‘¿A quién pertenece el museo?’
Mesa redonda con motivo de la exposición ‘Aufhebung Project’, de Alfonso Legaz
Librería y Fotogalería Railowsky
Gravador Esteve 34, València
Hasta el 11 de septiembre de 2021
«Así es, dice Hegel, la “prodigiosa labor de la historia”, haber encarnado el contenido total del Espíritu en cada forma, pero a través de un movimiento continuo de lo negativo y del “relevo” (Aufhebung), donde cada forma se agotaba y moría, por revelar para la historia su propia verdad» (Didi Huberman. ‘Ante la imagen. Pregunta formulada a los fines de una historia del arte’).
Según el CIS, casi el 70 % de los españoles no visita museos. Bajo este dramático y sorprendente dato concibe su ‘Aufhebung Project‘ el artista visual Alfonso Legaz, quien ha tratado de dar, además de nombres, un porqué a esta insólita y apenas conocida situación cultural.
Los españoles contribuimos al mantenimiento casi íntegro de estas instituciones culturales y también a fomentarlas, pero cuando Legaz se acercó a Paqui, Jesús o Isa resultó que jamás habían pisado no solo el Reina Sofía, sino siquiera el museo de Móstoles, en su barrio. Tampoco parpadeaban al encontrarse ante un Van Dyck a solas.
El interrogante ‘¿A quién pertenece el museo?’ inaugura una mesa dialógica dentro de las actividades paralelas de esta exposición multimedia que exhibe actualmente la galería Railowsky. Participan en la mesa redonda José Luis Pérez Pont, director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana; Izaskun Etxebarria, profesora asociada en la Universidad de Zaragoza, especialista en investigaciones sobre políticas culturales dentro y fuera del ámbito institucional español; Lucía Peiró, artista valenciana; Juan Pedro Font de Mora, presidente de la Fundación Railowsky; y modera el propio artista.
“Este trabajo no es una crítica institucional, ni mucho menos. Eso es tan sólo una capa”, explica Legaz. La mesa se plantea alrededor de una pregunta y de una serie de valores comunes. “El proyecto se sustenta en la filosofía hegeliana, la misma tesis, como dice el alemán, genera algo o contiene algo que se niega por completo, pero juntas toman una posición optimista”, explica Legaz. “Hay una inmensa cantidad de población que ha sido arrojada fuera del arte a causa de barreras sociales”, añade.
Theodor W. Adorno planteó las consecuencias de la gran masa de gente excluida del arte, originando un arte irrelevante en una sociedad que apenas lo tolera. Así se producen, en palabras de Adorno, “señales de indiferencia: la inquietante sensación de que este arte tanto podría ser diferente como no existir en absoluto”. La pregunta, curiosamente, ha desaparecido en las últimas encuestas oficiales del CIS, pero en los últimos años siempre está por encima del 50 %. La cuestión debe resolverse fuera.
José Luis Pérez Pont, director Centre del Carme, no duda: “El museo pertenece a la ciudadanía. La cultura es una herramienta social”. Los cinco años del CCCC han sido intensos y no exentos de desafíos. “Al final, la cultura siempre está precarizada. Sería mucho más fácil seguir con otro modelo de cultura, pero el proyecto bebe de un trabajo asociativo; respecto de todo aquello que fuimos reivindicando durante años, el CCCC era una oportunidad para ponerlo en marcha. Quería que estuviera al servicio de la ciudadanía. La institución al servicio de la cultura. Cambiar de modelo de gestión cultural”.
Por ello, se sirve de una programación que no va dirigida a especialistas, sino a todo tipo de público con diferentes backgrounds. Que el museo se convierta en un lugar de vida cotidiana es su utopía. También, que pierda esa cualidad sacra para hacerlo posible. “Creo que merece la pena abrir otros caminos y permitir que las cosas se hagan de otra forma”.
La artista valenciana Lucía Peiró incide en que “el museo debe mostrar las inquietudes de la sociedad”. Izaskun Etxebarria apunta que “las obras que se encuentran en los museos tienen un lenguaje que a la mayoría se les escapa, no tienen herramientas. La parte de la población que no entra a los museos es heterogénea. Es fundamental crear lugares comunes. El arte contemporáneo no es cotidiano. Lo recibimos de una forma aislada y descontextualizada. El juego, el humor, quedan fuera. El arte es un objeto de valor de cambio”.
Juan Pedro Font de Mora –sustentador de ese espacio de resistencia en la ciudad que es Railowsky desde hace ya casi cuarenta años, y cuyo espacio resume el espíritu de ‘Aufhebung’– propone acercar el arte a la ciudadanía mediante experiencias más interactivas, didácticas, y comprensibles. “Quienes vamos a museos ya entendemos que el museo es nuestro. Es al resto a quien hay que explicárselo. La función didáctica es fundamental”, opina.
Aquello que no se entiende, no se contempla, y como consecuencia, se rechaza. Los protagonistas con los que se ha trabajado en ‘Aufhebung’ son personas que creen no entender, visitantes sonámbulos que aun dentro de la sala, ya sea frente a un Velazquez o a una instalación visual actual, se cruzan de hombros.
Como concluía el artista Alfonso Legaz, “aun así, todos ellos saben que se están perdiendo algo, pero no saben muy bien el qué”. Con una finalidad reflexiva y dialéctica, el proyecto ‘A quién pertenecen los museos’ pretende continuar planteando esta irresoluble cuestión.
Raquel Bada
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