#MAKMAArte
‘Paco Bascuñán i Quique Company. L’equip Escapulari-O i altres derives’
Comisarias: Marisa Giménez Soler y Lupe Martínez Campos
Centre Cultural La Nau
Sala Estudi General
Universidad 2, València
Hasta el 29 de mayo de 2016
Apenas hace cuatro décadas Paco Bascuñán y Quique Company (Lorenzo, como nombre de pila) eran unos jóvenes con inquietudes personales, comprometidos, alegres, divertidos, conscientes del momento convulso que les tocaba vivir e implicados con la realidad política, social y cultural, provistos de una intencionalidad de cambio y combativos en clave de protesta, denuncia y libertad de expresión a golpe de creatividad.
De este modo comienza la conversación de MAKMA con Marisa Giménez Soler –comisaria de la presente exposición en el Centre Cultural La Nau, junto con Lupe Martínez Campos, y una de las directoras de la extinta La Esfera Azul–, detallando, además, cada uno de los pormenores que rodean la existencia y obra de ambos artistas.
Bascuñán y Company se adentran, casi por casualidad, en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos –sita por aquel entonces en el barrio del Carmen–, matriculándose en Diseño de Interiores, ante la inexistencia de otro tipo de opciones en aquel momento, y convirtiendo este primer punto de encuentro en comienzo de la deriva de su amistad, a la postre, decisivo leitmotiv de la exposición.
Transcurre el año 1972, son jóvenes y se unen para conformar el Equipo Escapulari-O. Cohabitan en un piso ubicado en el mismo barrio en el que cursan sus estudios. Su casa concluye siendo un referente para su círculo inmediato, amigos, conocidos y desconocidos que aparecen y desaparecen a su antojo. Todos son bienvenidos, a pesar del leve recelo por la existencia de una vietnamita –multicopista algo rudimentaria que utilizaban grupos clandestinos para imprimir folletos de difusión y propaganda política–.
Debe indicarse que Paco Bascuñán estaba comprometido políticamente con el FRAP –un grupo de resistencia antifascita creado en 1973 por el Partido Comunista de España–, siendo detenido cuando se dirigía a una manifestación en contra de la Guerra de Vietnam. Company, por el contrario, combatía desde un plano más discreto, evidenciando la acerba realidad desde una óptica de denuncia creativa, extenso territorio en el que confluían ambos amigos.
El Equipo Escapulari-O (1972-1978) se consolida con celeridad, sus primeros diseños se centran en el ámbito político, hacen trabajos salvajes, de cruda animadversión hacia la dictadura, empleando materiales básicos y rudimentarios, propios de su condición de estudiantes.
Les impacta sobremanera el asesinato a garrote vil de Salvador Puig Antich –al que dedican numerosas obras–, el golpe de Estado acaecido en Chile en 1973, episodio que les hace beber de la expresividad y crudeza de los desvalidos y de las caras de horror de Goya en las escenas bélicas que describe pictóricamente.
Retratan a Nixon bajo el prisma poético de Pablo Neruda en su obra ‘Incitación al Nixonicidio’, o lo que es lo mismo, la intención de acabar con Richard Nixon a golpe fonético de verso: «Horademos a Nixon el furioso a verso limpio y corazón entero…».
Antoni Tàpies debe considerase otra de sus referencias, influjo explícito en una obra que Equipo Escapulari-O dedica a Josep María Huertas Clavería –uno de los celebres nombres del periodismo catalán, muy implicado con los barrios como objeto de tema e impulsor de la Asociación de Vecinos, entre otras cuestiones–.
Clavería edita ‘Cuatre Cantons’ y Company diseña las portadas. Posteriormente, Josep María escribiría una información incómoda y mal acogida por la sociedad del momento: «Un bon nombre de meublés [cases de cites] estan regentats per vídues de militars, pel que sembla per la dificultat que per obtenir permís per obrir-ne alguns hi va haver després de la guerra». Fruto de este texto es detenido e ingresa en la cárcel.
Escapulari-O no pasa desapercibido y prueba de ello es la determinación de Vicente Aguilera Cerní –crítico de arte, ensayista y académico de la Comunidad Valenciana–, quien incluye al grupo en la exposición que organiza en la Asociación de la Malvarrosa a favor de los presos políticos, compartiendo cartel con Jose María Yturralde, Juan García Ripollés y Jordi Teixidor, así como los grupos artísticos Equipo Crónica y Equipo Realidad.
En las postrimerías de Escapulari-O, Paco Bascuñán y Quique Company colaboran activamente con la revista Marginados, que edita el sacerdote José Antonio Bargues –recordado, entre otros motivos, por contribuir a la excarcelación de presos a los que auxiliaba en su reinserción social–. Publican ilustraciones, críticas visuales y bocetos, desconociéndose si estos fueron creados ad hoc o, por contra, fruto de una adecuación intencional de trabajos precedentes.
