Alex de la Iglesia

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‘El cuarto pasajero’, de Álex de la Iglesia
Reparto: Alberto San Juan, Blanca Suárez, Ernesto Alterio, Rubén Cortada, Carlos Areces, Enrique Villén, Jaime Ordóñez
Cines Lys
Passeig de Russafa 3, València
Lunes 28 de noviembre de 2022

‘El cuarto pasajero’, la última película de Álex de la Iglesia, presentada en los Cines Lys de València, parece evocar al octavo pasajero, el film de Ridley Scott ‘Alien’, cuya atmósfera inquietante del interior de la nave Nostromo diríase emparentada con la que se produce en el interior del coche donde viajan los cuatro protagonistas de la historia del director de ‘El día de la bestia’. “La idea es que, siguiendo la película de ‘Alien’, dejas, efectivamente, entrar a un monstruo en tu coche, y ese monstruo es Ernesto Alterio. Esa es la gracia”.

Así arranca, por tanto, ‘El cuarto pasajero’, con esas resonancias al film de ciencia ficción y terror, pero en clave de comedia con adjetivo: “Es una comedia romántica, pero que tiene también un punto enloquecido que la hace atractiva”, señala De la Iglesia, que se arriesga con ese calificativo en tiempos donde ese tipo de amor está siendo puesto en jaque por el feminismo más puntilloso. ¿Amor romántico, pues, en la era contracultural del romanticismo?

“Una buenísima pregunta y acerada como una navaja. Sí, efectivamente, es difícil ahora hablar de amor romántico. De hecho, en un momento concreto pensamos hacer una película acerca de una novela absolutamente de amor romántico y no la llegamos a hacer, porque los autores, a pesar del éxito que en su momento tuvieron, ahora preferían no hablar de amor romántico e incluso querían cambiar el guion para que no fuera tan romántica, porque las cosas habían cambiado. Y entonces les dije, pues mira, han cambiado tanto que no vamos a hacer la película. Y, sí, ahora debes de tener un argumentario potente para hablar de amor romántico”.

Ernesto Alterio, Blanca Suárez, Rubén Cortada y Alberto San Juan, en un fotograma de ‘El cuarto pasajero’, de Álex de la Iglesia.

‘El cuarto pasajero’, pese a todo, se presenta así: Julián (Alberto San Juan) recurre a una aplicación para compartir su coche con desconocidos, entre los que se encuentra Lorena (Blanca Suárez), con quien ya ha viajado en otras ocasiones desde Bilbao a Madrid y a la que está dispuesto a declararle su amor. Sin embargo, serán los dos nuevos ocupantes, Juan Carlos (Ernesto Alterio) y Sergio (Rubén Cortada), quienes dificultarán esa declaración amorosa, provocando un sinfín de situaciones hilarantes durante el alocado trayecto.

De hecho, el desquiciado trayecto también tiene connotaciones fílmicas: “Echo de menos el tipo de película loca que empuja hacia un mundo delirante en el que no da tiempo a pensar”, refiriéndose el director de ‘Perfectos desconocidos’ a ‘El mundo está loco, loco, loco, loco’ (1963), de Stanley Kramer. “La comedia tiene algo de eso, de recuperar una ilusión, una fantasía, unas ganas de vivir que, con la edad, se te van. Y entonces tienes que pensar en cómo hacer algo divertido, cuando lo que te preocupa es cómo pagar el colegio, cómo salir adelante”, afirma.

Encerrados en ese coche que conduce Julián, los cuatro protagonistas del film irán enredándose en una serie de equívocos, empezando, a nivel técnico, con el propio rodaje. “No hay un coche, sino siete: uno para exteriores; otro que se engancha a un cámara card; uno más, entero, en plató; otro partido por la mitad, para rodar a la gente que está sentada en la parte de atrás, y otro partido a lo largo, para poder unir con una cámara a la gente del asiento de atrás con la de adelante”.

Jaime Ordóñez, Alberto San Juan, Rubén Cortada y Blanca Suárez, en un fotograma de ‘El cuarto pasajero’, de Álex de la Iglesia.

“Al rodar una comedia como esta -continúa explicando el director-, en la que las situaciones son, digamos, muy estrechas entre los personajes, la realización suele ser muy agarrotada. De ahí que decidiéramos despiezar los coches para poder acercarnos con la cámara y hacer movimientos con grúa dentro de un mismo coche”.

