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‘En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’
Ilustraciones de Ana Penyas e investigación social de Alba Herrero
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València
Del 10 de noviembre de 2022 al 23 de abril de 2023
“Una casa es un lugar de producción (una fábrica de trabajos domésticos) y un lugar de consumo (un ámbito en el que se vive y convive)”, asegura Jesús Ibáñez -de quien se cumple el 30 aniversario de su fallecimiento- en uno de los apartados de su libro ‘Por una sociología de la vida cotidiana’. La ilustradora Ana Penyas y la investigadora social Alba Herrero se hacen cargo de ese lugar de producción, poniendo el foco en la historia de 35 mujeres que vienen a ser el reflejo de las trabajadoras del hogar entre los años 1930 y 1997.
También se ocupan del lugar de consumo, en un proyecto que viene a sumar la narración gráfica y la sociología, para resaltar los diferentes modos de convivencia entre quienes empleaban a las mujeres para sus labores domésticas y las propias trabajadoras. Modos de convivencia que expresan “las contradicciones entre unos y otros para entender una realidad tan poliédrica”, explicó Alba Herrero, durante la presentación de la muestra ‘En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’, que permanecerá en el IVAM hasta el 23 de abril del próximo año.
“Teníamos muchas historias de vida, atendiendo a lo que subyacía en cada época”, aseguró Ana Penyas, que precisó después los diferentes imaginarios creados en torno a la figura de las sirvientas, criadas o trabajadoras del hogar: desde la criada “víctima y sumisa” de los años 40, a las que luego aparecen como “criadas eróticas” en muchas películas de los 60, para derivar en esas otras más luchadoras de las reivindicaciones sindicales y las inmigrantes extracomunitarias de la más reciente actualidad.
La exposición, además de las ilustraciones de Ana Penyas, que vienen a subrayar la victimización de muchas de esas trabajadoras del hogar junto a su carácter resistente, cuenta con abundante material documental, gráfico y audiovisual, como carteles de algunas películas protagonizadas por una pizpireta Gracita Morales o el más sombrío relato ‘Las criadas’, de Jean Genet.
El espacio de producción (zona de servicio) y el espacio de consumo (zona habitable) no solían superponerse, tal y como apunta Jesús Ibáñez en su texto sobre la casa en la sociedad de consumo. “Bien es verdad que las conexiones de producción y las conexiones de consumo correspondían a cuerpos diferentes: criados y señores”.
Criadas y señores que, en la exposición del IVAM, en tanto museo convertido en instrumento dedicado a la transmisión de mensajes sociales (“los museos pueden contribuir a transformar los imaginarios, para transformar positivamente el presente”, señaló Nuria Enguita, directora del instituto valenciano), aparecen claramente definidos como víctimas de la explotación laboral, los primeros, e indignos explotadores, los segundos.
“Bien es verdad que todas las conexiones eran represivas: pues no liberaban el deseo de los cuerpos, sino que los sometían al funcionamiento de la casa-máquina”, subraya Ibáñez. De manera que como sucede, por ejemplo, en ley de extranjería, incluso en el marco más abierto de la ciudad, al mismo tiempo que el flujo de la calle se ve sometido a la intervención policial, en el centro de la imagen habita un funcionario que parece controlar todo ese flujo, pero igualmente encorsetado entre paneles, como la policía del pensamiento del ‘Gran Hermano’ orwelliano.
En el libro catálogo que acompaña la exposición, hay múltiples relatos de esa realidad poliédrica y contradictoria narrada por las 35 mujeres que vienen a radiografiar el mapa de las trabajadoras del hogar durante casi un siglo. Se habla de paternalismos, de estudios, de migraciones, de lo que supone estar interna, de los trabajos dentro del trabajo, del reparto de las tareas dentro de casa, de la humillación como forma de relación o de los abusos legales.
“No es una historia lineal, sino circular”, resaltó Herrero, para poner el acento en esa repetición de la invisibilidad y la precarización de las trabajadoras del hogar. “Ahora se vulneran derechos como en los años 40”, añadió. De manera que la clase trabajadora de entonces, ahora en calidad de empleadora, se halla expuesta a la misma serie de contradicciones que convierten a criadas y señores en parte de una misma casa-máquina.
“Tenés a las compañeras feministas que van a una marcha y pueden manifestarse porque tienen a otra mujer en su casa con una situación más precaria y más complicada que le está cuidando a los hijos, haciendo la cena, planchándole la ropa, haciendo las camas, todo un montón de cosas mientras la señora está ahí poniendo pancarta, ¿entendés?”, señala Gala C.
“Cuando Ana Penyas y yo empezamos este proyecto teníamos sobre todo contradicciones y mucho ruido… El ruido como altavoz de la controversia y de la complejidad, el ruido como alerta de la heterogeneidad de situaciones”, apunta Herrero en su texto del catálogo.
Por mucho que ‘En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’ se pueda dar a entender que la dialéctica amo-esclavo está construida como un espacio cerrado de víctimas y verdugos, lo cierto es que Ana Penyas y Alba Herrero lo que hacen es alentar, mediante el ruido con el que iniciaron su proyecto, cierta reflexión más hegeliana acerca de las contradicciones que palpitan en la dialéctica del amo y el esclavo.
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