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‘Tocar un lugar’, de Ana Esteve Llorens
Comisariado: Galería Set Espai d´Art
Set Espai d´Art
Pl. Del Miracle del Mocadoret, 4, València

Una dualidad de conceptos como puede ser la perspectiva espacial y la producción textil, pueden entenderse conjuntamente de forma habitable en un espacio si se mira desde la perspectiva adecuada. Esta idea es la que nos propone Ana Esteve Llorens en su exposición ‘Tocar un lugar’, una muestra que aboga por remarcar esta importancia del arte textil que cada vez más toma su lugar en el panorama artístico actual. Sin duda se trata de una colección de obras que mira por generar y navegar en esta idea del cuerpo en un espacio, que busca “tocar un lugar” a través de la artesanía y la conexión háptica.

La Galería Set Espai d’Art acoge por segunda vez a esta artista, con una expo prorrogada hasta el cinco de diciembre de este año, y que se incluye en la temporada expositiva Abierto Valencia 2024. Estas once piezas dialogan entre ellas situadas en un espacio totalmente blanco, por lo que los colores primarios de los tejidos inundan toda la estancia. Los módulos, por otra parte, construyen la forma de estar del visitante mediante simples nociones como el numero áureo (1,618033988749894) que, en palabras de la artista, “obtiene relaciones armónicas, equilibrio visual y una sensación de trascendencia”. En general la muestra explora como los tintes naturales interactúan con los módulos geométricos en el espacio expositivo.

Ana Esteve Llorens «Sin título (Azul de agua con roca y espacio)», 2024. Cáñamo teñido con Añil tejido a mano en urdimbre de algodón, sobre lino, espuma y madera, esmalte. 135,5 x 135,5 x 5,5 cm.

En cuanto a las obras en sí, son bastante destacables piezas como “Sin título (Gran amarillo sol de San Marcos Tlaxuchilco)”, que fue la primera obra de toda la muestra y que vertebró en cierta manera las demás y “Sin título (Rosa palo Sonora – Lockhard)”; ambas destacables en la sala por su tamaño. También una mención honorifica de “Sin título (Modularis Naturae), la cual esta echa desde la propia medida de la artista y, según Carmen Cabreros, curadora e investigadora, “seria la propia llave de entrada a ‘Tocar un lugar’”. El uso de ciertos materiales es un esencial en la expo, sobre todo para los tejidos, realizados en cáñamo europeo, teñido mediante tintes como el zacatlaxcali, el palo de Brasil o el Índigo, dotando a las piezas de unas singulares tonalidades. La cera de abeja también ha sido un presente en los módulos. 

Si hay que indagar en el significado propio de las obras, está claro que el ámbito de los módulos entendidos como esta idea de patrones repetitivos y estructuras geométricas, vienen interpelados por la cera de abeja que aporta ese toque natural amarillento, abriendo las formas a posibles ventanas colocadas en el espacio expositivo. Estos módulos conectan de alguna manera a través del espacio con los textiles, situados en el propio lienzo remarcando el espacio vacío.

Además, está bastante clara la relación de los pigmentos y de los colores con el discurso de la muestra, en palabras de Esteve Llorens: “Me interesa mucho como el color de esta manera queda vinculado a un lugar, a una temperatura, y a unas condiciones ambientales. Entonces se convierte en un registro único de algo que se da en un espacio físico y temporal concreto, y que no puede volver a repetirse. Lo especial de estos colores es que son únicos, y no se pueden reproducir”.  Estas obras dialogan entre ellas revalorizando el proceso artesanal y la presencia del espacio, como una forma de estar conectadas a la artista ya que ella es la herramienta principal.

Ana Esteve Llorens «Sin título (Modularis Naturae)», 2024. Madera, esmalte. 183 x 142 x 116 cm.

Esta exposición es fruto de la estancia de la artista en la Escuela de Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en la ciudad de México, donde Ana Esteve conoció el telar colonial y sus técnicas de tejido, que le ayudó a realizar la gran parte de las piezas comentadas anteriormente. Esta idea de conectar con las artesanías locales, así como los pigmentos también originarios de esta zona, hace de la experiencia del tejido más placentera, conectando al visitante con elementos de otras culturas.

De su estancia la artista destaca que, “Además de todos los aspectos técnicos de manejo de herramientas y materiales…aprendí a apreciar profundamente el valor de lo artesanal, la relación con la naturaleza, las posibilidades hápticas de las fibras y el color. Pero sobre todo aprendí a no querer entenderlo todo…a valorar, apreciar e integrar los aspectos del proceso que no se pueden controlar”, sentimiento muy bien reflejado en sus obras. 

Para concluir este artículo, la artista nos deja claro el aspecto de la visión amplia del visitante hacia la muestra, dando pie a la interpretación subjetiva. Sin duda, es una muestra que bien explicada es capaz de intercalar en las reacciones de aquellos que no están acostumbrados a contemplar arte relacionado con las nuevas modernidades y al minimalismo. Ha sido muy interesante conocer el aspecto relacionado con las artesanías y el tejido, siendo un campo que estaría interesante seguir desarrollando en futuras exposiciones para poner en valor el arte textil y sus posibilidades aplicadas al marco artístico.