En esta publicación coinciden con Josep Vicent Marqués, Benigno Camañas, la periodista Ana Senet y la fotógrafa Ana Torralba –profesora de Fotografía en la Universidad Pontificia de Salamanca-. Aunque figuran en la mancheta de la revista –»Diseño: Equipo Escapulari-O»–, algunos de sus trabajos no fueron rubricados. Numerosas hojas reproducen imágenes y bocetos que se han encontrado en sus carpetas personales, aseverándose la existencia de una cuantiosa obra inédita y desconocida de Escapulari-O, tal y como corrobora Marisa Giménez Soler.
Company y Bascuñán solidifican una apuesta por un diseño sustentado por un trasfondo político, cuya metodología se nutre de un proceso de reciclaje y acopio de sus influencias previas para materializar sus producciones ulteriores, propiciando un trabajo de madurez a pesar de su juventud; Bascuñán, con un explícito mensaje social en sus trabajos –carteles contra la xenofobia, como el escogido para erigirse en imagen de la exposición–. Company, por el contrario, se antoja menos político, más alternativo y proclive a los fundamentos de la contracultura.
Igualmente, durante esta época decoran algunos de los míticos bares del barrio del Carmen, como La Torna o Planta Baja, y Paco Bascuñán colabora como actor con Juan Vegara –cineasta valenciano– en la representación del cuento ‘El Femater’, de Vicente Blasco Ibáñez, así como en otros proyectos audiovisuales rodados en la azotea de su piso de la calle Bolsería.
Discurren los años 80 y vuelven a coincidir con Daniel Nebot –pretérito compañero de pupitre universitario–, con quien forman el grupo ENEBECE (Nebot, Bascuñan, Company), focalizando su dedicación al diseño y trasladándose a la zona de Convento Jerusalén, cuyos aledaños comienza a albergar la incipiente Movida valenciana, polarizada en torno a bares como Pyjamarama, que acogen a la variada fauna moderna, productores, managers y grupos de música –Glamour, Comité Cisne, Vídeo, Betty Trouppe se encuentran en plena ebullición–.
La bandas «con actitud punk y after-punk» Sade y Garage les encargan las carátulas de algunos de sus discos. Es en esta época cuando trabajan con Mariscal –Javier y uno de sus hermanos– diseñando la imagen para algunas de sus tiendas, como Tráfico de Moda y, posteriormente, El Señor del Caballito, del que Bascuñán responde al diseño. Por su parte, Daniel Nebot es el jefe de este área en la empresa de señalética Saludes –cuyos propietarios siempre mostraron una predilecta pasión por el arte y el diseño–. Así pues, Nebot propicia la incorporación de ENEBECE a la empresa.
En aquella época viajan a Berlín Occidental para visitar la Bauhaus y sus referencias, dejándose influir por todo lo que vislumbran a su paso, conectando con el movimiento okupa. Descubren que Kraftwerk –grupo icono de la música electrónica– utiliza una baliza en la portada de su LP, pictograma con el que ellos cohabitan en su trabajo. Berlín respira frescura, revolución, locura y les aporta inspiración. Alimentan sus retinas con imágenes del movimiento grafitero, okupa, y el empleo de lienzos de gran formato.
A su regreso, retoman los pinceles, inspirados por ‘Dies Irae’ –texto latino de poemas del siglo XIII que versa sobre el horror del fin del mundo que nos asolará– y exponen en Puerta 5 –casa privada de su amiga Paz Graullera–.
Continuando en esta línea, realizan la serie titulada ‘Los Borgia’, influencia de la novela que Apollinaire publicó en 1913, en la que la depravación, la crueldad, el veneno y la traición campan a sus anchas. Acto seguido, exacerban su lado mas punk, con un «mensaje apocalíptico y aterrador, pero inmerso ya en un contexto contemporáneo que enlaza con la literatura futurista y de ciencia ficción, según textos localizados en una de sus libretas», apunta Marisa Giménez.
José Juan Belda, Eduardo Albors y Nacho Lavernia integran Caps i Mans Diseño Industrial, así que, junto a los integrantes de ENEBECE y once diseñadores más, se unen para formar un gran colectivo que a la postre se convertirá en referente del diseño a nivel local, nacional e internacional, surgido en València, con varios académicos y premios nacionales de diseño: La Nave.
Por aquel entonces, se formaliza, mediante ley orgánica, el Estado de las Autonomías, por lo que sus líderes políticos anhelan y encargan un imaginario estético nuevo con la intención de romper con los vestigios del pasado. Igualmente, trabajan para Feria de Valencia. La Nave, de este modo, posee el cóctel perfecto: mezcla talento y ocasión. Corría el año 1984.
