#MAKMAEntrevistas
Artur Duart
Director de Bombas Gens Centre d’Arts Digitals
Avda. de Burjassot 54-56, València
Exposición actual: ‘Dalí Cibernètic’
Entrevista de Merche Medina y Salva Torres
Artur Duart, director de Bombas Gens Centre d’Arts Digitals de València, huye de la confrontación entre exposiciones de arte físicas y virtuales, porque, a su juicio, lo ideal es que quien visite un Museo de Bellas Artes pueda visitar a su vez, sin solución de continuidad, un centro dedicado al metaverso. “Una obra de Gauguin en París ya es una experiencia inmersiva, porque te puede despertar muchos sentidos”, puntualiza.
Por eso anima a la gente a que visite la muestra ‘Dalí Cibernètic’, actualmente en Bombas Gens, con el fin de que se vaya familiarizando con un tipo de exhibición artística que utiliza los recursos museográficos de forma eficaz y cualitativa, advirtiendo que “si no nos ponemos las pilas con estos nuevos recursos, estamos perdiendo una carrera que ya la perdimos con la creación de la televisión”.
Lo digital, dice, ha llegado “para diluirse en la realidad”, convirtiéndose en “una nueva cata para entender, transformar y crear esa realidad”. La cultura debe engancharse a la transformación que está provocando la tecnología digital a la hora de consumir contenidos, porque, en su opinión, ya no se pueden entender los centros culturales como si fueran los museos del Siglo XX.
“Tenemos que subirnos a un caballo que no está domesticado y que va desbocado”, asegura Duart, porque, sin tener todavía ni idea de hasta dónde llegarán las posibilidades tecnológicas, “la única manera de saberlo es experimentándolo”.
Layers of reality tiene proyectos en tres ciudades. Explícanos sumariamente en qué consisten.
Hay tres centros de programación estable. El original está en Barcelona: el Ideal Centre d’Arts Digitals. Después creamos el Madrid Artes Digitales (MAD) en Matadero. Y el tercero es este de Valencia: el Bombas Gens Centre d’Arts Digitals, donde estamos, lógicamente, todavía testando cuál es la respuesta por parte del público valenciano.
De las otras dos, comparativamente, podemos decir que Barcelona opta por un espacio laboratorio en el cual todas las tecnologías XR (realidad expandida) se ponen en práctica para las diferentes artes; hay exposiciones, pero también estamos haciendo experiencias con temas de artes escénicas o de música, de carácter inmersivo o digital.
Madrid se ha diferenciado en que se trata de una propuesta más dirigida al ocio cultural, en el sentido que estamos haciendo exposiciones con la voluntad de llegar a públicos más masivos. En Valencia, lo que intentamos de alguna manera es ver cómo podemos conseguir unos contenidos de calidad, de carácter transversal y para un público cada vez más amplio.
¿Nos hemos aburrido de los museos tradicionales?
No nos hemos aburrido de los museos, lo que pasa es que una propuesta de estas características es complementaria con el resto del ecosistema cultural. Los museos tienen sus objetivos y sus prioridades: inicialmente, gestionar una colección, preservarla y difundirla.
La reflexión que tenemos que hacer hoy en día es que el modelo de difusión de estos contenidos seguramente tendrá que evolucionar en muchos aspectos. La tecnificación y la digitalización no dejan de ser recursos museográficos que se pueden utilizar correctamente o no.
Bombas Gens es un centro cultural que no tiene la obligación de gestionar un fondo artístico, pero sí que tiene la voluntad de generar nuevos relatos con contenidos de calidad y culturales que lleguen a públicos más extensos, y que son absolutamente complementarios.
Lo que sería ideal es que una persona que visite por primera vez un centro de carácter cultural como es Bombas Gens, pudiera visitar a su vez el Museo de Bellas Artes, porque son maneras diferenciadas de tratar y de poner en valor los contenidos de carácter artístico. Ojalá todas las exposiciones en cualquier sitio tuvieran carácter inmersivo.
No están en crisis los museos, pero de la misma manera que en los años 70 hubo un replanteamiento, apareciendo el centro cultural liderado por el Georges Pompidou en Francia donde se planteó el futuro de los museos, la tecnificación y digitalización han llevado ahora a nuevos modelos de consumo de contenidos y, si no nos ponemos las pilas con estos nuevos recursos, estamos perdiendo una carrera que ya la perdimos con la creación de la televisión.
El consumo que se establece por medio de la realidad virtual, ¿es un consumo más que comunicativo, escópico, que gira todo él sobre el deseo visual?
