#MAKMAEntrevistas | Ada Diez (ilustradora)
‘Voces que cuentan. Una antología’ (Planeta Cómic, 2021)
Escriben: Almudena Grandes, Diana López Varela, Estefanía Molina, Eva Amaral, Leticia Dolera, Lola García, Julia Otero, Patricia Campos y Sandra Sabatés
Ilustran: Ada Diez, Agustina Guerrero, Akika Pantsu, Ana Oncina, María Hesse, Raquel Riba Rossy, Sandra Cardona, Sara Herranz y Sara Soler
‘Voces que cuentan’ (Planeta Cómic, 2021) es una novela gráfica antológica compuesta por nueve historias tan íntimas como universales, cada una de las cuales es el resultado de un trabajo colaborativo entre una escritora y una ilustradora. Hemos tenido la oportunidad de hablar con Ada Diez, la ilustradora que ha dado vida al relato escrito por Julia Otero.
¿De qué modo surgió la posibilidad de participar en este proyecto?
Yo recibí un mail por parte de Planeta, del editor, David [Hernando], en el que me preguntaba si quería hacerlo, porque había estado él hablando con Julia [Otero] y había elegido mi forma de ilustrar, había visto una página de cómic mía de otra antología, donde habían participado diferentes artistas, y se ve que tuvo una conexión inmediata. Le pareció interesante mi manera de narrar en viñetas y me preguntaron si quería plasmar la historia de Julia en esta antología.
Al final te das cuenta de que son grandes oportunidades; no me lo pensé, enseguida dije que sí y hablamos de todo un poco: de condiciones, me pasaron el guion… Esto fue justo antes del confinamiento. Sí que hubo una especie de pequeña pausa, pero después se retomó todo con muchísima fuerza y hasta el día de hoy, que ha salido.
¿Conocías a la autora? ¿Cómo fue la toma de contacto?
La conocía como periodista, conocía su programa, conocía su trayectoria… Julia Otero es un referente en España, pero no la conocía personalmente. Sí que tuvimos charlas por teléfono, porque en estas cosas siempre es interesante conocerse en persona para tener intercambios, sensaciones… Pero sí que es cierto que cuando hablamos por teléfono (ella misma lo dice), eran como cafés largos donde enseguida teníamos esa conexión…
Encontramos muchos puntos en común porque, como yo siempre digo, al final su historia parece un reflejo de lo que vivió mi madre: formarse con su padre en un pueblo pequeño; y, aparte, de la forma en la que ella cuenta las cosas –con la fuerza que tiene, algo que es muy cotidiano, que es muy cercano, que es muy familiar–, te das cuenta de que puede tener un impacto como historia.
Desde la editorial se han referido a esta antología como una novela gráfica, pero en la presentación virtual os referisteis a ella como cómic. ¿Cómo la catalogarías tú?
Bueno, se puede llamar novela gráfica, se puede llamar cómic, se puede llamar tebeo. Al final, son distintas definiciones gráficas, creo yo, que también dependen un poco de lo que se quiera transmitir. A mí, sí que es cierto que me gusta mucho la palabra ‘tebeo’ porque es muy nuestra y yo creo que hay que hacer siempre alarde de nuestras propias palabras.
Pero desde Planeta se entiende como una novela gráfica. Sí que es verdad que, además, como hay una gran variedad de estilos, de formas gráficas, de contar, podría estar enmarcando todas las palabras que he dicho, Pero, desde luego, es un gran catálogo de lo que somos capaces de crear.
Y respecto al proceso, ¿cómo se ha realizado la adaptación del texto a la ilustración?
Ella escribió el guion, yo lo recibí, me lo leí, hice mis propios apuntes y decidí un poco por dónde quería tirar. Después, sí que es verdad que me pareció imprescindible seguir hablando con ella ciertos aspectos, por tener referentes claros. Al final, mi historia se sitúa en una época que yo desconozco y que también he tenido que investigar. Y, desde luego, todo lo que ha podido aportarme ella desde su perspectiva ha resultado muy interesante y yo he intentado plasmarlo en el cómic.
Aparte, he intentado darle un cierto aspecto vintage para situarnos en contexto, pero también rompiendo un poco con los colores habituales que se trataban antes: le he dado colores más potentes para aportarle también esa frescura y ese cariño. Entiendo que los recuerdos son algo muy vivo en las personas y eso quería trasladarlo, pero, insisto, manteniendo ese aspecto vintage.
