#MAKMAArte
Entrevista a Arístides Rosell, coordinador general de Russafart
Realizada por Jose Ramón Alarcón y Salva Torres
Russafart 2022
‘Educar en arte’
Talleres y estudios artísticos del barrio de Russafa
3, 4 y 5 de junio de 2022
Arístides Rosell es el coordinador general de Russafart y junto a Rebeka Catalá -coordinadora artística- lleva ya 14 años promulgando la importancia del proceso de creación artística, de manera que los agentes institucionales y sociales, además del público, tomen conciencia de la trama -compleja y laboriosa- que hay detrás de toda obra de arte. Ahora, en la bienal que cumple su séptima edición los días 3, 4 y 5 de junio, abriendo los talleres y estudios del barrio de Valencia para que se conozca ese proceso, lo recalcan bajo el lema ‘Educar en arte’.
Lo hacen tras haber tenido que cancelar la edición de 2020 por culpa de la Covid 19 y comprobar que, en medio de la vorágine de los grandes números del mercado y el ensalzamiento de la cultura cuando estábamos confinados, persiste una similar desidia a la hora de otorgar primacía al arte en la educación. “La nueva ley de educación cercena justamente esa parte dentro de la escuela, dándole una prioridad mínima. Hay un movimiento dentro del profesorado para reivindicar las artes plásticas como enseñanza fundamental en el nivel de competencias de la educación”, subraya Rosell.
La gente, dice, “tiene muchas ganas de Russafart”, porque “es un proyecto hospedero diferente a todas las propuestas artísticas que se están haciendo dentro de la ciudad. Con una concepción clara: darle visibilidad a lo que yo llamo la materia prima; el producto desde su proceso inicial, con el fin de dar a conocer el origen de toda la cadena del arte”.
Esa insistencia en el proceso inherente a la creación de toda obra de arte alcanza su cénit en esta séptima edición de Russafart, porque, destaca Rosell, “si no hacemos escuela, educación o alfabetización visual de lo que se realiza en ese punto inicial, mal vamos. Nuestra misión en Russafart es mostrar lo que sucede en los estudios y que llegue a todos los públicos, porque cuando entran en ese mundo mágico de los estudios se produce un diálogo sorprendente”.
Arístides Rosell habla en nombre del equipo de Russafart cuando dice que quieren poner el arte en la educación como punto de mira focal de la bienal que nació en 2008: “En siete ediciones ya hemos hecho un proceso, en este sentido, de concienciación y ahora queremos que explosione. Y es un toque de atención a todos los niveles: institucional, educacional y de público. Somos el primer eslabón de una cadena que no para hasta llegar a una galería, a un museo o al salón de una casa. Los propios artistas se han concienciado de la importancia de enseñar el proceso. Los estudios no son galerías de arte, sino espacios de trabajo creativo, y queremos que eso se muestre como tal”.
Subraya el papel de la instituciones -su “obligación moral”- a la hora de apoyar festivales como este, que ponen en valor el papel de los talleres y estudios de los artistas en la dinamización del barrio, a modo de escaparate cultural para los propios ciudadanos y los turistas que visitan Valencia.
“Las instituciones están para apoyarnos absolutamente en todas estas acciones y así se tiene que hacer, porque ese dinero ofrece un retorno a la sociedad. También me gusta implicar a los comercios del barrio, que responden siempre de forma potente, y a diferentes patrocinadores y colaboradores que han sido fieles casi desde el inicio. Se han sumado igualmente grandes marcas, como Alhambra, que lo viene haciendo desde hace ya cuatro ediciones y que participa como uno más, mediante un intercambio de sinergias”, explica el coordinador general de un evento que prepara un libro para celebrar sus 15 años en 2023.
En ese momento de la entrevista interviene por wasap Rebeka Catalá, quien pone el acento en cierto aspecto diferencial entre arte y educación: “Es verdad que el arte convierte todo en algo más complejo, pero por otro lado también abre las miras. Se trata de dar las herramientas para valorar las cosas a través del arte. La educación se suele pensar como si fuera seguir unas normas, cuando de lo que se trata es de formar para que cada cual busque su propio camino”.
“Por eso es tan importante enseñar el proceso desde el primer renglón”, apostilla Rosell. “A la gente le cuesta ver ese proceso que hay detrás, de ahí la importancia que tiene el que pueda compartirlo con el artista y darlo a conocer. Al arte le falta esa amplitud, ese enfoque didáctico, e ir más lejos del arte como si solo fuera colorear”, añade Catalá.
El cartel que ilustra el lema ‘Educar en arte’ de esta séptima edición ha salido de un proyecto de diseño de la imagen realizado por el alumnado de Artes Gráficas de la Ciutat de l’Aprenent -Ciudad del Aprendiz-. “La imagen del cartel refleja ese espíritu del lema, con un poco de anarquía en esa silla de colegio que chorrea pintura. En breve, lanzaremos el video donde se ve el proceso de cómo se ha creado esa imagen”, explica Rosell.