Cuando estás delante de una obra artística, no te tiene que condicionar lo que ha intentado hacer el creador. Ver, por ejemplo, una obra de Gauguin en París ya es una experiencia inmersiva, porque te puede despertar muchos sentidos. No necesariamente los sentidos van contrapuestos al conocimiento, sino que son una forma de poder acceder a él.
La primera vez que lees una poesía no necesariamente la tienes que entender, pero hay una serie de elementos en la creación literaria que te hace despertar los sentidos. El problema es que cuando disfrutas de algún contenido parece que no fuera cultural y yo creo que es absolutamente compatible el goce con el conocimiento.
Que hay un sector contrario a estas nuevas experiencias, sin duda, porque históricamente siempre ha habido sectores contrarios a la evolución y al progreso, y esto nos lo encontramos, aunque nos desagrade, dentro del sector de la cultura en todos los ámbitos.
El espectador inmerso en la obra. ¿Es el triunfo definitivo de las vanguardias, que deseaban romper la línea que separaba el arte -la representación- y la vida -experimentada-?
De la misma manera que hay exposiciones de carácter canónico que no son buenas, hay igualmente muchas propuestas de estas características digitales que no son malas, sino muy malas. Vuelvo a repetir: hay que utilizar los recursos de manera eficiente y atractiva.
Una cosa es la creación de las tecnologías de manera artística, con creadores que dejan el lienzo para utilizar el ordenador, y otra es la utilización de estos recursos para poner en valor la obra o los contenidos culturales. Si con esto consigues toda una serie de aspectos que en algún momento el artista o las vanguardias pusieron en valor, pues evidentemente habremos logrado con estos nuevos recursos facilitar la comprensión de la obra.
En esta exposición de Dalí, tenemos una serie de recursos con los que planteamos una serie de temas que seguramente con la museografía convencional no hubiéramos podido llegar a plantearlo.
Philippe Quéau, ingeniero en telecomunicaciones y autor de ‘Lo virtual. Virtudes y vértigos’, apunta lo siguiente: “Antes la imagen servía para transformar el mundo [yo diría para representarlo]; ahora la imagen virtual es el mundo”. ¿Cuáles son a tu juicio las virtudes y vértigos de esta inmersión museística?
Yo tengo un planteamiento que viene a decir que lo virtual no existe. Existe la cultura popular, que carecía de unos centros de difusión y se desarrollaba en la calle; tenemos la cultura institucional surgida con la creación de los museos; después, con la aparición del cine y de la televisión, se abrieron nuevas ventanas para ofrecer contenidos, y ahora nos aparece lo digital, que se diluye en los demás estratos.
Cuando a nuestros hijos les proyectemos algo en esta pared y les digamos que el ladrillo es de verdad y la proyección es falsa, digital, que no es real, te dirán: “Tú estás loco”. Para ellos va a ser tan real la proyección como el ladrillo. Estamos en un proceso de cambio. Lo digital no es una cosa que se queda aislada; lo digital llega para diluirse en la realidad. Es una nueva cata para entender, transformar y crear esa realidad.
La cultura está actualmente condicionada por la velocidad a la que discurre por medio del frenesí de la propia tecnología. ¿Qué consecuencias puede tener?
En la cultura vamos más lentos y nuestra generación ya es el pasado. Nosotros hemos conocido la aparición del ordenador en un solo espacio para utilizarlo 25 personas. Hoy en día el ordenador te lo llevas por la calle por medio del teléfono móvil y con una enorme capacidad. Las nuevas generaciones ya no se plantean esa diferencia entre el ordenador y el teléfono: son elementos inherentes a su vida normal.
¿Que la tecnología va a una velocidad impresionante y los contenidos de calidad no van a la misma velocidad? Es cierto. El reto, por tanto, es que la cultura debe hacerse cargo de ese vértigo asociado a la tecnología o, si no, tendremos un problema, porque se quedará la cultura como algo delicatessen que consume una parte pequeña de la sociedad. Si en los años 70 estábamos hablando de la democratización de la cultura y el acceso libre a ella, la tecnología nos está dando una nueva oportunidad.
¿Son rentables estos museos inmersivos? ¿Lo son más que los tradicionales? ¿De ser así, habrá espacio para ambas experiencias o una se comerá a la otra?
A ver, este espacio de Bombas Gens si lo utilizáramos para bodas y banquetes sería mucho más rentable. Hacer una propuesta de carácter cultural siempre es un alto riesgo. Uno de los objetivos que tenemos nosotros es demostrar que la cultura es viable económicamente. Los centros culturales son los primeros espacios de experimentación de estos contenidos y debemos tener la responsabilidad de transportarlos al ámbito propiamente educativo.