Entiendo que las historias incluidas en esta antología son experiencias muy íntimas, pero a la vez muy universales, ya que muchas de nosotras podemos sentirnos identificadas con ellas. ¿Cómo has logrado transmitir esa intimidad al hacer la ilustración?
Lo comentamos en muchas de las presentaciones que hacemos: es universal porque al final son situaciones que nos pasan a todas las mujeres. De una manera u otra, cuando leemos las historias nos sentimos identificadas, Si no en su totalidad, en la historia, en pequeños aspectos en los que nos vemos reflejadas. Entonces, también es muy fácil hacerlo universal porque la voz de las mujeres es universal; lo que pasa es que no da esa sensación cuando hablamos de determinados aspectos, entonces es superfácil hacerlo transversal a todo el mundo.
Estamos contando historias que sí que han sucedido o que están basadas en historias que conocen, en las que se llega a lo cotidiano. Lo cotidiano puede ser cualquier cosa que nos inventemos o que tenga sensación de cercanía; era muy amplio este aspecto y, desde luego, todas las historias están cubiertas de micromachismos o de historias de superación o de la importancia de los progenitores, de cómo ayudan a formarnos y nos pegan ciertos empujones que nos ayudan, también, a determinar cómo vamos a ser profesionalmente. Estas son historias de todos los días, y eso hace que sean universales, aunque estén cerca de lo cotidiano.
Me gustaría rescatar una cita tuya de la presentación virtual de la antología que ha salido a colación en la pregunta anterior: “Nuestra voz no es una voz de mujer, es una voz universal”. ¿Hacia quién va dirigida la antología?
Desde luego, lo primero que tenemos que hacer es entender que no tiene un público principal, va dirigida a todo el mundo. Hay que dejar de entender lo que crean las mujeres como un subgénero de la creación. Algo que crean las mujeres no quiere decir que vaya destinado a un público femenino; simplemente, que está creado por mujeres, igual que algo que crean los hombres parece que está universalizado y que todo el mundo lo puede consumir.
Sí que es verdad que, al final, da la sensación de que por el capitalismo, por las maneras en que tenemos montada la sociedad, por el marketing, siempre interesa subdividir los productos para vender en mayor cantidad. Pero tenemos que darnos cuenta de que el género del que muchas veces se intenta impregnar a la cultura no es real. Yo siempre pongo el ejemplo de ‘Frankenstein’: imagínate que dijeran que ‘Frankenstein’, porque lo ha escrito Mary Shelley, no es universal, cuando toca temas muy universales. ¿Por qué tenemos que etiquetarnos?
Por otro lado, también tenemos que hacer mucha fuerza por manifestarnos y visibilizar nuestro trabajo porque parece que es algo anecdótico, cuando siempre hemos estado ahí trabajando. Es imprescindible que empecemos a olvidarnos de las distinciones por género y empezar a pensar si son trabajos interesantes, si pueden aportar algo a la sociedad, si pueden hacernos avanzar dentro de la cultura, si tienen una capacidad artística, si tienen una potencia visual y, entonces, darnos cuenta de que, como he dicho antes, nuestras voces son universales. Basta ya de que nos conviertan en subgéneros.
¿Cuál es el principal objetivo de esta antología?
El título es muy claro: ‘Voces que cuentan’. Tenemos voces y es hora de que sean visibles. Además, tenemos voces que cuentan historias muy diversas, aunque todas tengan ciertos puntos en común, porque acaban uniéndose transversalmente. Creo que son unos primeros pasos que siempre estamos dando y por los que siempre estamos peleando para que sean visibles muchos problemas a los que nos enfrentamos, y siempre tenemos la sensación de que nos enfrentamos solas.
Tener esa capacidad de ver lo que a otras personas les sucede nos hace más conscientes de cuáles son nuestros problemas. Nos ayuda a dar nuestros primeros pasos para poder solucionarlos o tener la capacidad de enfrentarnos a ellos.
En la presentación también se comentó que la conquista está en poner el sello de mujer por delante. ¿Crees que está cobrando fuerza?
Sí que está tomando más fuerza porque llega un punto en el que tenemos un trabajo tan potente… También es verdad que, como decía Esther Gili: a ver cuándo podemos ser mediocres y tener la capacidad de triunfar sin ser excelentes. Con nuestra capacidad de hacer, con nuestro talento, estamos derribando con arietes muchos obstáculos que nos ponen.
