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Entrevista a Alonso Ruizpalacios
Premio Luna de València 2024
39ª Cinema Jove
Festival Internacional de València
Hasta el 29 de junio de 2024
La obra del director mexicano Alonso Ruizpalacios se une este año a la estela de directores como Sean Baker, Miguel Gomes o Mia Hansen-Løve en el marco de una nueva edición del festival Cinema Jove, que celebra su 39ª edición en València hasta el 29 de junio.
Al igual que sus predecesores, Ruizpalacios recogía el Premio Luna de València del certamen, en el marco de la gala de inauguración, como reconocimiento, más que a una trayectoria, a la calidad de una cinematografía que representa a un presente aún en marcha, pero que se proyecta con potencia hacia un futuro de grandes posibilidades todavía por explorar.
La carrera de Ruizpalacios comienza, en 2014, con la inclasificable ‘Güeros’, con la que ganaría el premio a la mejor ópera prima en el Festival de Berlín, así como el Premio Horizontes a la mejor película latinoamericana en el Festival de San Sebastián, entre otros galardones.
‘Güeros’ nos sitúa en la ciudad de México de los 90, en medio de una gran actividad política y reivindicativa dentro del marco universitario. En ese contexto, dos amigos, Sombra y Santos, recorren la ciudad sin un objetivo preciso, quizá buscándose a sí mismos en un ambiente de movilizaciones sociales del que recelan abiertamente, cuando no lo desprecian.
Con un humor demoledor y un blanco y negro subyugante, Ruizpalacios derribaba en esta película la solemnidad de los discursos grandilocuentes y la política para poner la atención en las esencias de la vida, en la duda –como dice en esta entrevista–, como guía en un mundo que se descompone a cada paso.
Su México natal sería también el sujeto de su segundo largo, ‘Museo’, galardonado igualmente en Berlín con el Oso de Plata al mejor guion y en el que un Gael García Bernal se entregaba al robo de unas piezas prehispánicas en el Museo Nacional de Antropología. Una divertida película que servía al director para hacer una reflexión sobre la relación de su país con su siempre complejo pasado.
Y de ahí a ‘Una película de policías’, cinta que ya contaría con el apoyo de la plataforma Netflix para realizar un cuidadoso e inteligente experimento formal entre la ficción y el documental con el que el director diseccionaba, con mirada jocosa, las complejas relaciones de su país con la corrupción política y policial.
En medio de todo esto, Ruizpalacios colaboraba en Estados Unidos con proyectos de series como ‘Narcos’, ‘México’ y ‘Andor’, uno de los muchos ramales de la saga de ‘Star Wars’.
Ruizpalacios presentaba su cuarto largometraje, ‘La cocina’, en Berlín este mismo año, basado en la obra de teatro de Arnold Wesker; una excusa para, a través del complejo mundo de la cocina de un restaurante, hacer una reflexión sobre la inmigración de Latinoamérica hacia esos ansiados Estados Unidos del norte que él mismo parecía haber conquistado.
Premio Luna de València 2024. ¿Cómo lo recibiste? ¿Cómo contacta contigo Carlos Madrid, director de Cinema Jove, y te convence para venir?
Bueno, me escribió así de la nada y me dijo: “Oye, queremos darte este premio y hacer una retrospectiva”. Yo, por eso de la retrospectiva, le dije: “Una retrospectiva, pero… es muy pronto para hacer una retrospectiva [risas]. Quizás sea un mal augurio, ¿no?”.
Pero, después, ya me explicó que es un premio para alguien joven todavía, entre comillas, pero con trayectoria, y me pareció lindo ese enfoque del festival de que sea cine de primeras o segundas películas para un público muy joven y, no sé, eso siempre me entusiasma. Luego vi la lista de los directores a los que se lo han dado en el pasado y me dije: “¡¡Wow!!, qué lista”.
