“Mi trabajo explora la morfología de las plantas, su psicología y las narrativas que habitan dentro de ellas. La naturaleza no es solo un tema, sino una necesidad para el equilibrio en la vida cotidiana. Debido a esta necesidad, comenzó mi interés por el dibujo botánico, exploraciones en terreno y la manipulación de objetos vivos para luego ponerlos en distintos contextos. El medio ambiente en el que habito está directamente ligado con la recolección de materia prima para mi trabajo. Esta relación emocional y a la vez científica con las plantas es una parte esencial para entendernos como seres vivos”.
La obras de la artista chilena Andrea Lira forma parte del proceso natural de la vida. Su trabajo es poético, logrando la simbiosis perfecta entre el arte y la naturaleza bajo la frescura de la mirada contemporánea de una artista que transforma y fusiona, que juega a crear ritmos, pulsiones tras un largo trabajo de campo que se caracteriza por el tiempo de observación y la paciencia.
Naturaleza meditada y estudiada hasta al límite. Originalidad y mutabilidad. Andrea Lira da vida a nuevas formas, dando rienda suelta a un mundo onírico. Verde sobre blanco, con contados toques de color, creatividad e ingenio. La chilena consigue que de lo inerte brote la vida de forma natural y mágica.
Orgánico e inorgánico. Arte de contrastes y tensiones. La artista es una creadora de ilusión, juega con la percepción visual y logra unas texturas y matices que transportan al espectador a un mundo único en el que ella ha experimentado con distintas especies de plantas y flores que recolecta y combina hasta dar con múltiples composiciones rítmicas que no dejan indiferente a nadie. Si hubiera que definir su trabajo, podríamos destacar que todo es delicadeza y armonía al servicio de los sentidos.
Pregunta: La curiosidad puede conmigo. Viendo tu trabajo, me pregunto: ¿Cuándo y por qué empezaste a trabajar con elementos orgánicos? Me refiero a tus trabajos que denominas o clasificas de ‘botánicos’.
Andrea Lira: Mi interés por trabajar con plantas y cosas vivas surgió por una necesidad de estar más conectada con los ciclos naturales del cuerpo y el medio ambiente. Yo viví mucho tiempo desconectada de la naturaleza entre Manhattan y Brooklyn, donde trabajaba el formato digital. Un día tuve la oportunidad de ir a las montañas de «Catskill», al norte de New York, y me enamoré de la naturaleza, me obsesioné. Comencé a soñar con ella y mis dibujos fueron cambiando orgánicamente y, poco a poco, mis personajes se fundieron más y más en el bosque hasta desaparecer. Después empecé a salir al aire libre, observar las especies de mí alrededor, recolectar y trabajar con la materia prima de mi medio ambiente. También comencé a tomar cursos de dibujo botánico, y clases de huerta casera y conservación de semillas para entender más su morfología. Las plantas son muy generosas, siempre te sorprenden y te dan alegría.
P: Particularmente, me fascina tu serie ‘Gabinete de curiosidades’ ¿De dónde y cómo surgió la idea?
A. L.: Gabinete de curiosidades es el nombre de mi última exposición y el hilo conductor de una serie de experimentaciones con especies nativas y dibujos inspirados en las plantas.
Antiguamente, los gabinetes de curiosidades eran los primeros museos donde los exploradores mostraban las rarezas encontradas en los lugares más recónditos. Mi taller se fue convirtiendo en eso, después de meses de recolectar distintas especies, dibujarlas, clasificarlas, observar su forma, transformación y descomposición. Comencé a intervenirlas, a trabajar con ellas y relacionar los distintos mundos naturales con la vida en la ciudad. Me di la libertad de crear mis propias especies, conectadas con artefactos urbanos, plantas sintéticas y naturales. Finalmente, me di cuenta que la particularidad y la belleza de cada especie se aprecia mejor cuando están fuera de contexto, y se ordenan taxonómicamente; entonces, diseñé una vitrina para que el espectador las observara con el respeto que cada especie merece.
P: Tu obra transmite delicadeza pero, sobre todo, elegancia. Es bella y pura. ¿Es un efecto intencionado, buscado?
A. L.: Creo que la belleza existe cuando la obra refleja honestidad. Cuando es directa y simple. Gran parte de mi trabajo usa la naturaleza como materia prima, y las personas sienten cierto placer al enfrentarse con ellas. Trato de no ser hermética con el trabajo y compartir lo que encuentro bello o interesante. Cuando otra persona se conecta con esos gestos, se crea una química donde las ideas se conectan a través de la forma. El lenguaje del arte debe ser universal como el lenguaje de la naturaleza. En general, no busco belleza sino la sencillez, la rareza de cada especie o trazo y, observar como con pocos gestos se puede transmitir algo único.
P: Compaginas tu labor de artista con distintos proyectos de ilustración ¿Existe mucha diferencia? ¿El proceso creativo dista mucho de uno a otro?
