Artesanía y diseño | Manuel Martínez Torán
MAKMA ISSUE #05 | Diseño
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2022
En los últimos años se ha producido un importante cambio en la artesanía. Aparece una artesanía que se aleja del souvenir o de otros estereotipos que en algunos momentos le han separado de determinados públicos, más acostumbrados a aceptar o consumir productos y objetos mejor contextualizados culturalmente, determinados por modas y tendencias, o que se incluyen dentro de ciertos canales de exclusividad. Estas transformaciones, a lo mejor no son muy evidentes para el gran público, pero han sido resultado de influencias que conviene analizar: la provocada por la crisis del modelo industrial, el interés de creadores emergentes y la apuesta por la industria del lujo por la artesanía.
La relación entre el diseño y la artesanía ha sido permanente durante toda su existencia contemporánea. La incorporación del diseño en la artesanía no es nueva. Desde William Morris y las Arts & Crafts, que consideraron el papel que podía jugar la artesanía para humanizar el trabajo ante la revolución industrial, pasando por los modernismos, el art déco o el Movimiento Moderno, que trataron, de distinta manera, de llevar el arte a la vida cotidiana, han sido muy variadas las experiencias que se han sucedido al respecto.
En la actualidad, se manifiesta una inquietud e interés en la artesanía una vez iniciado el siglo. España y, singularmente, Valencia no se quedan atrás en diferentes iniciativas.
Pensemos que tenemos un marco histórico y localizado en nuestra Comunidad, donde municipios, oficios y marcas representaron una forma de hacer, con sus señas propias y reconocidas de distintos momentos, desde la cerámica (de Manises, Paterna, Alcora o Agost), la ebanistería o la seda valenciana, la industria del abanico (sobre todo de Aldaya) y, ya en pleno siglo XX, empresas como Lladró (Tavernes Blanques) o La Mediterránea (ya desaparecida en L’Olleria); y en nuestros días, artesanos como Vicente Gracia, y talleres como LZF o Art Antic l’Alcora -todas Premio Nacional de Artesanía-, hablan de nuestros artesanos y nuestro diseño en todo el mundo.
Quizás lo primero en definir es el significado actual de la artesanía, para que podamos tratar con objetividad estas transformaciones. La más acertada y cercana en el tiempo es la que defiende Oxman (2007), donde la artesanía es un “proceso de planificación, destreza y ejecución cuidadosa y deliberada en el que se produce una relación consistente entre el artista y el objeto”. Viene a completar los comentarios que también sobre la artesanía realizaba cuarenta años antes Pye (1968), donde “la calidad del resultado no está predeterminada, sino que depende del juicio, la destreza y el cuidado que el creador ejerce mientras trabaja”.
Partiendo de esa forma de trabajo y de la calidad de sus productos, la artesanía actual pasa por un necesario encuentro claro entre artesanía y diseño. Los talleres se enfrentan a una transición marcada por el eje entre la tradición y la innovación, que puede o debe pasar por (1) un cambio del modelo de negocio alrededor de la artesanía, (2) el uso del diseño como medio para aprovechar la emergencia de mercados, (3) la perspectiva social y el impacto de los proyectos colaborativos que se pueden desarrollar, y (4) cómo se puede realizar la implementación de una nueva artesanía, con qué recursos se debe contar y qué logros se pueden alcanzar en cada caso.
En este eje de circunstancias, la artesanía tiene dos elementos con los que no le debe ser difícil convivir para su futuro más próximo. Estos factores que le pueden ayudar en consonancia a la innovación son la economía circular y las nuevas tecnologías, sobre todo las orientadas al Metaverso. En el primer caso, para la artesanía es un paso fácil y cercano, pues aparte de ser negocios muy sostenibles (muchos sobreviven a las crisis), han orientado su trabajo hacia el reciclaje, trabajar con materiales naturales y de proximidad, y promueven conductas en el consumidor que tienden a respetar el medioambiente.