Tu primera película es ‘Güeros’. La verdad es que, cuando la vi, me sorprendió muchísimo, sobre todo por esa mirada tan lúcida sobre las supuestas certezas de un cierto activismo político. Pasado el tiempo, ya que estamos haciendo este ejercicio retrospectivo, ¿qué significó para ti? ¿Cómo la ves hoy?
La verdad es que hace un tiempo que no la veo. Yo trato de no verlas mucho, pero es una película que tengo en mi memoria con mucho cariño. Es una película que quiero muchísimo porque hay mucho de mí ahí, de mi familia; mi esposa está en la película, mi hijo tenía seis meses cuando la hicimos y, sobre todo, es una película que hicimos con amigos, también. Por otro lado, es curioso ver cómo, a lo largo de los años, siento que hay mucha gente joven a la que le resonó y que me escriben y me lo dicen, y eso también es muy lindo, sí.
El filme transmite esa libertad de la que hablaste en la gala de inauguración, cuando te dieron el premio. ¿Cómo recuerdas hoy ese ejercicio de libertad a la hora de hacer una película?
Sí, fue una película con esa premisa de juego, de permitirse ser espontáneo, cambiar, filmar cosas que no estaban planeadas. Fue muy placentero. Hay una cita de Truffaut, que me gusta mucho, que dice que hay películas que reflejan la agonía de hacer cine y hay películas que reflejan la alegría de hacer cine, la dicha. Creo que ‘Güeros’ es de esta última categoría; creo que refleja la dicha con la que la hicimos.
Al repasar tu filmografía, me he dado cuenta de que en tu cine hay siempre una búsqueda de una narrativa poco convencional. De alguna manera, tu trabajo parece que siempre está revisando las formas de hacer cine. ‘Güeros’ es una road movie; extraña, pero road movie. ‘Museo’ revisaría el cine de atracos, al que también le das la vuelta. Y ‘Una película de policías’ remite a un cine documental que también tratas de subvertir. A la hora de abordar un proyecto, ¿hay una premisa en ti para hacer una exploración de las formas cinematográficas? ¿O es algo que surge de manera espontánea?
Yo creo que no es una cosa que haya predeterminado; ocurre espontáneamente al hacer cada una de las películas. Pienso que uno tiene que ser honesto y consecuente con las pulsiones que tiene a la hora de crear algo. Para mí, es la única manera de que se manifieste tu personalidad en lo que haces, si eres consecuente y fiel a tus impulsos. Y trato de hacer eso.
Y, sí, supongo que hay un mismo impulso que se manifiesta cada vez, que es el de investigar. Yo lo llamo más investigar, que es como cuestionar la forma, tratar de ver los límites entre lo planeado y lo espontáneo, los límites entre documental y ficción. Eso me llama mucho.
Hay otro elemento también común, que es el humor o la ironía como un eje nuclear de tus películas. Esa ironía, ¿la ves como una máscara para contar algo, es una forma espontánea de expresarte o responde a una necesidad?
No, una máscara no creo. Yo creo que es una necesidad. Decía el otro día que cuando veo, por ejemplo, a mis hijos que construyen algo, ellos tienen como la necesidad de destruirlo, ¿no? Hay un placer en la destrucción, de derrumbar algo que construiste, y eso me fascina.
Y, sí, el humor es como inescapable, para mí es necesario. Me desespera cuando las cosas son excesivamente solemnes y la gente se toma demasiado en serio. No me interesa la gente que se toma todo el tiempo tan en serio.
Parte de tu primera formación es teatral. Hace poco se estrenó la última película de Yorgos Lanthimos, ‘Pequeñas criaturas’, un autor que comparte ese origen en su formación, algo que se ve, por ejemplo, en el uso del espacio como un elemento narrativo. Pero tu cine es muy propiamente cinematográfico, no veo esa influencia de lo teatral en tus películas. ¿Cómo escapas de ella?
