Desayunos MAKMA
Con Nacho Agrait (responsable de la Galería Punto) y los artistas Carlos Domingo y Mavi Escamilla, con motivo de la feria ARCO que se celebra en el pabellón IFEMA de Madrid del 27 de febrero al 3 de marzo de 2019
Entrevistados por Jose Ramón Alarcón, Vicente Chambó, Merche Medina y Salva Torres, del equipo de redacción de Makma
Restaurante Saona
Gran Vía Marqués del Turia, 46. Valencia
Viernes 22 de febrero de 2019
¿Cuál ha sido o es vuestra experiencia en la Feria ARCO?
Nacho Agrait: Mi primer contacto con ARCO se produjo en Colonia, en el Hotel Mondial, donde quedamos con Juana de Aizpuru y Polígrafa; en esa cena se fraguó ARCO, en la Feria de Colonia de 1979. Nosotros le dimos un apoyo y por eso estuvimos diez años en el comité. A mi padre [Miguel Agrait] le fastidió muchísimo que lo tiraran de ARCO, cuando le dieron el premio ese año, precisamente. Yo, reflexionando con el tiempo, pienso que, en ese caso, nos lo merecíamos. Habíamos bajado la guardia y estábamos haciendo cosas bastante comerciales: yo diría que estábamos muriendo de éxito. Y ahora, este año, no puedo plantearme ir por una razón, porque he tenido cambio de galería y no cumplo los requisitos de exposiciones y demás. Tengo muchísima ilusión por volver, porque he trabajado con mis padres, luego con mi hermano (que tenía un planteamiento completamente diferente, una especie de Benlliure), y más tarde con mi hermana.
Mavi Escamilla: En ARCO hay miedo a la competencia y el criterio de selección de las
galerías es arbitrario
N.A.: Eso ocurre en todas las ferias internacionales. Cuando mi padre estaba en el comité llegó a haber 18 galerías de Valencia y, además, eran buenas. Había mucha actividad. De repente, te quitan ese apoyo y muchas se hundieron. En Alemania está la asociación de galerías. Y la asociación, primero, tiene un porcentaje importante de su país. Aquí tenemos miedo a que los españoles tengan una potencia: es un miedo a la competencia. Es lo mismo que pasa, por ejemplo, con los taxistas y Uber.
M. E.: Hay galerías nuevas, tienen artistas nuevos que despuntan y no es que vayan a ponerte la zancadilla… No sé, hay cierto aburrimiento y desencanto.
N.A.: Aburrimiento, mayor que antes. Me preocupa que vas a varios stands y ves a los mismos artistas. Quizás falte algo de aire de libertad. Está claro que los críticos internacionales marcan el canon a seguir. Lo que más me gustó de la feria de Colonia, precisamente, es que el cliente era coleccionista de verdad. Pedía información, pero le gustaba algo y se lo llevaba. Aquí vamos mucho más al dictado. Necesitamos muchos asesores.
Carlos Domingo: Las ferias cumplen un poco ese papel de legitimación, de cara al cliente o al coleccionista.
Concurrir en ferias internacionales auxilió a forjar la idiosincrasia de galerías como Punto, en contraposición a la línea de trabajo de otras en aquellos momentos.
N.A.: Yo ahora voy a hacer más ferias internacionales, tras un ineludible parón. Lo que tengo que hacer es lo mismo y divertirme con lo que me gusta, que es esto. Que se den cuenta de que estás haciendo algo bueno. Un paso muy importante ha sido incorporar a Jorge López, que es un gran profesional. Cuando crees que estás en posesión de la verdad es cuando te estás equivocando.
C.D.: Mi experiencia en ARCO y en otras ferias siempre ha sido positiva, porque supone ventas, visibilidad. Yo tampoco le doy más trascendencia a las ferias de lo que son. El problema viene de que se le quiere dar a la feria un carácter museístico que no tiene. No es un sitio pensado para ver arte, sino para vender. Todos los problemas radican o provienen de esa primera falacia. Las galerías acuden para recuperar lo que han invertido, que es mucho.