Está cambiando todo. Hoy en día no podemos entender un centro cultural como un museo del siglo XX. Tiene que ser un generador de contenidos y de experimentación de los mismos, trasladándolos a otros escenarios de otros formatos para que puedan llegar a otros públicos.
Gustav Klimt, Frida Khalo, Joaquín Sorolla, Salvador Dalí, ¿quién será el próximo o próximos que comparecerán en el proyecto de Bombas Gens?
Nuestra intención es atacar el concepto de exposición marca. Cada centro, como el de Valencia, debe tener sus propias exposiciones, más allá de las que puedan venir de fuera dada la escalabilidad de las mismas. Debemos tener la capacidad de desarrollar propuestas expositivas que tengan un carácter de identificación con la propia ciudad y el territorio.
¿Y cómo se hace?
Pues cogiendo temáticas o artistas que tengan validez en este territorio. En Barcelona hicimos una exposición sobre Jordi Pericot, que para mí fue una experiencia magnífica y de las más culturales, y en Valencia queremos hacer una exposición sobre la Ruta…
¿La Ruta del Bakalao?
Bueno, el concepto ‘Bakalao’ ya lo discutiremos en la exposición, porque tiene que ser una visión sociológica en torno a ‘Modernidad, cultura y descontrol’. Un análisis de lo que vivió Valencia durante un determinado periodo de creatividad que se expresó en muchos ámbitos, no solamente el musical, y que después tuvo un proceso decreciente de degradación y pérdida de los valores, que no tiene nada que ver con lo que se planteó en sus orígenes en 2003. Esta exposición, de carácter local, está previsto que después vaya a Barcelona y Madrid.
Otra exposición que queremos hacer aquí es la de ‘Valencia. Memoria fotográfica’, con fondos de artistas y de anónimos, planteando una visión de la ciudad a través de la inexistente o ya perdida de alguna manera, reconstruyéndola con elementos de carácter digital, junto a la ciudad histórica de los grandes eventos. Será una exposición para poner en valor patrimonio fotográfico, en la que también participará una parte del fondo fotográfico de la colección de la Fundació Per Amor a l’Art.
Layers of reality y Bombas Gens han firmado un compromiso para los próximos 15 años, es decir, casi hasta 2040. ¿Qué podemos imaginar que pueda suceder, en materia de realidad virtual, durante todo este tiempo?
Esto de la tecnología va a una velocidad imparable y de vértigo. Yo solamente sé que desde los contenidos artísticos y culturales tenemos que subirnos a un caballo que no está domesticado y que va desbocado. No sé, en este sentido, si nosotros llegaremos a 150 metros o a 20 kilómetros, pero hay que subirlo porque si no lo haces no llegas a ningún sitio. No tengo ni idea hasta dónde llegarán las posibilidades tecnológicas dentro del arte y de la cultura. Pero la única manera de saberlo es experimentándolo.
La Colección de la Fundació Per Amor a l’Art, ¿se ha pensado interactuar con ella de algún modo o está destinada a formar parte de algún museo digamos tradicional?
A ver, el objetivo de la Fundació Per Amor a l’Art con respecto a su colección es tener la máxima difusión posible, en el sentido de que se haga el máximo uso de ella. Hoy en día es mucho más interesante que una colección tenga la capacidad de dotar de contenidos a diferentes centros, a que solamente se quede en un centro.
Nosotros no renunciamos al uso de la colección, como tampoco renuncio al uso de la colección de cualquier museo. Tenemos que ser capaces de seducir a museos e instituciones culturales para que participen en proyectos que podamos desarrollar. No descarto, por ejemplo, que vengas en determinado momento a Bombas Gens y te encuentres con un retablo barroco si la exposición lo requiere.
¿Qué sensación tienes acerca del desembarco de estas propuestas digitales en Bombas Gens por parte del resto de espacios y agentes culturales de Valencia?
En Barcelona, en estos momentos, no existen reticencias, porque los proyectos desarrollados cuentan con rigurosidad académica y con voluntad de hacer propuestas sólidas culturalmente. Yo invito a la gente a que venga a ver la exposición de Dalí, porque se encontrará con una propuesta de tesis expositiva, una propuesta museológica y un trabajo de documentación que permite que la gente salga con más ideas sobre Dalí y sobre su obra que tenían con anterioridad. Si eso no es cultura que me digan a mí qué lo es.
Por cierto, Layers of reality (Capas de realidad), ¿de qué capas estaríamos hablando?
Estamos hablando de que la digitalización ya es la realidad y, por tanto, vamos poniendo realidades. Todo evoluciona. ¿Hasta dónde llegará esto, cómo se consolidará, hasta dónde se podrá utilizar como recurso artístico? Pues el tiempo lo dirá.
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