A. L.: El proceso cambia en un aspecto muy importante. Cuando ilustro o hago una animación, creo con un fin específico. Mientras que cuando hago arte estoy creando por el placer de crear o por una necesidad de explorar un mundo desconocido, como cuando éramos niños. Siempre me gusto dibujar, a otra gente le gusta hacer deportes o escribir. Yo me moriría de aburrimiento sin explorar la vida a través del proceso artístico. Dibujar siempre me ayudó a entenderme mejor. Después de casi 10 años haciendo animación e ilustración en New York, me volví a Chile para concentrarme en mi propio trabajo. Explorar la naturaleza de mi país y lograr un equilibrio entre el mundo del arte y la ilustración. Creo que ambos se complementan y me gusta mucho estar aprendiendo de disciplinas y personas tan distintas. Pero no me considero una ilustradora, sino una dibujante experimental.
P: ¿Qué es para ti ser artista? ¿Vocación o profesión? ¿Por qué decidiste dedicarte al mundo del arte?
A. L.: Para mí fue una vocación muy marcada que fui desarrollando desde niña, era lo que mejor se me daba y la forma que tenía de comunicarme con la gente. Pero más tarde, cuando quieres vivir de eso, debes ser muy perseverante y profesional como en cualquier otra profesión, incluso más. Puesto que los frutos son mas tardíos y los resultados, muchas veces, subjetivos. Pero cuando tienes vocación, no tienes opción, o te dedicas al arte a tiempo completo o vives toda tu vida pensando en eso sin alimentar tu alma. Yo trabajé durante años en el mundo de la animación y el diseño en New York, pero nunca deje de hacer arte. Desde hace un par de años que me dedico al arte a tiempo completo y, los proyectos más comerciales los tomo solo cuando me dan verdadera libertad creativa, y se complementan con mis intereses como artista. Mientras más experiencia tengas, más herramientas se tienen para hacer cosas. Creo que el artista cuanto más maduro más puede compartir con el mundo.
P: El año pasado cruce el charco por primera vez para ir a México y me enamoré de los colores y la luz. Tu que has viajado y has vivido fuera de Chile ¿Cuándo trabajas fuera de tu entorno concibes las obras del mismo modo? Supongo que Chile y tu ciudad te influyen a la hora de trabajar, ¿No?
A. L.: Creo que es esencial darse el tiempo de viajar, salir solo a explorar, hacer residencias de arte e intercambiar ideas con otras culturas. Uno aprende cada día cuando estás con las antenas puestas. Mientras más ajeno eres al lugar más perspectivas nuevas puedes ofrecer. Te vas haciendo como un diccionario visual.
Yo volví a Chile después de 12 años fuera porque sentía que tenía mucho por conocer. Geográficamente, Chile es muy interesante. Tenemos el desierto de Atacama en el Norte, el bosque húmedo en el Sur, clima mediterráneo en el centro, el Océano Pacífico al Oeste y la cordillera de los Andes al Este. Finalmente, la Patagonia y la Antártica Chilena, todos paisajes muy extremos y distintos que nos definen. Muchas veces para apreciar tu tierra debes salir y explorar otros lugares, ver cómo la gente se conecta con su entorno. Mi trabajo está directamente ligado a mi medio ambiente, al viaje, a la observación y recolección, para luego dibujar y plasmar ese recorrido. Cuando estuve en Beijing, China, mi obra y forma de pensar cambió rotundamente; lo mismo me ocurrió cuando fui a hacer una residencia a Berlín, al igual que cuando viajé a Cuzco o me fui a vivir al Sur y al Noreste de Estados Unidos. Mis viajes siempre han estado relacionados con algo que quería aprender, ya sea culturalmente o geográficamente del país. Creo que tenemos mucho que aprender de lo que nos dejaron nuestros antepasados y darle una mirada fresca a ese conocimiento. Ahora me gustaría ir a Japón para aprender más acerca de cómo trabajan con la naturaleza. Es impactante ver la belleza que se puede transmitir en los Ikebana. Pero no siempre se tiene la oportunidad de viajar y detener la vida cotidiana y las responsabilidades que ello conlleva. Por eso es importante valorar lo que tenemos cerca, los misterios del día a día, lo que la gente te aporta con su experiencia y buscar dentro de ti esas transformaciones, que pueden florecer tanto a través de un viaje, como leyendo o teniendo un momento de contemplación en jardín de tu casa.
P: Siempre me gusta preguntar sobre referencias o influencias artísticas ¿Quién o quienes han sido para ti importantes a la hora de concebir y construir tu vocación de artista?
A. L.: Mi primera referencia fue mi padre quien, a pesar de su vocación de médico, fue un gran dibujante y naturalista. Él me enseñó a contemplar las flores, la fragilidad del cuerpo humano, los insectos y la biología en general. Después fui encontrando mis propios referentes visuales, muchos de ellos fueron artistas más performáticos, que trabajaban con el cuerpo como soporte, como Bruce Nauman, Vito Aconcy, Ana Mendieta, la bailarina Trisha Brown y Pipilotty Rist con sus vídeos. Después, me fui enamorando del minimalismo y la abstracción de Sol Lewitt, Agnes Martin y Cy Twombly, por decir algunos. De los más contemporáneos me gustan Camille Henrot, Ai Weiwei, Nadine Fecht y Jennifer Angus. Hay varios dibujantes y artistas contemporáneos muy buenos que trabajan la con naturaleza hoy en día. También he sido influenciada por libros infantiles y novelas gráficas que colecciono desde pequeña; a ellos les debo el carácter más lúdico de mi trabajo. Ahora la mayoría de mis referentes vienen del mundo de la botánica, ecología y psicología.