En el segundo caso, las posibilidades con la transformación digital son muchas, tanto para los que quieren evolucionar en sus oficios como para aquellos que se quieren incorporar a la artesanía a través de estos nuevos procesos. Son muy útiles las experiencias no solo de venta online, sino las que se acercan a la personalización de diseños que el cliente encarga a través de Internet. Los casos no solo proceden de artesanos que se atreven a dar el paso, sino también de jóvenes que deciden emprender creativamente en lo digital, en sectores como la cerámica o la joyería.
El uso del diseño representa parte de un compromiso por la transformación que necesitan los propios talleres, que se puede producir por: la posibilidad de introducirse en mercados más sofisticados o que demandan diseño, diversificar la producción en la búsqueda de nuevos mercados, o realizar planteamientos experimentales, para lograr investigar sobre nuevos procesos y/o productos.
Quizás, el motivo de que no se produzca un avance claro de la artesanía es que, aunque sus miembros son muy eficientes y tienen un buen dominio de la producción, no sucede lo mismo en temas relacionados con la comercialización. Esto se evidencia en varios países, donde parece que la artesanía se ha globalizado, pero no los artesanos.
En el contexto de sus negocios, más allá de la comercialización, las innovaciones podrán llegar a través de dos caminos: interesar a las nuevas generaciones y asociarse en proyectos colaborativos. Un primer camino es el impacto social, tratando de animar a los jóvenes a relacionarse (digitalmente) con la artesanía, tanto por la vía del diseño o de las experiencias anunciadas por el Metaverso.
Ejemplos en Valencia, durante los últimos años, los tenemos en la experiencia que dio como fruto a Sagen Ceramics entre Nieves Contreras, actualmente directora creativa de Lladró, y la centenaria empresa de la Cerámica Valenciana. Artesanos como Juan Carlos Iñesta, que confió, desde su taller de Manises hace más de diez años, en colaborar con jóvenes diseñadores y crear marca (Domanises) con la que desarrollar proyectos que le han permitido ver sus obras en tiendas como las del Museo Thyssen o trabajar para empresas como Gandia Blasco.
Diseñadores como Coté Escriva o Joan Rojeski, entre otros, han obtenido con él muy buenos resultados. En esa necesaria estela de marcas y jóvenes artesanos, entre otros tenemos a Eugenia Boscá, desde su taller cerámico de Liria, o el taller de vidrio soplado Sio2 en Ruzafa, que ha recibido recientemente el premio a la trayectoria de Tiziana Chiara como mujer artesana, concedido por el Centro de Artesanía de la Comunitat Valenciana.
Este centro trata de promover diferentes iniciativas para dar a conocer el trabajo de estos nuevos creadores, que tratan de abrirse paso, incluyendo a las escuelas de diseño superiores o universitarias valencianas, y las que tradicionalmente han aportado sus primeras creaciones a la cerámica (como la EASC de Manises) y la joyería (de la EASD de Valencia).
Además, también jóvenes artesanos emprenden con un formato de start-up, a través de las tecnologías o de nuevas formas de comercializar los diseños, como el caso del arte fallero de manos de Regala un Ninot, que le ha llevado a ser finalista de los IX Premios Talento Joven, o vemos más recientemente como una nueva generación apuesta por las nuevas tecnologías de fabricación digital, como Rafa Sánchez (Carrozas Sánchez) con la aplicación de la impresión 3D en volúmenes grandes.
Estas actuaciones, encaminadas no solo a dar a conocer las propias de cada oficio, superan situaciones de confort del pasado que no acababan de producir innovaciones. Estos ejemplos empiezan a captar la atención del público y la atracción del mercado porque representan otro tipo de soluciones, que conducen a generar la confianza que los talleres necesitan, dan mayor visibilidad y revitalizan negocios y a la artesanía en su conjunto, que parecía no contar con un relevo generacional con la forma de hacer las cosas que no llevaban a ningún lado.
Manuel Martínez Torán
Profesor investigador Universitat Politècnica de València
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño (junio de 2022).