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‘Beau tiene miedo’, de Ari Aster
Reparto: Joaquin Phoenix, Nathan Lane, Amy Ryan, Kylie Rogers, Armen Nahapetian, Parker Posey, Patti LuPone, Stephen Henderson, Michael Gandolfini, Zoe Lister Jones
Coproducción Canadá, Finlandia, Estados Unidos
Canadá (2023)
Duración: 179 minutos
Las sorpresas están a la orden del día. Son esos giros de tuerca que dejan a las personas con la boca abierta mirando una pantalla, y donde lo único que hay es una barca volcada meciéndose al ritmo que marca un lago turbulento. Esa es, de hecho, la última imagen que el espectador podrá ver en la película de Ari Aster, ‘Beau tiene miedo’. Mientras las letras aparecen y desaparecen de la pantalla, los valientes que han llegado hasta el final, aún sentados en sus butacas, no dejan de preguntarse: ¿qué acabo de ver?
Joaquin Phoenix, ganador del Óscar en 2020 por ‘Joker’, es aquí Beau Wasserman, un hombre solitario que vive en un apartamento cochambroso en una ciudad sin nombre, y donde la vida humana no vale más de lo que lleves encima en ese momento, y a veces ni eso. En este marco nos presentan a un protagonista con claros problemas en la relación con su madre, una famosa y querida empresaria en otro lugar de ese país desconocido.
Beau tiene que acudir a la casa donde se crio para celebrar el aniversario de la muerte de su padre, pero todo se tuerce cuando las llaves que dejó en la puerta desaparecen. El hombre no puede salir de su casa, se lo trata de explicar a la señora Wasserman, que dice entender la situación, pero que “la decisión final de acudir o no al aniversario de la muerte de tu padre es tuya”. De esta forma, ya se vislumbra porqué Beau era reacio a ir.
Pero, minutos después, una llamada cambiará su vida. Una voz al otro lado del teléfono le dirá que su madre acaba de fallecer a causa de un accidente. Esto desencadenará que nuestro protagonista caiga en un estado de shock durante horas…
Tras salir del agujero oscuro en el que se escondió, Beau Wasserman toma la decisión (por fin) de ir a su casa. Sin embargo, el camino no estará repleto de rosas, porque en él conocerá a personas que esconden secretos, y no todos buenos.
Con este planteamiento, el director de ‘Midsommar’ (2019) nos muestra un mundo donde la bondad humana parece haber desaparecido, dejando en su lugar un vacío tan grande que, por mucha maldad que respire el ser humano, jamás será la suficiente para rellenar ese enorme hueco abierto de repente.
La violencia que se desprende en la gran ciudad donde vive Beau, está contrarrestada con la tranquilidad y sosiego que se respira en la idílica casa donde es acogido el protagonista por los personajes que encarnan Amy Ryan y Nathan Lane. Será solo una fachada, puesto que en el interior de ese “hogar” también se esconden oscuras intenciones para el pobre de Beau.
En este tercer film de Aster, el director -y guionista- nos deja ver ese surrealismo mezclado con terror que asombró tanto a crítica y público en ‘Midsommar’. En esta cinta podemos ver las desconexiones que puede llegar a tener un cerebro humano y los pasos que llega a dar para ir de un punto A hasta un punto B, pasando antes por muchos sitios a la vez, sin llegar nunca a ningún lado y quedándose anclado en el punto de inicio, hasta que algo externo le hace “arrancar”.
Aunque no sea la primera vez que veamos estos ejemplos en la gran pantalla, puesto que el abanderado del género surrealista David Lynch ya nos mostró gran parte de ello en obras como ‘Mulholland drive’ (premio a mejor director en el Festival de Cannes 2001) o ‘Carretera perdida’ (1997), Aster tampoco aspira a hacerse con la bandera que Lynch parece haber dejado vacante en algún lugar de Hollywood.
La cinta, pese a su larga duración -puesto que roza las tres horas de metraje-, no se hace larga en ningún momento y el ritmo que envuelve tanto el guion como el montaje es un acierto, hasta el punto de que logra mantener pegado en su butaca a un espectador más acostumbrado a seguir tramas más largas cuando se trata de superhéroes o cuando la película goza de unos generosos efectos especiales.
Eso sí, las preguntas que revolotean por las mentes de quienes alcanzan el final son tantas, que no sabe muy bien por dónde empezar a acometerlas. Aunque la respuesta que llegue finalmente a nuestros cerebros la encabece la palabra nada, quizás sea, después de todo, ese el motivo para acercarse a ver ‘Beau tiene miedo’: la atracción que posee, en definitiva, la sensación posmoderna de no sentir absolutamente nada.
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