N.A.: El mundo del arte es sumamente absurdo, porque cuando alguien ha vendido parece que sea comercial, en un sentido negativo.
C.D.: El arte tiene esas tres facetas: la social, la cultural y la mercantil.
N.A.: Hemos realizado proyectos en los que creo que el artista era el menos importante. Había un ejercicio filosófico de lucimiento personal del comisario o crítico.
¿Tal vez por falta de comunicación entre quien ejerce la labor curatorial y el artista?
M.E.: Estuve muchos años yendo con My Name´s Lolita, con Cànem… Estuve como doce años. ¿Y las consecuencias de haber estado en ARCO? Pues yo no noté nada relevante: nunca vendí en ARCO. Contactos sí. La última vez que estuve fue con la movida de las barricas de Consuelo Císcar.
Antes, algunos galeristas decían que la feria te salvaba todo el año.
N.A.: Esos tiempos no van a volver.
C.D.: El grueso de la facturación lo hacen en las ferias. La cara negativa es que tienen mucha dependencia y es más complicado que te admitan en una feria, en las que puedes o te pueden permitir estar. La contrapartida es que cuando se focaliza la actividad y la venta en unas fechas concretas, en un lugar concreto, en este caso Madrid, luego la periferia, la actividad cultural y mercantil en la periferia, es un balancín que va en detrimento. Toda la actividad que se hace durante el año, las galerías programando, instituciones, la producción de los artistas, etc, se invisibiliza. Lo que se visibiliza esta semana tiene su cara más neutra, por ser suaves. Y los coleccionistas prefieren esperarse a esta semana.
En uno de nuestros desayunos Makma alguien dijo que en ARCO los artistas no pintaban nada.
C.D.: El artista pinta bastante poco en todo esto. En la construcción de la historia del arte, el artista siempre ha estado abajo.
Entonces, ¿no habría que darle la vuelta a eso?
M.E.: Estamos en la era del comisario.
N.A.: Como consecuencia de los proyectos presentes en las ferias, con menos cantidad de obras, los artistas son más visibles ahora que antes, cuando tenías un stand que llevabas quince artistas diferentes. La contrapartida es que mucha gente se queda fuera.
M.E.: Te hacen callar. Un ejemplo es cuando Eugenio Merino hizo lo de Franco y al año siguiente lo vetaron. Y T20, que montó también un stand polémico, al año siguiente también lo vetaron.
¿La polémica desde ese punto de vista en un gancho comercial más?
N.A.: De la feria sí. La mayoría de los medios se quedan con lo anecdótico. Eso es malísimo, porque crea una confusión tremenda.
M.E.: Siempre piensan que somos extravagantes, estafadores, absurdos. ¿Crees que alguien va a dedicar su vida para estafarte a ti?
Algunos artistas venden también esa imagen de provocadores, ¿no?
N.A.: La vida del artista es tan sumamente jodida que no va de nada. Para ellos es más difícil.
M.E.: Al artista se le debe juzgar por su trabajo, por su obra.
C.D.: Para juzgar ese trabajo hay que estar informado y eso es lo que falta. Se precisa información y, por supuesto, formación, con el fin de que la gente aprecie lo que está viendo.
M.E.: Es importante la credibilidad en quien emite la información.
N.A.: A mí lo que me interesa es el punto de vista del artista. La visión del artista es siempre la más directa.
¿Hay demasiados intermediarios en el mundo del arte? ¿Facilitan que se entienda al artista o lo dificultan?
C.D.: Hay muchas veces que se utiliza un hermetismo en el lenguaje que en realidad es un hermetismo del que está escribiendo, no vaya a ser que si dice muy claro lo que quiere decir se equivoque.
N.A.: Tenemos que abrirnos a toda la sociedad. Necesitas una formación para todo.
C.D.: La persona culta es la que es capaz de dominar todos los estadios. El que no, es un pedante.
M.E.: Yo lo que hago lo hago en mi estudio. El público no está presente en la creación.