Bueno, eso que me dices de que no lo ves lo tomo con un cumplido porque es uno de mis grandes miedos [risas], que se vea algo teatral. También, ahora, el teatro ha evolucionado mucho y creo que, por ejemplo, lo que Bresson llamaba teatral en el cine –contra lo que él reaccionaba– es una teatralidad ya muy vieja, o sea, del siglo XIX o principios del XX, así como de actuaciones acartonadas…
Pero, para mí, que también hago y veo teatro, ha evolucionado de maneras sorprendentes y hoy hay mucho teatro documental, hay manifestaciones más experimentales… Entonces, quizás para mí, cuando pienso en que [mis películas] tienen una veta teatral, pienso más en ese tipo de teatro, en el juego; sobre todo en eso, en el juego.
Ciudad de México y el país en general son el centro de todas tus películas. En tu cine describes un México desbaratado, caótico… ¿Es esa una representación fiel del México contemporáneo o una expresión estética, pasada por el filtro de la ironía, de tú propia visión de tu país y de la ciudad?
Yo creo que cuando uno está representando algo, presentando una película, aunque sea documental, hay un ejercicio de subjetividad, por supuesto. O sea, es como tú ves las cosas, como el director las ve; nunca es como son, siempre es un punto de vista.
Entonces, ahí ya creo que hay una construcción. En cualquier película que veas hay una subjetividad que está siendo ejercida. Yo creo que México es un lugar particularmente amplio, variado, y creo que es muy difícil de reducir; es irreductible. Yo solo intento mostrar ciertos rincones de ese caos, como dices. Pero creo que sí, es muy difícil de capturar.
Pensando estos días en tu filmografía, me di cuenta de que el tuyo es un cine muy político. Y, sin embargo, ese aspecto está como soslayado, de tal forma que, cuando ves la película, no piensas en un cine deliberadamente político. ¿Cómo trabajas ese aspecto de ocultación?, que entiendo que es deliberado.
Sí, claro, eso es algo deliberado. Me gusta pensar en que es político en una segunda lectura o en retrospectiva porque, si no, sería un eslogan, y yo huyo de esas manifestaciones artísticas que son panfletarias.
Me gusta pensar que es más una invitación a reflexionar en temas actuales, del tiempo en el que se filmaron, que un dictado de decir: “Tienes que pensar esto o estar de acuerdo con esta causa”. Me gusta más que sea un cuestionamiento porque yo mismo soy una persona de muchas preguntas y pocas respuestas [risas].
Me llama la atención porque creo que estamos en una época en la que el cine se ha vuelto mucho más discursivo o didáctico, muy panfletario, como dices, y quizá trata menos de incitar al espectador a que piense por sí mismo. ¿Cómo lo ves?
Sí, yo creo que eso es peligrosísimo y más en esta era de la sobreopinión de las redes sociales. Siento que la gente lo que menos tiende a hacer es a aceptar la ambigüedad, aceptar la diferencia de opiniones, y creo que el cine debe ser un espacio para construir empatía, comprensión y, sobre todo, sembrar dudas.
Para mí, ese es el rol del arte. Incluso en los artistas más abiertamente políticos y panfletarios. Brecht, por ejemplo, pienso que fracasó en su proyecto de hacer obras didácticas y trascendieron más como obras complejas. Creo que era demasiado talentoso para sus propios fines de ser panfletario y no logró serlo; en cambio, logró ser complejo y ambiguo y tener muchas lecturas, y eso es lo que lo hace fascinante.
Yo trato de rehuir dar un mensaje o decir a la gente: “Tienes que pensar en esto”. Creo que el cine es un espacio para uno mismo, para pensar mientras lo haces, y espero que detone, también, un espacio para pensar en el espectador.
Hay una cosa que me gusta de tu cine y es que tienes una relación con tus personajes muy afectuosa. Sé quién es el bueno, pero no sé quién es el malo. En todo caso, ese malo es el contexto o el orden que está por encima de ellos. ¿Esto es así?