Sí que es verdad que tenemos que esforzarnos, tenemos que luchar contra ciertos conceptos que el género masculino no tiene que hacer, pero, al final, acabamos encontrando nuestro espacio porque también lo estamos reclamando y también es de justicia que lo tengamos.
Desde luego, queda mucho por hacer porque también parece que se revuelve el machismo cada vez que conseguimos nuestros espacios y nuestras voces. Yo creo que es imprescindible darnos cuenta de que cada vez es más visible, pero no nos equivoquemos, no está normalizado. Seguimos viviendo muchos casos de micromachismos, de acoso, de situaciones que nos suceden simplemente por el hecho de ser mujeres, por lo que no nos podemos dedicar solo a crear, sino que nos tenemos que dedicar a enfrentarnos a ellas, por lo que perdemos mucho tiempo.
En el momento en el que sí que nos podamos dedicar solo a crear y no tengamos que hacer ciertas cosas que por nuestro género nos acaban pasando, es cuando empezaremos ya a normalizarlo y a llevarlo a una igualdad real, porque ahora parece muy bonito en papel, pero nos queda mucho por pelear.
¿Cuáles son tus influencias o referentes?
Yo siempre he consumido cómics desde Naoko Takeuchi con ‘Sailor Moon’, Rumiko Takahashi con ‘Ranma’, ‘Marmalade Boy’, que yo creo que en los 90 se hizo muy popular. Siempre he sido gran seguidora del trabajo de Hannah Höch, que es una dadaísta que no está tampoco en el lugar que se merece, la fotografía de Nan Goldin…
Actualmente creo que las ilustradoras tienen muchísima potencia como Ana Galvañ, que además hace también cómic con Genie Espinosa, con Sonia Pulido. Me gusta mucho lo que hace Emil Ferris, me parece increíble el universo narrativo que crea y cómo lo crea, saliéndose un poco de la norma con lo que dibuja.
Desde luego, al final, te das cuenta de que no solo te influyen artistas de cómic, sino también visualmente, cinematográficamente –yo tengo mucho de cinematográfico, en lo que hago y cómo lo hago–. Siempre recordaré a la teniente Ripley, de ‘Alien’, o el cine de terror, que a mí me ha influido muchísimo, o también el arte japonés, los grabados, con esa línea potente, el uso de los colores…
Desde luego, somos un cúmulo de referentes y poco a poco los vamos plasmando en cómo creamos. Cada día aprendemos y vamos cogiendo un poco de lo que vivimos cotidianamente y lo empleamos en la ilustración, porque los ilustradores tenemos que estar como muy conscientes de lo que nos rodea, tenemos que aprender siempre a mirar y tener esa capacidad de que lo que vemos, transmitirlo de alguna manera.
Y también tenemos una labor educativa, aunque no esté implícita; es algo que siempre tenemos que estar intentando un poco: romper con estereotipos, y eso también me influye mucho a la hora de encontrar referentes y de ver en qué me fijo. Por ejemplo, me resulta muy interesante cuando se construyen las cosas de forma distinta a como estamos acostumbrados.
Y finalmente, ¿tienes algún proyecto a la vista del que se puedas hablar y que quisieras comentar?
Bueno, ahora mismo sí que es cierto que sigo en proyectos de cartelería que voy a tener en 2021. Tiene que ver la luz la portada de ‘Hits With Tits’, también el volumen 7 y, aparte, me encantaría poder seguir con mi labor de directora de arte de Cinema Jove, para lo que tengo grandes planes.
Si todo sale bien, espero seguir trabajando de cartelista y espero poder seguir realizando ilustraciones en diversos proyectos, porque al final también tenemos que darnos cuenta de que todas las crisis acaban perjudicándonos muchísimo a los ilustradores, a los diseñadores, a los creadores, y es muy importante que la cultura siga moviéndose y que siga moviéndose de forma no precaria.
Yo creo que lo que todo el mundo estamos pidiendo ahora es que podamos seguir trabajando; los profesionales queremos trabajar, no hay más. Por supuesto, me gusta lo que hago, pero profesionalmente es lo que nos nutre y es lo que nos anima a seguir creando también por nuestra cuenta.