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‘Backstage’, de Afef Ben Mahmoud y Khalil Benkirane
Con Afef Ben Mahmoud, Saleh Bakri, Sidi Larbi Cherkaoui, Sofiane Ouissi, Hajiba Fahmy, Ali Thabet, Abdallah Badis, Salima Abdel-Wahab y Nassim Baddag
Coregorafía: Sidi Larbi Cherkaoui
Fotografía: Benjamin Rufi
Música: Steve Shehan
Diseño de vestuario: Salima Abdel-Wahab
Producción: Lycia Productions y Mésanges Films
102′, Coproducción Marruecos-Francia-Bélgica-Catar, 2023
39ª Mostra de València-Cinema del Mediterrani
Sección oficial
Hasta el 3 de noviembre de 2024
“Tienes que amar el baile para mantenerte firme”, determinaba Merce Cunningham, un coreógrafo visionario que recondujo el modo de concebir la danza y su puesta en escena a través de la irrupción contemporánea de las artes vivas.
“No te devuelve nada: no hay manuscritos para guardar; no hay pinturas para mostrar en las paredes y, tal vez, colgar en los museos; no hay poemas para imprimir y vender… Nada más que ese único momento fugaz en el que te sientes vivo”.
Acaso un vívido movimiento, necesariamente efímero, capaz de comunicar que cuando bailamos (nos movemos) nos encontramos, quizás, en el mejor de los estados posibles como seres humanos. Un éxtasis a través de la danza, compulsaba Cunningham, que “llega desde el regalo de la libertad”.
Una ofrenda libérrima que bien encarna la ficticia compañía de danza contemporánea Without Borders en ‘Backstage‘, filme codirigido por la actriz y bailarina tunecina Afef Ben Mahmoud y el cineasta marroquí Khalil Benkirane que participa, con su lírica y contundente coreografía audiovisual, en la sección oficial de la 39ª Mostra de València.
Una aparente road movie a cuyo epílogo asistimos como espectadores cuando la compañía escenifica su penúltimo acto a las puertas del Atlas marroquí, donde los bailarines recalan su movimiento en gira tras sortear las fronteras geopolíticas y culturales que la compañía de Túnez encuentra a su paso sobre el proscenio de muy diversos países del mundo árabe.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando este movimiento se quiebra?
“Cuando uno está en el escenario no tiene tiempo; se baila y se viaja de un lugar a otro. Se tiene que producir esta ruptura que vemos en la película, cuando están fuera de su lugar, para que piensen, se replanteen cosas, se vean cara a cara, y así empezamos a eliminar las distintas capas que hay por encima”, compulsaba Afef Ben Mahmoud tras la proyección del filme en los Cines Babel.
Una ruptura con morfología de accidente –la lesión sufrida por una de las bailarinas (encarnada por la propia Afef) a causa de la negligencia ¿intencionada? de un compañero durante el acto final de la obra– que obliga a la compañía a emprender la búsqueda de auxilio médico entre las tinieblas nocturnas del macizo del Atlas Medio, antes de poner fin a su gira internacional en Marrakech.
Ya en ruta, tratando de esquivar a un macaco de Berberia, el autobús que los traslada sufre un doble pinchazo que imposibilita la marcha, varando a los diez integrantes de Without Borders junto a los cedros de un bosque mientras el conductor prosigue a pie, en la inhóspita madrugada, a fin de retornar con ayuda desde confines que tan solo él conoce.
Una consumación de infortunios que brindan a ‘Backstage’ el contexto sobre el que evoluciona la diégesis intencional de sus creadores, cuyas tensiones y afectos –alimentados fuera de campo por la agitada experiencia personal y colectiva del grupo durante su prolongada gira– nos devuelven sus cuitas a través del lenguaje onírico de la danza contemporánea.
“Aquí trabajamos con danza contemporánea y lo más importante es el lenguaje corporal, mucho más que las palabras. Entonces, queríamos que la cámara acariciara a los personajes para ir sonsacando lo que llevan dentro y la tensión que existe”, revela la directora.
Un estado común del cuerpo y de las emociones enaltecido por la naturaleza superior e íntima del bosque, un personaje decisivo en el filme en el que los sujetos/bailarines, hasta ahora cohesionados por el compromiso, se encuentran inermes y desnortados por sus conflictos.
“Tenemos una compañía de danza muy comprometida con el medioambiente y el bosque representa este espacio natural”, afirma Khalil Benkirane. Sin embargo, “en muchas ocasiones, las personas comprometidas con ciertas causas no tienen las herramientas necesarias para hacer nada al respecto”. Por esa razón, corrobora el cineasta, “hemos recurrido al bosque y a la noche como espacios para enfrentar a estas personas comprometidas con dicha causa ante una realidad que no dominan”.
Una causa que protagoniza su volcánico espectáculo en gira, ahora sometido al temor y a las inclemencias de un entorno natural hostil que trata de expulsarlos como seres que contribuyen a su destrucción. Tal vez porque “allá por donde pasa el ser humano va destrozando el medioambiente”, sentencia Khalil.
De tal modo que, ahora sí, fuera del escenario sea donde se desarrolla el verdadero drama. Una tragedia audiovisual radiografiada a través de la danza.
“La principal idea que teníamos es que siempre queríamos que hubiera una coreografía en el filme para que no se perdiera este ADN siempre a través de la cámara. Es decir, que en cuanto los personajes abandonaran el escenario físico se mantuviera el escenario simbólico que representa el bosque”, cerciora Afef.