“La pandemia”, subraya Catalá, “ha tenido ese efecto general de replanteamiento de todas las cosas. Yo percibí mucho amor en el cartel, que refleja muy bien lo que es Russafart, porque es todo muy colectivo al ofrecer un enfoque participativo. El objeto es una silla muy presente en todos los talleres, donde los artistas nos sentamos a observar lo que hemos hecho, llena de pintura y manchada con descontrol y de forma espontánea”.
Los estudios, como no podía ser de otra forma, son una constante en el festival de puertas abiertas de los talleres artísticos. “Se han mantenido, lo que pasa que con la pandemia hubo un parón. Algunos dejaron de estar en Russafa, pero la cifra, con la nueva explosión tras la pandemia es parecida: 51 estudios, con la particularidad de uno nuevo, que no está en el núcleo de Russafa, sino en Luis Oliag -Monteolivete- y que es Bloom Gallery, que abre precisamente ahora por Russafart”.
Catalá precisa los datos: “Artistas tenemos 116 mujeres y 94 hombres, además de 77 espacios, entre galerías y talleres, 48 estudios y 22 espacios expositivos. También tenemos tres proyectos expositivos: Asociación Jarit y Escuela de Artesanos, donde se acoge el concurso de pintura rápida, e Imprevisual, con la exposición de carteles”.
Rosell destaca otro aspecto de carácter más nacional e internacional del festival: “Para 2020 queríamos hacer un intercambio con los artistas del barrio de La Latina y Lavapiés de Madrid, y con Poble Nou en Barcelona. No ha sido posible, porque la pandemia ha obligado a aplazarlo. Y desde el punto de vista internacional ha sido imposible. Lo haremos en 2024 solo si hay financiación económica, porque hasta la fecha los intercambios se han hecho con financiación de los propios artistas que han puesto el dinero de su bolsillo y no queremos que eso vuelva a suceder”.
Precisamente desde el punto de vista del presupuesto, Rosell admite que siempre parten de cero. “Eso sí, a fecha de ejecución del proyecto, siempre hemos ido cumpliendo los objetivos marcados según el tope de presupuesto que nos marcamos para ofrecer todo lo que ofrecemos. Como el evento es bienal, trabajamos con la perspectiva de dos años y todas las actuaciones las empezamos al cierre y clausura del festival para cogerlo en caliente, porque los colaboradores están en ese momento pletóricos”.
En la web de Russafart figura el mapa de los espacios artísticos y expositivos, además de un par de citas que vienen a ilustrar el espíritu del propio festival. La primera es de Marcel Duchamp y dice así: “Contra toda opinión, no son los pintores, sino los espectadores quienes hacen los cuadros”.
“Es una provocación de Duchamp, porque en esta búsqueda de nuevos públicos siempre vamos un poco más allá, de manera que en ese diálogo que se establece en cada uno de los espacios entre espectador y creador, de alguna forma la obra la termina de concluir el público y ahí es donde empieza la alfabetización cultural. Esa creación última, que es la del público y que en teatro se llama la cuarta pared, parte de un trabajo pensado, aunque solo sea para un espectador, ya que, si no, quedaría en un espacio íntimo”, explica Rosell.
La segunda cita es del escultor Eduardo Chillida: “Uno nunca puede saber lo suficiente. Lo desconocido y su llamada se encuentra aún en lo que no sabemos”. El coordinador general de Russafart lo justifica así: “Russafa sigue siendo un espacio para la creación muy peculiar, porque en apenas cuatro o cinco kilómetros cuadrados se ha dado una densidad de estudios que, a fecha de hoy, no tenemos conocimiento de que algo similar se esté dando en alguna otra parte de España. Tenemos ese valor cultural en Valencia. Siempre lo digo: es un museo horizontal expandido”.
Y agrega: “Sucede, sin embargo, que tú te vas a cualquier pueblo de la Comunidad Valenciana de menos de 3.000 habitantes y tiene su Casa de Cultura, mientras que Russafa como distrito no tiene Casa de Cultura. Gracias a la nueva configuración del Parque Central pensamos en la posibilidad de haber utilizado la nave cultural para este evento y no ha sido posible. Esperemos que lo sea para 2024, porque tenemos un proyecto de gran potencial y a veces tienes la impresión de que el apoyo institucional se queda en palabras huecas”.
‘Educar en arte’, en tiempos digitales, tendrá igualmente su apartado precisamente dedicado a reflexionar sobre esa pintura que chorrea en la silla del cartel y que convive con su ausencia en la virtualidad de Inernet. “Esa pintura no se pierde y terminará conviviendo con lo digital”, asegura Catalá.
“En lo digital no se ve el proceso de lo que hay detrás de la obra, poniéndose el acento en lo económico. Se especula con la imagen digital, pero pienso que hay que reformularlo y ver con perspectiva el futuro. De hecho, muchos de los artistas que participan en Russafart ya están vendiendo a través de NFT [Non Fungible Toquen o Activos No Fungibles]. Es un mercado emergente y en auge, pero me falta el proceso que hay detrás”, resalta Rosell. “En Russafart tendremos la oportunidad de profundizar en ello, porque tenemos 11 espacios que van a exponer arte digital”, concluye la coordinadora artística.
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