Sí, creo que, si la estudias un poquito, te puedes enamorar de cualquier persona… Bueno, casi cualquier persona; hay algunas ciertamente imperdonables… Creo que el rol del arte y, también, parte de mi formación actoral es defender todos los puntos de vista.
En tu última película, ‘La cocina’, te trasladas a Nueva York. Pero, al hacerlo, recompones la obra en la que está basada para llevarla al terreno de la inmigración de los ciudadanos de tu país a los Estados Unidos. ¿Es un cambio de mirada, consecuencia de ir fuera de México a contar una historia, o es un punto de vista distinto de la misma cuestión?
Creo que es un punto de vista distinto de la misma cuestión porque, al final, la película está muy enfocada en estos personajes mexicanos, solo que aquí están viviendo en Estados Unidos. Pero, sí, los protagonistas son paisanos míos, y me interesa mucho cómo viven su mexicanidad afuera de México.
Como tus personajes, tú mismo has trabajado también en series en Estados Unidos. Pensaba en tu trabajo y me acordaba de un documental sobre Haneke en el que le hacen una propuesta para trabajar allí, pero él sonríe porque se da cuenta de que la gente que lo quiere contratar ni siquiera ha visto su cine ni entiende nada de lo que hace. ¿Cómo ha sido para ti ese choque cultural con la industria estadounidense?
Estando México tan cerca de Estados Unidos, sí tenemos como mucha más información el uno del otro. No sé, ha sido una experiencia mixta. En general, positiva, pero también difícil, a veces, de conciliar el hecho de filmar en Estados Unidos, en el esquema de Hollywood, en el que todo es más industrializado…
También tiene que ver con las series, que no son el mejor lugar para un director de cine, en tanto que no vas a tener libertad creativa. Sí, es un proceso diferente, mucho más industrializado y, para mí, menos interesante.
Respecto al trabajo con las plataformas, tu segundo filme, ‘Una película de policías’, fue directamente a streaming, y debo confesar que lamenté que no tuviera un estreno en cines. ¿Cómo valoras la aportación de las plataformas a la industria?
Sí, yo también lo lamenté. ¿Qué te digo? Las plataformas son un arma de doble filo. Tienen, obviamente, un gran alcance y, también, hay algo muy lindo en eso de pensar que se puede ver ‘Una película de policías’ en Croacia o en Rumania, o donde sea.
Pero, por otro lado, también sabemos que existen los algoritmos y que las cosas se pueden sumergir y perder como en la deep web de las plataformas, por lo que, a veces, es difícil enterarse de que están ahí si no se las busca activamente.
A mí, lo que más me gusta de una película, definitivamente, es la experiencia colectiva de proyectarla en el cine. O sea, yo sigo siendo cinéfilo y voy al cine, y para mí es la mejor forma de ver una película. Pero es verdad que el streaming te permite ver cosas que no verías de otra forma. Sí, es complejo, son armas de doble filo, efectivamente.
Durante tu encuentro con el público de Cinema Jove, te preguntaron sobre la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Me sorprendió tu respuesta cuando expresaste tu deseo de que se desenganche del líder anterior, López Obrador, que parece que es muy popular y tiene mucha aceptación, sobre todo entre el ala más progresista. Para terminar, ¿cómo verían los personajes de ‘Güeros’ el México contemporáneo?
Díjole, es una buena pregunta. Creo que estarían un poco igual, un poco en medio. Creo que el punto de ‘Güeros’ es que eran estos personajes que, como dicen ellos, están en huelga de la huelga, pero tampoco están activamente en contra de todo.
No están ni a favor ni en contra. Están a favor de ciertas cosas, están en contra de otras. Y esto no quiere decir que les de igual, quiere decir que son personas que cuestionan y que les cuesta trabajo decantarse; son gente que no piensa de una forma binaria. Y cuando las cosas están así de polarizadas, les cuesta trabajo encontrar un lugar propio.
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