Un baile nocturno de movimientos contenidos vertebrados por el trabajo del reputado bailarín y coreógrafo belga de ascendencia tangerina Sidi Larbi Cherkaoui, igualmente integrante del elenco de ‘Backstage’, para quien, precisamente, “es muy hermoso pensar que la ruptura es la única manera de crecer”.
“Como seres humanos, somos como langostas: constantemente nos despojamos de nuestra piel; rompemos con el ayer, con nuestros padres, con las ideas preconcebidas, con lo que creemos que es correcto, para encontrar un nuevo correcto”, aventuraba Cherkaoui a propósito de ‘Fractus V’, una pieza de danza contemporánea con la que giró por Europa para explorar las complejidades de la comunicación.
Un ejercicio de despojamiento y ruptura atravesado en ‘Backstage’ por una pulsión cinematográfica que posibilita “un mix entre lo real y lo onírico”, equilibra la dupla de cineastas, con el que “intentamos romper un montón de reglas sobre lo que es real y lo que no”, y en el que “el verdadero protagonista es el grupo. Si uno se quiebra, se rompe la armonía”.
Una cadencia que “en el mundo árabe se aprecia muy bien: hay diversos dialectos [dariya, amazig, árabe palestino, argelino, tunecino] de personas de diferentes lugares, pero nos enfrentamos todos a los mismo problemas, pese a nuestras diferencias de origen, de edad, de sexo… De ahí también el nombre de la compañía”, refrenda Afef Ben Mahmoud. A la par, “la idea era hacer una proclama política para celebrar la comunicación entre los dialectos”, sentencia Khalil Benkirane.
Arenga entre la que se destilan dilemas como la maternidad frente al desarrollo profesional de la danza, las consecuencias de los conflictos bélicos, la emigración forzosa o el retorno a los orígenes…
Una combinación de disyuntivas e incógnitas que “tienen que ver con la luz”, revela Afef. “A medida que nos adentramos en la noche nos adentramos, también, en capas más profundas de estos sentimientos. Gracias al recorrido que sucede a lo largo del bosque, poco a poco, los protagonistas se van abriendo hasta que llega el amanecer”.
Un trayecto que evoluciona de la tenebrosidad a la eclosión del alba elevado técnicamente por la fotografía de Benjamin Rufi, que posibilita que “el bosque, en sí, sea una obra de teatro cuyos límites son la profundidad de la luz, hasta dónde llega y hasta dónde se ve la escena”, afirma Khalil.
Un paisaje nocturno en el que Rufi proyecta sombras y fulgor sobre las heridas emocionales de los personajes, en cuya epidermis destaca el vestuario de Salima Abdel-Wahab, quien interpreta, además, a su homóloga en el filme.
Salima Abdel-Wahab: “Me apasiona la materia y su textura”
“Todo empezó a través del compositor de la música de la película, Steve Shehan”, recuerda para MAKMA, desde Tánger, la artista y diseñadora de moda marroquí. Sería el percusionista y compositor francoestadounidense, cuya obra musical viene acompañando la trayectoria creativa de Salima desde hace más de treinta años, quien la pusiera en contacto con los cineastas. “Les dije que tenía prendas hechas muy de espectáculo, llamativas, que fusionaban muy bien con el tema de la película”.
Fue entonces cuando Afef le dijo: “Tengo un rol para ti” en el elenco ‘Backstage’. De tal modo que, en un momento dado, “vinieron a verme y acepté. Así es como surgió que yo entrase en la producción con dos objetivos: vestir a los actores y participar como actriz por primera vez”, rememora la artista y diseñadora tangerina.
“Lo bueno de Afef –prosigue– es que nos dejó cambiar y reinventar los textos del guion según la personalidad de cada actor. Y lo más curioso de todo es que el rol que me ofrecieron es ser la que viste a la troupe de los bailarines”.
“A partir del tema alrededor de la danza, propuse prendas hechas que permitieran la coreografía y el movimiento”, empleando una combinación de “materias nobles, rudas y, finalmente, silvestres para las que utilicé linos, algodones, sedas, kium, muselina, blonda de encaje y ornamentos de plata y cobre”, desvela Salima.
“En mi proceso creativo uso la teoría de que el orden no altera la regla. Desde la nada, me imagino creando objetos prácticos, decorativos, huecos y vacíos que, posteriormente, podrán llenarse en cuerpos variopintos y singulares que danzan, que se expresan viajando, entretejiendo fronteras, conversando con tolerancia con las etnias, los recuerdos y la sabiduría de nuestros ancestros para así llegar a lo más presente luego futurista”.
“Desde mi intuitivo inconsciente, me apasiona la materia y su textura”, expresa Salima Abdel-Wahab, “y es así como mis manos me piden transformar, manipular y entremezclar al infinito lo insólito, dando volumen, efectos de perspectivas en trampantojo sin escatimar usar mucha materia que permitirá la libertad de movimiento”.
Una libertad cuyos nudos sobre el cuerpo se funden con la coreografía anímica de los personajes. A la postre, un estado emocional, agudo y quebradizo, a partir del que Afef Ben Mahmoud y Khalil Benkirane logran, con ‘Backstage’, “hacer justicia a la danza y seguir celebrando el movimiento”.
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