#MAKMAArte
Entrevista a Antonio Salinas
Homenaje al diseñador en Molteni&C
Cirilo Amorós 50, València
Al entrar a la flagship store valenciana de Molteni&C, la primera impresión que tenemos es que se trata de una tienda de muebles, aunque no es así. “Este espacio se ha creado como un espacio para hacer proyectos, para invitar a arquitectos, diseñadores, a gente con talento que le guste la marca y puedan traer sus clientes para que se sientan como en casa”, aclara Ruslan Zakharov, el propietario del lugar.
La afirmación del empresario cobra aún más sentido durante el evento de homenaje al diseñador de interiores Antonio Salinas, que se celebró en Molteni&C a mediados de septiembre, coincidiendo con la València Disseny Week, la Feria Hábitat y el València Design Fest.
Antonio Salinas nos recibe de manera amable y cercana; en algunos momentos llega incluso a demostrar cierta timidez. A la vez, se trata de uno de los grandes nombres del interiorismo valenciano, con una prestigiosa carrera desarrollada entre España, Italia, Alemania, Francia y Grecia.
Entre sus proyectos locales más reconocidos están la restauración del antiguo edificio Lauria, el Hotel Plaza del Mercado, la nueva sede del Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunidad Valenciana (CDICV) y las decenas de clínicas Baviera que hay en España.
Fue en reconocimiento a toda su trayectoria y a la calidad de sus proyectos que Ruslan Zakharov decidió hacer el evento en homenaje al diseñador. “Es el primero que se lo merece”, refuerza el empresario.
Salinas, por su parte, nos cuenta que “a Molteni la conozco de toda la vida y es una empresa que siempre me ha gustado, porque detrás de esa fábrica familiar –que el abuelo, con 82 años, recorre la fábrica en bicicleta–, la marca tiene una investigación brutal y ha colaborado con los grandes diseñadores del mundo de toda la época”.
El abuelo a quien se refiere Salinas es Carlo Molteni, hijo del pionero de la marca, Angelo Molteni, quien fue, además, uno de los fundadores del Salone del Mobile de Milán.
En cuanto a los grandes diseñadores que colaboraron con la empresa, Salinas nombra antes de nadie a Gio Ponti, pero también habla con gran admiración de Aldo Rossi y del Piroscafo que presentó en 1991; de la mesa ‘Nomos’, de Norman Foster, “una estructura que está toda como al aire. Vuela”; de la mesa ‘Less Less’ y del sofá ‘Skin’, de Jean Nouvel; así como de Ron Gilad y de Vincent van Duysen, actual director creativo de Molteni.
“Pero si yo fuese de una marca, pondría una tienda de esa marca. Lo que pasa es que un mueble de Ron Gilad, por ejemplo, si lo pones en un espacio es fácil armonizar con otra firma», sopesa Salinas. «A mí lo que me importa en mis diseños es que todo conviva”.
Y ¿cuáles son las premisas que tienes a la hora de desarrollar un proyecto?, le preguntamos.
“Es muy importante la conexión entre espacios», indica Salinas. «Una vez que llegas a eso, esa propia circulación ya te va diciendo dónde está el sofá, el mueble, el cuadro. Luego, la iluminación; creo que es una de las cosas más importantes de una casa. A mí me gusta triangular mucho los espacios en cuanto a la luz”.
Además de eso, Antonio Salinas hace hincapié en la materialidad de los elementos. “El mezclar cerámica con madera, productos naturales. Es muy importante la materialidad y cómo vas mezclando los elementos para que esa casa resulte cálida, que te apetezca vivir en ella”.
El diseñador parece estar de acuerdo con Norman Foster, para quien “todo es diseño, y la calidad del diseño afecta la calidad de nuestras vidas”.
Por otra parte, Salinas advierte que cada proyecto es único. “Yo no te voy hacer una casa lo mismo aquí que en Ibiza. Y no es lo mismo hacer un quirófano que una casa de baño. Yo me adapto a todo. Pero hay que ver las necesidades, las normativas y pasar mucho tiempo con el cliente para ir perfilando lo que quiere”.
