Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos
Sala Acadèmia de La Nau de la Universitat de València
Universitat 2, València
Hasta el 29 de noviembre

La filósofa Adela Cortina, aludiendo a la sociedad del riesgo de la que hablaba el sociólogo alemán Ulrich Beck, dice que lo que tal peligro nos demuestra “es que los riesgos o se asumen mundialmente o vamos a quedar desarbolados”, añadiendo que “los independentismos y los nacionalismos que cortan los lazos unos con otros son verdaderamente desafortunados”. Cortina es uno de los 50 pensadores a partir de cuyos textos otros tantos creadores valencianos, del ámbito del diseño y la ilustración, han reflexionado gráficamente y de forma crítica en torno a los desafíos que plantea la irrupción de la pandemia por el coronavirus.

A esa visión general del problema mundial causado por la covid-19 y la respuesta a la que nos conmina, la filósofa valenciana ha denominado “hospitalidad cosmopolita”. Una hospitalidad que La Nau de la Universitat de València refleja en la Sala Acadèmia, reuniendo a ese medio centenar de artistas tan bien avenidos como disparmente entregados a la causa crítica de mostrar por dónde chirría esa sociedad del riesgo, ahora expuesta a la letalidad de un virus invisible.

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Diseñadores e ilustradores valencianos participantes en la exposición ‘Coronacrisis y cultura’, en una foto de grupo. Imagen cortesía de La Nau.

Marisa Gallén, Premio Nacional de Diseño 2019 y comisaria de la exposición ‘Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos’, puso el dedo en la llaga cuando señaló que uno de los objetivos de la muestra era “concienciar sobre los desafíos que tenemos como especie”, en estos momentos de incerteza por la pandemia. “Hay que crear una nueva arquitectura política universal, porque la humanidad está amenazada como especie en su totalidad”, añadió.

Gallén insistió en que somos una especie “en peligro de extinción, que lo ha dominado todo y ha destrozado sus condiciones de vida”, para terminar remarcando que el mayor desafío ahora mismo era el de “permanecer vivos”. “Esto no va de la Comunidad Valenciana, de Europa o de África. Va de todos”, resaltó. Por eso Antonio Ariño, vicerrector de Cultura, habló en todo momento de “reinventar la vida, a partir de un hecho existencial que nadie imaginaba, al menos en Occidente”.

Vista de la exposición ‘Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos’, en la Sala Acadèmia de La Nau. Foto: MAKMA.

La nómina de creadores que críticamente someten esa sociedad del riesgo a debate es tan amplia como ilustre, destacando, por citar algunos, los nombres de Pepe Gimeno, Paula Sanz, Yinsen, Dani Nebot, Xavier Monsalvatge, Iban Ramón, María Herreros, Mariscal, Sandra Figuerola, Boke Bazán, MacDiego, Cento Yuste, Paco Roca, Carla Fuentes, Dídac Ballester, Ana Penyas o Escif. Y entre los pensadores, autores como Maite Larrauri, Richard Sennett, Daniel Innerarity, Edgar Morin, Joan Romero, Jane Goodall, Alicia Puleo, Byung-Chul Han, Juan Luis Arsuaga, Noam Chomsky, Ai Weiwei o la propia Cortina.

Seis ejes temáticos van agrupando por pares las obras y los textos de los respectivos creadores y pensadores: Sociedad y vida; valores y cultura; política; ecología; ciencia y tecnología, y economía. Hay ilustradores como Elías Taño que se las han tenido que ver con textos acalorados como el de Naomi Klein: “Necesitamos estar indignados, muy indignados. Necesitamos inspirarnos por el tipo de movimientos de masas que han derrocado a los gobiernos en momentos de crisis anteriores”. Indignación que, como ya dijera el filósofo Daniel Innerarity en otro contexto (su libro precisamente titulado ‘La política en tiempos de indignación’), hay que tener mucho cuidado con ella porque suele dejarlo todo perdido de lugares comunes.

Detalle de la obra de Lalalimola (Sandra Navarro), en la exposición ‘Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos.

Innerarity nos recuerda, ahora en el texto incluido en la exposición y del que se hace cargo gráficamente Fase Estudio, que “en medio de la inmaterialidad de la inteligencia artificial, el transhumanismo y temas similares que estábamos estudiando, de repente un modesto virus nos recuerda nuestra condición corporal, nos devuelve al cuerpo, a la finitud, a la vulnerabilidad”. Y añade: “Y otro tipo de aprendizaje que vamos a hacer, bajo mi punto de vista, es que se pone de manifiesto lo poco que somos capaces de protegernos y lo mucho que somos capaces de autoamenazarnos con nuestra movilidad, con nuestra forma de consumo…y el poco esfuerzo que hemos hecho para encontrar unas protecciones equivalentes”.

Carmen Amoraga, directora general de Cultura y Patrimonio, que junto al Ayuntamiento de Valencia colabora en la exposición, aludió a la reflexión que precisamente desde la cultura se hacía con respecto a esa fragilidad humana delatada por la pandemia. Reflexión crítica, porque, como apuntó Ariño, la muestra tiene un “contenido crítico, porque sin crítica no puede haber esperanza”. “Huimos del buenismo”, aseveró.

Obra de Escif en la exposición ‘Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos’.

La politóloga Seyla Benhabib, cuyo pensamiento evoca gráficamente Juarez Casanova, se hace eco de la contradicción humana, sin duda objeto del arte allí donde éste se interroga más allá del corsé ideológico, poniendo el énfasis en la tensión entre la interconexión y la separación: “De repente, el mundo parece haberse hecho más pequeño, porque el virus está en todas partes; al mismo tiempo, todos estamos más separados, en la cuarentena de nuestros espacios privados”.

Los 50 creadores valencianos, utilizando estilos diferentes ya sea desde el diseño o la ilustración, hurgan en esa contradicción humana, a veces de una forma poética y en otras de una manera más palmaria, por aquello de servirse de las recurrentes mascarillas con resultados variopintos. Los hay más textuales, abstractos y figurativos, líricos o directamente políticos, humorísticos o más serios, pero en todo caso, plenos de una inventiva y cualidad artística sin duda proclives a contagiar sanamente ese mundo que se quiere hospitalario y que, en ocasiones, deviene agreste, cuando no insulsamente mágico.

“A la ciencia ahora de pronto se le atribuyen las cualidades de la religión, incluyendo la inmortalidad. Es decir, vamos a tener energía limpia, de todo, gratis, y además vamos a ser inmortales. ¿Y quién lo va a hacer? “La ciencia”. Eso es pensamiento mágico”, señala el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, al que Dídac replica gráficamente. Esa mezcla de discursos acogedores, en contraposición con esos otros más ásperos e inclementes, junto a ilustraciones igualmente amables u optimistas, enfrentadas a otras de mayor carga explosiva, dibuja el perfil poliédrico de una exposición que hasta el 29 de noviembre acoge La Nau.

Y como el debate “sigue abierto”, subrayó Gallén, no parece descabellado pensar en su itinerancia. “Hay algunas universidades interesadas”, reconoció Ariño, como por ejemplo la de Castilla La Mancha, algunos de cuyos responsables vendrán a verla. “Pueden incorporar artistas de su territorio para que siga creciendo. El efecto de bola de nieve”, apostilló Ariño. Creatividad a raudales para combatir lo real de un virus que está provocando fértiles reflexiones, no exentas de estériles discusiones.

Vista de la exposición ‘Coronacrisis y cultura: Propuestas de creadores valencianos’. Imagen cortesía de La Nau.

Salva Torres