Amalur: Madre Tierra, de Iñaki Torres
Espacio 40
C / Puerto Rico, 40. Valencia
Con la actuación de ‘Txalaparta Un Rayo’, Anibal Campo Urkidi y Salvador Martín Valle
Video de Néstor Navarro
Hasta el 15 de diciembre
La mejor forma de tocar tierra es elevándose hacia las estrellas. O dicho de otro modo: para saber de uno mismo, primero hay que perderse: atravesar el desierto de lo real, que dirían en la película Matrix. La obra de lñaki Torres que se presenta en la galería Espacio 40 gira alrededor de esa tierra que merece la pena ver, tocar, incluso oler, con el fin de aproximarnos a lo que los místicos establecieron en relación con el alma.
Para recrear esa «atmósfera telúrica», en palabras del propio artista, éste se vale de todos los medios a su alcance: principalmente la pintura, pero también diverso material vegetal seco, madera, serrín, papel y, cómo no, la propia tierra. Todo dispuesto de manera que el espacio expositivo gravite en torno a esa idea de lo telúrico como paisaje del alma. Ninguna metafísica de por medio. En todo caso, la muy material presencia de la naturaleza como espacio donde lo humano dialoga con lo primigenio.
Que parezcan paisajes capturados desde cierta altura no deja de entroncar con ese deseo de interrogación del ser a partir de la naturaleza que lo constituye. Naturaleza exterior que enseguida va ligándose con la interior de la que emanan esas sensaciones de formar parte de la tierra, la madre tierra, incluso la madre de la que sin duda procedemos. Porque la fascinación por la naturaleza, en esencia, tiene mucho que ver con esa fascinación primigenia por la figura que en origen representa todo, diríase que el Todo, en cuanto fuente de alimento, de seguridad, de confort.
Por eso cuando los místicos hablaban del paisaje del alma, no deja de ser del alma en cuanto ser que anhela ese regreso a la totalidad y, por tanto, alma dolorida. Porque el alma no puede ser otra cosa que alma herida, en tanto alma separada de la naturaleza corporal que en su día la alojó y, como no podía ser de otra manera, tuvo que abandonar ese cuerpo de la madre, metáfora inigualable de la madre tierra.
Atravesar el desierto de lo real, decíamos, para que el ser humano al que nos convoca la obra de Iñaki Torres, primero se pierda en la naturaleza orgánica que el artista nos sugiere, para después hallar la forma de encontrarse más allá de la magnética superficie telúrica. He ahí, pues, ‘Amalur’: vibrante, luminosa, oscura, rugosa, oxidada, inmensa. Superficie en la que el ser se interroga sobre su propia pequeñez, al tiempo que se siente apoderado de la grandeza que en su momento le otorgó aquella figura que lo era todo para él.
Misterio, atracción y peligro de esa Madre Tierra que, en medianas y grandes proporciones, la galería Espacio 40 acoge como proyección de un artista que también proyecta ese magnetismo telúrico en sus series de rostros o figuras femeninas. Tierra para ver, tocar e incluso escuchar como parte intrínseca del sujeto sometido a los vaivenes de sus ciclos vitales.
Inaguración Amalur: Madre Tierra en Espacio 40 from Makma on Vimeo.
Salva Torres
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