C.D.: El trabajo tiene que ser sincero. Espero y quiero que sea aceptado, pero no está en el origen. Cuando se sitúa en el origen, falla.
¿Y ahora quién compra?
C.D.: Habría que diferenciar entre coleccionistas, compradores ocasionales y especuladores.
N.A.: Al especulador no le interesa lo que nosotros damos. Ahora está muy preocupado en meterse en Artprice. Y luego está el fenómeno super destructivo de las herencias. Los hijos que desechan la colección de su padre. La destruyen y tiran por tierra. Nosotros vamos a por el tipo de coleccionista que se implica y va buscando algo nuevo. Pintar es muy difícil. Se necesita una vida entera. No se puede despreciar. Hay que reflexionar.
M.E.: ¡Es que estáis de moda!, me han llegado a decir sobre las mujeres. Bueno, pues yo ahora inauguro una de mujeres en My Name´s Lolita.
N.A.: Se debía hacer justicia [con el papel de la mujer en la historia del arte]. Otras galerías se dedican a dar pelotazos, pero tienen los pies cortos. Y a las más jóvenes ya no les interesan los artistas anteriores.
C.D.: Pasas de emergente a sumergido.
¿Los galeristas lleváis la obra más comercial a ARCO?
N.A.: No es cierto. El comité no te lo permite nunca. Al final se trata de subsistir y el artista tiene que comer y pagar facturas. Comercial significa simplemente que lo vendes, que hay alguien que quiere pagar por ello. ¿Qué mal tiene eso?
C.D.: No solo el hecho de la venta. El hecho de que un artista tenga acceso al mercado de manera habitual tiene un retorno sobre la propia obra, porque se está confrontando constantemente con una realidad. Eso es fundamental. No es el artista que está en el estudio haciendo sus cosas que nadie ve, que nunca expone.
¿Se produce ahora más venta por Internet?
N.A.: Yo hice una página y fue un desastre. Lo borré todo. Y el problema encima de no haber vendido nada después. Hubo piezas de nuestra colección particular que creímos en ellas y salió. Son excepciones.
C.D.: Yo nunca.
M.E.: Una vez me preguntaron si podía hacer un cuadro en otro formato (risas).
N.A.: Tienes que estar en contacto directo con la obra.
C.D.: El trato tiene que ser directo. La web puede servir para discriminar a grandes rasgos y a partir de precios medios altos. Con obra gráfica o grabados puede ser. La compra es una experiencia. El coleccionista quiere conocer al artista, al galerista, etc.
N.A.: Se hacen proyectos y se mandan a determinados clientes. En los informes tienes absolutamente todo. No puedes esperar pasivamente a que vengan a la galería.
M.E.: Antes no se enseñaba nada acerca de la presentación de proyectos. En cualquier caso, hay vida más allá de las galerías. Vida de freelance. Yo he trabajado con galerías de forma puntual, con proyectos concretos.
C.D.: Sí que es cierto que sobre la visibilidad del artista, funcionar sin galería tiene un menoscabo de la legitimidad, pero te da una libertad.
El escritor y ensayista Félix de Azúa proclama que el arte ha muerto, puesto que los museos se han convertido en espacios para el turismo y el ocio.
M.E.: El arte no existe, existen los artistas.
N.A.: Yo no lo veo como un problema, es una forma de acercamiento. También el alquilar obras de arte para oficinas. Todo eso propicia enlaces futuros. Al principio se acudía a ARCO por esnobismo, y posteriormente se solidificaba el interés. Eran años de libertad máxima.
¿Qué pensáis de las ferias satélites que rodean a ARCO?
N.A.: Cumplen su función.
C.D.: Pueden tener su sitio, pero tienen más sentido si cuentan con una cierta
especialización. Entonces pueden coger peso.
N.A.: Sin los artistas no hay nada. Hay que colaborar todos juntos y luchar. A algunos artistas, antes ni se les pagaba. Hay otras galerías, en cambio, que se juegan su patrimonio y luchan con lo poco que tienen, porque creen en ello.
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