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‘La pintora y el ladrón’ (‘The Painter and the Thief’), de Benjamin Ree
Con Barbar (Barbora Kysilkova) y Karl-Bertil Nordland
102′, Noruega | Medieoperatørene, VGTV y Tremolo Productions (2020)
Premio del público de Atlàntida Film Fest | Filmin
Si “es extraño, pero es verdad. La verdad es cosa extraña; más extraña que la ficción” –aseveraba el poeta londinense Lord Byron (1788-1824)–, cierto es que bajo esa epidermis insólita habitan, en ocasones, certezas que adquieren un excelso carácter semántico, enalteciendo así la superficie de los hechos sobre el ingenio de la imaginación.
Y tales apreciaciones bien pudieran sintetizar las inquietudes primeras (y últimas) que provoca en los espectadores ‘La pintora y el ladrón’, un impecable y sobrecogedor documental del cineasta noruego Benjamin Ree –reciente premio del público en la décima edición de Atlàntida Film Fest (Filmin)–, quien radiografía durante tres años la singularísima relación entre la pintora hiperrealista checa Barbar (nombre artístico de Barbora Kysilkova) y Karl-Bertil Nordland, un joven drogadicto que, junto a un narcotizado compañero de hurto, roba dos cuadros emblemáticos de la artista (entonces afincada en Noruega) en una galería de Oslo.
Un inopinado suceso que exhorta a Barbar a ponerse en contacto con el ladrón de sus piezas (tras el subsiguiente juicio) con el fin de realizar un retrato del incógnito delincuente, fraguándose, a partir de entonces, un lírico y epopéyico vínculo artístico y emocional –de compartidas vulnerabilidades– aupado por la inteligente naturaleza compositiva de Ree para secundar la desigual evolución de sus protagonistas.
A la postre, ‘La pintora y el ladrón’ se revela en mirífico retrato de vicisitudes y transformaciones frente al que situarnos en compañía de Barbar, quien ahonda y reflexiona acerca de las complejidades de su relación y de su obra en la siguiente entrevista para MAKMA.
¿Cuál fue tu impresión al conocer el interés del cineasta Benjamin Ree por vuestra, entonces, incipiente historia en común? ¿Ratificó, de algún modo, tu primera inquietud sobre Karl-Bertil Nordland?
Esta es una pregunta bastante complicada (pero gracias por ello). En el momento en que Benjamin entró en nuestras vidas, nos hemos reunido con Bertil unas cuatro veces. Se puede decir que estábamos al comienzo de algo que luego ha confirmado su condición de amistad. El hecho que nos unió –el robo de arte– no es una forma muy común de cómo encontrar un nuevo amigo (no hace falta decir un alma gemela), pero sucedió. Sería una ingenua si negara que el interés de un cineasta ha añadido una capa extra que nos ha unido aún más.
¿Coincides con Ree en que las sesiones de grabación se transforman y evolucionan, cobrando profundo sentido como lírico documento cinematográfico, tras la inesperada y emotiva reacción de Bertil ante su retrato en ‘The Pussy In You’?
No soy cineasta ni soy lo suficientemente nerd del cine como para planteármelo desde esa perspectiva. Pero puedo darte una idea de lo que significó para mí, como pintora, ese momento en el que Bertil vio su retrato.
Uno alberga dudas constantes de si la obra de arte tiene sentido para continuar, si es lo suficientemente buena. Especialmente, cuando no eres recibida con mucho interés por parte del mundo del arte y luchas en todos los niveles existenciales (la mayoría de los artistas, realmente, no viven del aire).
La reacción de Bertil me dejó sin aliento (seguro que eso no paga el alquiler y no elimina todas mis dudas, pero entendí que tiene sentido seguir haciendo lo que creo que nací para hacer). Vio algo en esa pintura y solo él sabe qué fue lo que le sucedió. Probablemente, tocó una vieja cuerda oxidada y polvorienta dentro dentro de sí. Meses después, Bertil me dijo que ese momento y ese cuadro le hicieron sentir, por primera vez, que lo veían. Esa es una de las capacidades que el arte puede ofrecer.
¿Eras consciente de haber sido partícipe y responsable de una secuencia emocional y audiovisualmente transmutada en una epifanía personal?
Participar (en un documental) y ser responsable son dos cosas distintas. Muchas de las escenas grabadas eran extraordinarias, lo que no es inusual con Bertil alrededor.
De todos modos, en esos momentos no hay espacio en tu mente para tener en cuenta la presencia de la cámara. Además, Benjamin Ree, quien a menudo desempeñaba el papel de fotógrafo, es una persona sumamente sensible y sensata que tiene una habilidad asombrosa para convertirse en una persona invisible mientras filma.
Si hablamos de responsabilidad, entonces sí, me sentí, y todavía me siento, responsable de mis acciones como ser humano y como pintora. La amistad también es un contrato de responsabilidad, pero esa es otra historia.
El primer plano reflexivo de la película ofrece un recorrido ascendente de reconversión de Bertil, de los sótanos turbios de las adicciones a la superficie de la sobriedad, material y vigoréxica. Sin embargo, para un espectador avezado, el trayecto más inquietante y complejo reside en tus propias vulnerabilidades y, por extensión, en tu obra artística. ¿Estás de acuerdo?
No me atrevo a poner una palabra en boca de ningún espectador. Se puede comparar con diferentes perspectivas sobre una pintura: tantos espectadores, tantas interpretaciones y preferencias.