Apenas un curso más tarde, llega a La Nave la petición de diseñar la imagen gráfica de un club en los bajos de un antiguo y señorial balneario –Termas Victoria– que, posteriormente, se asocia a las siglas de Asociación Cultural Termas Victoria (ACTV), gestionado por Julio Andújar, empresario de la noche que ha estudiado arte y pretende que sea un lugar de encuentro de música electrónica y videoarte, entre otras disciplinas (nada más alejado de lo que posteriormente acaba sucediendo). En La Nave, son Paco Bascuñán, Luís González y Quique Company los que asumen este proyecto y toman como referencia un pictograma extraído de sus anteriores trabajos de señalética.
Posteriormente, es Company quien continúa, casi en exclusividad, este trabajo. Toma carteles, fanzines, invitaciones e influencias anteriores, como Francisco de Goya y sus caras desfiguradas, fotografías de torsos escorzados, Arnulf Rainer, reconocido internacionalmente por su arte informal abstracto, o la destrucción de las formas con ennegrecimientos, repintados y enmascaramiento de ilustraciones y fotografías.
Company permanece fiel a su creencia de que es un lugar de cultura moderna y arte, que inaugura finalmente el videoartista catalán Toni Mercader, e, incluso, se realizan exposiciones tras ineludibles rejas de protección. Los diseños de Company y Bascuñán para ACTV tienen una clara influencia de ‘La naranja mecánica’ y de William Burroughs, y Quique Company retoma aquí sus cuadros más pornográficos para los carteles del local.
Rondan los años 90 y el comienzo de La Esfera Azul –»espacio cultural alternativo, ubicado en pleno barrio chino de València, en un antiguo cabaré de los años 50 que conjugaba distintas disciplinas artísticas”–, que irrumpe con fuerza en el panorama artístico valenciano. Casi por casualidad, Marisa Giménez Soler y Lupe Frígols conocen a Quique Company a través de Totó (Tolsten Fritz), compañero de piso y artista alemán, quien por esas fechas vivía en una casa okupada.
Company se vio fascinado por La Esfera Azul, de tal modo que irrumpió en el proyecto, con voluntad colaboradora, de la mano de una propuesta de logotipo para el espacio –»Quique Company hacía poco había expuesto en el IVAM, en un retrospectiva de los veinte mejores diseñadores, y, claro, cuando supimos quién era, para nosotras fue un honor. En La Esfera, Quique se convierte en uno más de la casa y nos habla de Paco Bascuñán nada más llegar. Por supuesto, lo llamamos y hacen un total de tres exposiciones juntos –una de collage, dedicada a sus influencias alemanas, entre los que encontramos a Klaus Nomi, otra con Ángel Borafull y otras individuales–”, matiza Giménez Soler.
En aquel momento, Quique Company ya no vive con Tolsten Fritz, que concibió todo el proceso de okupación como una intervención –a la manera del Merzbau de Kurt Schiwtters–, una instalación viva con sugerentes pinturas, luces, cristal, reflejos, objetos encontrados y música sonando en directo. Una obra de arte efímero terminada con la recepción de la carta de desalojo del juzgado y una gran fiesta de inauguración, despedida y cierre –portada del El País CV-, a la que asistieron desde Carmen Alborch, Santiago Segura -”que vino expresamente”–, grupos de música como los Borbones o Las Máquinas y lo más representativo de la cultura de aquellos años.
Con posterioridad, Company se traslada a la localidad castellonense de Fuentes de Ayodar (son momentos difíciles para él) y Paco Bascuñán se hace cargo íntegramente de la imagen de La Esfera Azul. Apenas vuelven a verse hasta coincidir en la exposición que el MUVIM dedica a La Esfera Azul, con motivo de sus diez años de trayectoria, para la que preparan un políptico de seis lienzos cada uno. «Sin saber uno lo que hace el otro. Lo resolvemos como un cadáver exquisito. Hasta el día de la inauguración no veremos la pieza completa. Cuando al final lo vimos, hacía tiempo que no encontraba a Quique tan satisfecho y que yo no me emocianaba tanto», manifestaba Bascuñán.
Quique Company fallece en 2005. Un año más tarde, Paco Bascuñán organiza una exposición homenaje en su pueblo natal (Fuentes de Ayodar). «Él era genial en cualquiera de sus manifestaciones, uno de esos genios discretos a los que les viene grande el mundo», rubrica Bascuñán.
Paco Bascuñán muere el 28 de septiembre de 2009. En ese momento estaba terminando de escribir su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Era el primer diseñador invitado a integrar la célebre institución. «Él mantiene viva la inquietud y la curiosidad que siempre le acercó a la cultura de su tiempo. El compromiso con las causas que considera justas, así como la capacidad de riesgo, seguirá trillando su destino», concluye Marisa Giménez Soler.
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