P: ¿Qué dirías que predomina en tu obra el color o la forma? ¿Buscas ser figurativa en tus composiciones?
A. L.: Definitivamente, la forma. Pasé mucho tiempo dibujando únicamente en blanco y negro, ya que mi interés estaba más ligado a la búsqueda de una línea fresca que me sorprendiera a mí misma y no quería desconcentrarme con el color. Me interesaba más el movimiento, la expresividad de la línea, la repetición y los distintos valores tonales que pueden expresar tanto o más que el color. El dibujo siempre me ha fascinado por ser un lenguaje directo y menos pulido. Fascinación que nació al mismo tiempo que mi interés por el baile, por eso siempre han estado relacionados para mí. Dibujar es como trasladarse de un lugar a otro.
Cuando hacía animación e ilustración siempre retrataba la figura humana, concretamente mujeres. Me interesaba su versatilidad interna y externa, pero, poco a poco, mis modelos cambiaron por plantas, árboles y semillas. Ya había explorado todo lo que tenia que explorar y me obsesioné con las rarezas de la naturaleza y sus transformaciones, llevándome a un dibujo menos literal.
Finalmente, el color también apareció, ya que es difícil evadirlo cuando trabajas con plantas vivas. Ahora, soy mucho más conciente de él y me gusta mucho clasificar las especies dependiendo de su color. Una hoja verde y viva tiene mucho contraste si la pones en contra de algo sintético; se crea vida espontáneamente, lo mismo pasa cuando observas todas las gamas de cafés, sepias y amarillos. En cambio, cuando las plantas se secan, son más delicadas y nos dan una cierta sensación de nostalgia propia de nuestro distanciamiento con la naturaleza. Trato de no trabajar con muchas flores, ya que sus colores muchas veces se apoderan mucho de los dibujos, solo uso algunas como acentos -pequeños toques-, me gusta mucho el magenta que se ve en la flores. El color es un tema en sí tan amplio y misterioso como la forma.
P: Todos tenemos aspiraciones, sueños e ilusiones. Si no es indiscreción, ¿qué supondría o sería para ti triunfar en tu profesión?
A. L.: Tener la fuerza y libertad de hacer y compartir mi trabajo. Eso es triunfar para mí. No existe nada peor que una historia no escrita. Me gustaría seguir viajando a través de mi trabajo, continuar trabajando con el medio ambiente y aprendiendo sobre ecología. Pretendo estar siempre al tanto de los conflictos que vivimos como sociedad y, así, transmitir un poco de paz a través de mi trabajo. Crear conciencia de la belleza de lo simple y valorar y apreciar lo que la naturaleza nos da. Por otro lado, también aspiro a encontrar el equilibrio entre la vida familiar y profesional, poder ser una buena persona, madre y artista. ¡Sin el amor de los otros no hay triunfo profesional que valga la pena! Nada se consigue solo en esta vida.
P: Amén a eso. Cambiando totalmente de tema y para finalizar la entrevista… Quería saber tu opinión respecto a un tema que nos está afectando bastante en España, y es que muchos artistas -mayoritariamente jóvenes- se ven obligados a emigrar dado los recortes y apoyos culturales, pero, sobre todo porque no se sienten valorados ni reconocidos ¿Cómo es la situación en Chile?
A. L.: El reconocimiento se adquiere lentamente, no hay caminos cortos en el éxito. Y, como dicen algunos, es más difícil ser profeta en tu propia tierra. Por alguna razón, cuando uno muestra su trabajo fuera lo hace con mayor seguridad. Sin embargo, lo importante es tener claro que tu trabajo es de calidad, y no una moda. Así que, tarde o temprano, uno encuentra a gente que entiende tu trabajo, te apoya y se crea una demanda.
Chile es un país relativamente pequeño, que tuvo un gran auge cultural en los 60. Aunque, posteriormente, si que existió la censura con la Dictadura, que provoco un cierto estancamiento cultural. Porque muchos intelectuales y artistas se vieron obligados a emigrar a Europa, cosa que hizo que los más joven crecieran en una Chile un poco gris donde muchos de los temas eran tabú. Ahora hay mucha más libertad de expresión y, los artistas chilenos están más conectados con las tendencias. No es todo tan formal, se están formando espacios alternativos en las galerías comerciales para darles un mayor espacio a los artistas emergentes. Pero aún así, hay muchos más artistas que oportunidades y los fondos del gobierno no alcanzan a cubrir todos los proyectos artísticos. Definitivamente, creo que debería haber más motivación e iniciativa empresarial para apoyar el mundo del arte, no todo está en manos del gobierno.
No es fácil ser artista, pero para mí no es una opción, y tarde o temprano, si uno es persistente ve los frutos y descubre como vivir del arte. Cuando uno hace lo que ama, el dinero es una consecuencia.
Irene Gras
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