Respecto a la relación del interiorista con sus clientes, Manuel Sánchez Martín, director creativo de Two Boss Producciones, comenta: “Yo conozco su trayectoria profesional y demás. Lo que pasa es que él tiene una paciencia infinita. Porque las obras a veces son complicadas, hay tensión, y él es bastante apaciguador. Además, tiene una visión espacial que desde el primer dibujo ya visualiza todo”.
Salinas busca desarrollar esa visión espacial también en sus clientes, enseñándoles nuevas posibilidades, colores y formas, y contribuyendo para afinar su mirada.
“A mí me gusta mucho el color, por ejemplo», apunta el diseñador. «Porque el blanco absorbe luz, pero a la vez te lo refleja. Y sobre los colores oscuros las cosas se ven mejor. No tengo que decirte que es la pared. A lo mejor son los sofás o el pavimento. Es la mezcla de la materialidad de los espacios”, resalta Salinas.
En esa mezcla señalada por el interiorista, el arte también tiene cabida. “A mí me gusta mucho el arte también y las sorpresas. Girar una esquina y encontrarte con un cuadro importante, una escultura, una antigüedad. Para mí, el diseño sin el arte no es nada. Y el arte es diseño también. Pero el diseño, realmente, es arte hacia la industria o hacia el comercio”.
Le preguntamos, pues, por los géneros y artistas que le inspiran. Pero Salinas rehúsa a citar nombres. “A lo mejor, en un momento, estás pensando en artistas del Barroco y, en otro, en artistas conceptuales. Creo que nosotros –arquitectos, decoradores, arquitectos de interiores– somos un poco el crisol de toda la cultura que tenemos”.
La definición sugerida por Salinas acerca otra vez el oficio del diseñador al del artista, entendido al modo de Paul Rand como un “coleccionista de cosas imaginarias o reales” que acumula instantáneas, notas e impresiones con el mismo entusiasmo con el que un niño se llena los bolsillos. “Por qué una cosa y no otra es parte del misterio, pero él [el artista o el diseñador, en este caso] es omnívoro”.
Valgan como ejemplo de ello dos obras de Salinas: el Hotel del Mercado, en el que invitó a Deih a hacer arte urbano, y la restauración del edificio Lauria. “En este caso, mantuvimos elementos que habían formado parte de la historia de la ciudad y, a la vez, le puse una escultura actual”, dice Salinas, refiriéndose a la escultura colgada que hizo su amigo Pepe Sanleón para el techo del zaguán.
A raíz de eso, el interiorista confiesa que le encanta colaborar con artistas, así como con arquitectos y otros profesionales. “Me gusta mucho ir a la obra, hablar con el fontanero, con el electricista. Porque saben más que yo, la verdad”.
Salinas da otra vez pruebas de su carácter humilde y amistoso. Se enorgullece de acabar casi siempre siendo amigo de sus clientes. Asimismo, opina que “es importante que todos los tenderos también se lleven bien, se apoyen. Porque eso implica que la cultura del mueble, del diseño y la cultura de València crezcan”.
Así que le preguntamos, finalmente, por la Feria Hábitat y su importancia. “Creo que lo que intentamos o lo que intentan los de la Feria de Valencia es que la ciudad vuelva a ser un punto de referencia en cuanto al nivel de diseño, de mobiliario. Hubo un momento –debería ser en los años 70, no te lo puedo asegurar– en que la Feria de Valencia era tan importante como la Feria de Milán”.
“Molteni antes venía a València, a la Feria», comenta Ruslan Zakharov. «Hablé con Don Carlo de eso y me dijo que de momento se mantendrán centrados en Milán. Pero, bueno, esperamos que en el futuro Molteni vuelva a participar aquí”.
“Bueno, València está volviendo a tener esa importancia, poco a poco –sigue Salinas–. Y ya están empezando a venir otra vez expositores de fuera. Además, tenemos empresas muy importantes y muy buenas en Valencia”. Y aunque su llaneza no lo permita decir, tenemos también grandes diseñadores.
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