesquiera factores determinantes, es una apuesta abierta sobre el tapete de la vida social, permeable a nuestra interacción con lo(s) demás. Por ello para componer un retrato en vez de fotografiar al sujeto –en este caso a sí mismo–nuestro autor dirige la cámara hacia las personas que han trenzado su vida. Para penetrar mediante la fotografía en la personalidad de alguien no basta, por tanto, con una simple fotografía que aspire a condensarla en su huella física. La expresión de la identidad no se resuelve en un acto fotográfico instantáneo sino en la yuxtaposición de múltiples tiempos de exposición, en el montaje de imágenes fragmentarias de esos otros rostros que son ajenos pero que son uno mismo a la vez.
Eugénesis se articula en tres partes. “Cartografía de lo inicial” en la que presenta las personas que marcaron a nuestro autor en el tránsito de la adolescencia, “Cartografía de lo afectivo” que muestra las mujeres que han llenado su vida sexual y afectiva, y por último, “Cartografía de lo creativo” donde nos descubre las personas que le motivaron para dedicarse a la fotografía como forma de expresión artística. Cada una de estas obras está compuesta por diferentes piezas fotográficas, representaciones parciales de caras y cuerpos, “unidades tipográficas” de un mosaico corporal que aspiran a componer, a partir de sus relaciones internas, un retrato personal. Paralelamente, mediante una instalación de monitores de vídeo, las tres cartografías se funden en un lenta transición de estratos, superpuestos en una imagen final. Este concepto de una fotografía de síntesis, así como el mismo título de Eugénesis, deslizan una alusión a Francis Galton, científico inglés del siglo XIX quien desarrolló una teoría eugenésica para el progreso social de la especie humana a la que dio prueba fotográfica mediante la composición de retratos que sintetizaban visualmente arquetipos sociales, morales e intelectuales. Frente a la genérica “eugenesia” de corte darwinista de Galton, la particular “eugénesis” ideada por Juan González reafirma la inalienable individualidad como (buen) resultado de la dialéctica entre lo inherente y lo adquirido, entre lo esperado y lo fortuito, entre las propias limitaciones y la riqueza del encuentro con otros.
Si, de acuerdo con el teórico de la fotografía Vilém Flusser, la función original de las imágenes es la de servir como mapas para hacer que el mundo sea accesible e imaginable, las cartografías trazadas con las imágenes de amigos, familiares y amantes son un medio para retener el pasado, y pensarlo, pero sobre todo constituyen el modo de imaginarse y comprenderse uno mismo desde el presente. Es cierto que, a pesar de nuestros esfuerzos por dotar de linealidad y coherencia a nuestra subjetividad, ésta está conformada por fracturas, pliegues e interrupciones. Y por ello, la identidad lograda a través de la narración resulta siempre frágil y de una estabilidad precaria. Tal vez se encuentre aquí la razón de que nuestro autor considere que las tomas fotográficas de las personas que componen sus cartografías –su narración– no están completas hasta que los retratados, a modo de introspección, dejan un texto manuscrito que se sobrepondrá a su propia imagen fotográfica. Sema sobre soma: como cicatrices de la existencia y del pensamiento. Juego de escrituras, de códigos, no-códigos y meta códigos, un palimpsesto textual de encaje rizomático. El yo, al igual que Dios, es pura gramática, una ficción, el efecto de categorías con las que el lenguaje interpreta el mundo, o así al menos lo creía Nietzsche.
En la serie Eugénesis se bordea el camino que transita entre la memoria y la ficción, seguramente porque la verdadera aproximación a la historia de uno mismo, el viaje al corazón de lo que uno es y siente, está compuesto de retazos de tiempo que requieren de cartografías diversas. Mediante la yuxtaposición de imágenes del cuerpo, Juan González conjuga el procedimiento del retrato, y del autorretrato, bajo la forma de la constelación, de una imagen no lineal –dialéctica, diría Walter Benjamin– que condensa, experiencias y temporalidades diferentes, consciente de las catástrofes y los sueños de los que estamos hechos.
Enric Mira
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