Toda la secuencia del atasco, donde finalmente desembocará tan delirante historia, es, de hecho, un decorado. “Montamos un trozo de autopista en un plató, cosa muy difícil a nivel de producción, porque te dicen, “pero, para qué”; pues para poder controlar la situación y no estar muy separado de los personajes. La alternativa era rodar en una autopista cerrada durante unas cuantas horas y luego volver allí al día siguiente y volverla a cerrar. Y todo eso durante dos meses nocturnos, lo cual hubiera sido un rodaje más cansado y difícil. Lo rodamos en estudio haciendo que la izquierda y la derecha de la autopista fueran en negro con unos pueblitos que hacíamos con lucecitas y, asombrosamente, quedó bien, porque hasta ahora nadie se ha quejado”.

Esta road movie o película de carretera, por aquello de proponer un argumento que se desarrolla a lo largo de un viaje, tiene, sin embargo, no la apertura de miras que posee todo viaje, sino la más estrecha visión deriva del encierro en ese coche y en esa autopista. “Me da la sensación -reconoce De la Iglesia- que le tengo miedo a la libertad”, aunque enseguida se explica.

Alberto San Juan y Ernesto Alterio, en un fotograma de ‘El cuarto pasajero’, de Álex de la Iglesia.

“Me encuentro mucho más a gusto cuando encierro a los personajes. Y me da también la sensación de que nos conocemos mejor si estamos encerrados. Imagínate que te quedas encerrado en un ascensor. La persona con la que te quedes encerrado terminarías conociéndola, en su peor momento, mejor que su madre, porque en esos instantes de angustia, allí encerrados, la gente da lo mejor y también lo peor de sí mismo. De manera que si a los personajes los encajonas, se ven obligados a responder de una forma muy rápida a una situación que les compromete como personajes y entonces los entiendes mejor”.

Lo dice sabedor de la fragilidad de los propios actores, a los que -dice- hay que mimar, “porque son personas muy inestables, inseguras, maravillosos si los tratas bien o te pueden hundir la vida. De manera que conducir a un actor por el camino que a ti te interesa es lo más divertido y, al mismo tiempo, lo más complicado de una película. Eso es lo que se llama dirección de actores y es lo más fascinante y algo que no sabes nunca cómo hacer; estás todo el rato probando y ensayando”.

Alberto San Juan, junto a Blanca Suárez, en un fotograma de ‘El cuarto pasajero’, de Álex de la Iglesia.

A Alberto San Juan lo compara con Cary Grant –“soy muy soberbio-“, aduciendo después que es su Cary Grant, “porque es una persona atractiva y al mismo tiempo un tipo simpático. No genera esa violencia que genera Rubén Cortada, que está como demasiado bueno y te corta, aunque luego es un encanto”.

Su inclinación por la comedia, siempre presente en su filmografía, aunque en ocasiones haya sido bajo la forma de películas con un alto grado de sanguinolencia, da pie a que Álex de la Iglesia abogue efusivamente por este género, a su juicio, injustamente tratado. “¿A quién se valora más a una persona que parece muy seria o a otra más cachonda?, empieza preguntando.

“Todos preferimos a la persona seria”, responde, porque, a su juicio, “valoramos más la vida como drama, como problema, como conflicto, que como un lugar divertido donde pasárnoslo bien, que es lo que debería ser. En el fondo, todos queremos a alguien que nos salve de ese momento crítico y peligroso que sabemos que nos va a llegar como premonición de la muerte. De ahí que queramos gente seria, competente, que nos cuente historias dramáticas, porque ahí sí que vamos a aprender. Lo dramático es profundo y lo superficial algo liviano que no llega al fondo de las cosas”.

Para justificar su apuesta por la comedia, Álex de la Iglesia pone el ejemplo de quien ha pasado un buen rato viendo una película de humor, aunque se disculpe luego por considerar que no era una buena película. “Ah, y si pasaste un buen rato, por qué no es buena. Todos caemos en esa tentación de no valorar el humor o la risa como algo serio”. Y añade: “Hay gente que piensa que el drama se puede estudiar y la comedia no, porque es solo risa. Pero, ¿cómo se consigue la risa? Eso sí que es realmente una cosa que necesita de estudio y hay muy poco escrito sobre eso”.

Y ya, como si estuviera pensando en el mejor colofón para ‘El cuarto pasajero’, señala: “Tú ves una película divertida y, cuando acaba, te preguntan por qué es buena, y no lo sabes, porque no has tenido tiempo de pensar; lo has estado pasando bien. En cambio, cuando estás viendo un drama, muchas veces te aburres y tienes tiempo para pensar la película y encontrar solución a un montón de cosas. En una comedia, no tienes tiempo para pensar, porque te estás riendo”.

Alex de la Iglesia
Álex de la Iglesia, en el rodaje de una de sus películas.