Esta película no trata, en mi opinión, acerca de cuál de los personajes desea ganar. Estás invitado a unirte a tres años de la vida de Bertil y mía (y de algunas personas importantes más), lo que implica tanta complejidad como la propia existencia. Uno influye en el otro y viceversa. No es una historia de la pintora y el ladrón; es una historia de seres humanos que se cruzan en los caminos de los demás y comienzan a caminar juntos. Difícilmente seríamos iguales el uno sin el otro.
Pero gracias por la borrachera de ego, si tu atención se centra en la lucha de la pintora.
Si Bertil Nordland porta consigo, tatuado en el pecho, “Snitchers Are A Dying Breed” (“Los delatores son una raza moribunda”), instituido en un vestigio indeleble de su pasado, ¿qué sentencia podría evocar o definir, hasta ahora, tu devenir existencial como artista?
Amo, realmente, ese tatuaje de Bertil (ahí está expresada la máxima lealtad). Amo esta cualidad suya. El siguiente momento está grabado en mi memoria para siempre: invito al ladrón de mis obras a mi taller, para pintarlo. Tengo interés por los tatuajes en general, pero, en ese momento, especialmente por los suyos, por lo que le pedí que se quitara la camisa. Allí estaba, en su pecho. En ese instante entendí que, incluso si quisiera, nunca obtendría una respuesta sobre el paradero de mis pinturas.
Creo que mi cuerpo podría llevar un tatuaje doloroso (“painthing”). Por cierto, Bertil se ha hecho un nuevo tatuaje recientemente: en su bíceps izquierdo –que crece junto con su pasión por levantar pesas–, dice “Barbar”. Así que, finalmente, me introduje debajo de su piel…
En ‘El retrato de Dorian Gray’, de Oscar Wilde, Lord Henry sentencia frente al joven que “ése es uno de los grandes secretos de la vida: curar el alma por medio de los sentidos, y los sentidos por medio del alma. Usted es una criatura asombrosa. Sabe más de lo que cree saber, pero menos de lo que quiere”. ¿Consideras que este diálogo, reconvertido en afamado aforismo, permite sintetizar vuestros respectivos trayectos a lo largo del documental?
El diálogo que he iniciado con Bertil está lejos de llegar a su fin. No puedo permitir que mi musa se duerma, ni tomaré de él más de lo que él me permita. Aunque creo que me he ganado su confianza (como ser humano y como pintora) y me permite profundizar más. A veces, es como caminar sobre una fina capa de hielo, pero la obra pictórica debe ser lo suficientemente fuerte como para manejarlo (y justificarlo). Seguro que todavía sé menos de lo que quiero.
«(…) para sanar el alma por medio de los sentidos y los sentidos por medio del alma». Me gustaría saber cuál podría ser el comentario de Bertil sobre ello.
En cuanto a la pasión de Lord Henry por la belleza: la belleza trasciende la muerte. No es necesario hacer tratos semejantes con Fausto.
¿Confías en que ‘La pintora y el ladrón’, que se ha granjeado un sobresaliente refrendo de crítica y público, permita situar tu obra pictórica en un marco semejante? ¿Has recibido propuestas y ofertas de galerías de arte desde su estreno en Sundance a principios de año?
Cada forma de arte tiene un escenario diferente para mostrarse. En nuestro tiempo, es mucho más fácil y accesible ver una película que encontrar el camino hacia una galería de arte. Sin embargo, estas dos formas de arte, el cine y la pintura, se han encontrado en nuestra película. He estado recibiendo muchos mensajes de diferentes lugares del mundo. Un tipo de ellos puede expresarse del siguiente modo: “Nunca me ha interesado el arte. Nunca ha estado en mi pensamiento. Pero esto ha cambiado después de ver ‘La pintora y el ladrón’”.
Verás, lo más probable es que estas personas nunca hayan estado en una exposición, nunca hayan considerado el arte como algo a lo que prestar atención. Para mí es abrumador hacer ese cambio en su forma de pensar. Tener a un guardia de prisión de Estados Unidos que coge el dinero extra del presupuesto familiar para comprarme una obra de arte, simplemente porque se da cuenta de lo que el arte hace y significa para él.
El mundo de las galerías es algo diferente. Sus reglas y políticas siguen siendo un pequeño enigma para mí. Mis siete años de experiencia en la escena artística de Berlín me han dado una idea. Hay que seguirle el juego, ser bueno para vender y presentarse, tener red y contactos, y yo, realmente, no podría mezclarme con todo eso, así que prefiero quedarme en mi taller y pintar, en lugar de ir a otro vernissage.
Los galeristas suelen tener una soberbia que supera al inseguro orgullo de los artistas. Quizás la película pueda cambiar las reglas del juego. Ya veremos.
¿Qué nuevas series o proyectos pictóricos atesoras en marcha?
He estado trabajando, recientemente, en una nueva serie de pinturas llamada ‘MANIKARNIKA’.
En la ciudad santa de Varanasi, en la India, se encuentra Manikarnika Ghat, junto al río Ganges. Es el lugar definitivo donde la muerte estrecha su mano con la vida, de una manera tan alegre. Un lugar donde se incinera a los hindúes después de que su alma abandone el cuerpo. Un lugar repleto de rituales, aceptación, celebraciones y hogueras activas durante las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Pasé muchos días y noches en medio de ese torbellino recolectando imágenes, olores y formas de entender cómo se concibe la muerte en esa cultura. Y debo decir que mi paleta nunca ha sido tan colorida como ahora, que estoy trabajando en este proyecto.
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