Instalación de Julia Lorenzo
Plaza del Árbol
Barrio del Carmen de Valencia
La vida nos absorbe hasta el punto de encerrarnos en una selva de realidad incomprensible. Nos empuja a ir con el cuchillo entre los dientes y a veces con cara de perro para defender la parcela de independencia personal y familiar. En el día a día, custodiar lo que está dentro de los lindes de la libertad personal impone mantener mucha tensión y no podemos distraernos en otras cosas que las estrictamente necesarias para solventar los compromisos de fin de mes. Así es como parece que nos quieren, calladitos y a lo nuestro. Centrados en vivir un modelo de vida que se diluye sin solidificar suficientemente valores como la amistad, el valor, la solidaridad, la compasión, el esfuerzo, la sana competitividad, el civismo y el cuidado del bien común, por citar algunos.
Pero no debemos renunciar. Eso nunca. El Centro Histórico se ha llenado de turistas en los últimos años. Bienvenidos visitantes que aportan colorido con sus cámaras de fotos y hacen del consumo una forma de recibir divisas. Con el calor, es fácil ver a dichos visitantes tapándose la nariz por el olor nauseabundo de los mondongos y orinadas de perros cuyos dueños miran para otro lado. No se puede generalizar. No todos los propietarios actúan igual con sus mascotas, y a lo del pipí habría que darle una solución. Les hablo de calles como: En Borràs, Mare Vella, Santo Tomás, Tenerías, o plazas como la Plaza de la Cruz o la Plaza del Ángel y alrededores -excepto la calle Caballeros y adyacentes- el Barrio del Carmen tiene localizadas amplias zonas de minas que hay que ir esquivando mientras muchos edificios históricos están abandonados y se dejan caer a la vez que las fachadas resisten apuntaladas durante años y años.
Es el caso de la fachada que decidió intervenir Julia Lorenzo, lugar situado en la plaza del Árbol hacia calle Santo Tomás. Edificio en estado ruinoso con dicha fachada sujeta por grandes bases de hormigón y estructuras metálicas desde hace más de 10 años si no calculo mal.
Los trabajos como los de Julia Lorenzo enriquecen el Barrio del Carmen. Se trata de realizaciones muy interesantes y estéticamente atractivas no exentas de elementos de reflexión.
Una mañana, Julia Lorenzo transportó las piezas de su instalación previamente realizadas en su estudio. Se dispuso a montar y colocar cada elemento en un lugar de las citadas calles para cuya resolución todo estaba medido. Hasta el último detalle. Uno de los inconvenientes técnicos que tuvo que salvar consistía en taladrar un viejo y horrendo chapado que cubre un lado de la fachada.
La descubrí en la calle trabajando en plena instalación. Así que tomé una tarjeta y le pasé mi contacto animándola a participar en un proyecto artístico de los que llevo entre manos. Al darme cuenta que no llevaba mi cámara, fui rápidamente a por ella con el fin de registrar aquella obra de arte urbana. Al volver me encontré con la Policía Local obligándola a paralizar su trabajo.
Me puse a hacer fotos y le pregunté a uno de los agentes cuál era el motivo por el que no podía seguir Julia con su instalación. El agente me contestó (educadamente) que no se podía perforar la pared de una propiedad privada y a continuación otro agente de la Policía Local me pidió la documentación y se tomó nota de mis datos.
Julia no pudo terminar con su instalación pero dejó testimonio de una parte de ella. Su único delito: dar luz y poner color a un Centro Histórico que es ya un poco mejor gracias a artistas como ella.
Vicente Chambó
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