Russafart

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Russafart
VIII Bienal de arte en València
Lema: ‘Accionar el arte’
Cartel de Boke Bazán
Coordinación general: Arístides Rosell
Coordinación artística: Rebeka Català
Barrio de Russafa
Del 7 al 9 de junio de 2024

Dice Arístides Rosell, coordinador general de la bienal de arte Russafart, que el puño que sobresale en el cartel de Boke Bazán, creado para esta octava edición bajo el lema de ‘Accionar el arte’, no lo ve “en un contexto de lucha armada, sino en uno de mutua colaboración”. Algo así como el puño del poeta Rafael Alberti cuando dijera: “Me marché con el puño cerrado, vuelvo con la mano abierta”.

En el caso de Russafart y de quienes lo dirigen, el propio Rosell y Rebeka Català, su coordinadora artística, nunca se han ido, porque lo suyo, al ser una bienal, es regresar cada dos años para enarbolar con energía la bandera de los estudios y los cientos de artistas que convierten la reivindicación del arte en toda una fiesta. De ahí que el puño se transforme en la mano abierta tendida a cuantos se sientan concernidos por tamaña manifestación creativa, en los apenas 5 km2 del barrio que aglutina semejante tesoro.

Un tesoro parecido al que descubre ahora Boke Bazán a la hora de realizar su cartel, bajo la consigna de ‘Accionar el arte’. “¿Cuáles son los símbolos o las metáforas visuales que nos puedan ayudar a contar lo de ‘accionar’?”, se pregunta el diseñador responsable de la agencia NocionesUnidas, asegurando que, a partir de ahí, es cuando empieza a jugar.

Boke Bazán y Arístides Rosell. Russafart
Boke Bazán (izquierda) y Arístides Rosell, en una recreación ilustrada del proceso de creación del cartel de Russafart 2024. Imagen cortesía del festival.

“Así, accionar es dar un salto; accionar es expresividad facial; accionar es la acción del pintar, del esculpir… y vas generando diferentes ideas hasta que, de pronto, después de muchas horas y de mucho bucear, encuentras el tesoro escondido, que es el puño cerrado y en alto. Un puño que nos sirve de metáfora de lo que es la acción”.

Y como –siguiendo en esto a Indira Gandhi– “no se le puede dar la mano a quien tiene el puño cerrado”, Arístides Rosell tiene claro que esta idea de impulsar el arte con la fuerza que irradia ese puño va en otra dirección: “Accionar está pensado porque justamente el arte necesita ese punto de partida vinculado con el inicio de todo el proceso creativo. Es decir, el punto de arranque para que todo eso tenga lugar. No me gustaría que se confundiera con acción performática, sino con la idea de poner en marcha algo”.

Boke Bazán abunda en ese proceso, intrínseco al seguido en la elaboración del cartel: “Yo no trabajo nunca con la primera idea y si me viene alguna, por buena que sea, siempre busco otra que compita con ella. Has de tener en cuenta que se trata de un cartel que tiene que llamar la atención, que ha de estar en una línea gráfica coherente con la de Russafart y que la imagen no sea simplemente descriptiva porque, si no, no estaríamos aportando nada”.

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Y de lo que huye Bazán como de la peste –en nuestro caso más cercano, la pandemia– es de la reducción del arte a cosa pequeña, como queriendo darle la razón al humorista gráfico argentino Roberto Fontanarrosa, cuando apuntó que “si dices que lo tienes en un puño, muy pequeño ha de ser tu enemigo”.

“Yo a ese puño lo he dotado de un componente plástico y artístico, como en este caso es la pintura, con ciertos blancos siguiendo la línea gráfica de Russafart, siendo entonces cuando puede funcionar la cosa. Aparte de esto, tienes que trabajar con la parte tipográfica y ver de qué manera presentamos el título, ‘Accionar el arte’, que es largo, para que jerárquicamente funcione bien con la entidad que está firmando la propuesta”.

Y añade –para que se entienda en toda su extensión el arte que pretende atrapar en su puño– que, al mismo tiempo, ha tratado de dejar espacio “a esa parte más experimental que tiene que ver con el arte, que tiene su parte de riesgo, con sus dosis de novedad y, en cierto modo, de ilegibilidad para que el público tenga que acercarse con el fin de ver lo que está pasando”.

Arístides Rosell y Boke Bazán. Russafart
Boke Bazán, en primer término, y Arístides Rosell, al fondo, en un momento de la entrevista en Imprevisual. Foto: Fernando Ruiz.

Arístides Rosell asegura que, durante estos últimos años, los carteles los han ido haciendo “desde una perspectiva o una mirada más interna, desde dentro; nunca habíamos tenido una visión externa. De ahí que pensáramos en dar un salto cualitativo buscando a alguien que tuviera esa perspectiva distinta. Y a Boke solo le dije que no había restricciones. Y así fue”.

Lo que más le ha llamado la atención de la propuesta de Boke Bazán “es la fortaleza que tiene el cartel. Nosotros basamos todas las acciones que desarrollamos en el evento a partir del eslogan, que es muy importante, pero nunca le habíamos dado el protagonismo que ese lema se merecía”.

A Rebeka Catalá –que participa en la entrevista vía móvil por hallarse fuera de València–, el cartel le parece “muy integrador en cuanto a las disciplinas que evoca, porque es muy difícil plasmar en una sola imagen todas las disciplinas que se trabajan en arte. Mediante las manos, las texturas, el color o la falta de color y la propia imagen, puedes ver en el cartel que hay escultura, pintura, fotografía; aglutina a todas y eso es algo que no habíamos conseguido con los carteles de otras ediciones y eso me enamoró”.

Arístides Rosell. Russafart
Arístides Rosell, en un momento de la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

¿Ese puño es una especie de ‘puño y aparte’, en el sentido de que lleváis ya ocho ediciones y parece que toca darle el impulso definitivo, contando con el decidido apoyo económico de las instituciones públicas y privadas?

“Un puño en alto significa muchas cosas”, responde Rosell, “pero lo que sí es cierto es que llevamos dieciséis años [ocho ediciones de carácter bienal] y en algunos contextos es la mayoría de edad. De manera que pienso que es el momento de dar ese salto cualitativo y que las instituciones apoyen esta iniciativa desde todo punto de vista. De hecho, podría, incluso, acogerse en diferentes contextos administrativos, porque es una bienal abierta a muchas áreas”.

“Ojalá fuera, con ese puño –prosigue Rebeka Català–, un punto y aparte a la hora de impulsar de una vez por todas el festival, pero lo que sí es cierto es que nos hemos tomado este año el evento de otra manera, con otros ojos, con otra calma. Veo otro ambiente, otra forma de abarcarlo y, en este sentido, sí que puede ser un punto de inflexión”.

“Para mí, el cartel tiene una potencia con la que no empezamos a hacer el festival este año y que, sin embargo, la va teniendo poco a poco. Es decir, que empezamos muy calmados y nos va viniendo la energía según lo vamos trabajando, lo cual está muy bien y ojalá fuera así en todos los aspectos de la vida porque nos iría mejor: esto es, empezar con calma para accionarnos luego mucho más”, añade la coordinadora artística de Russafart.

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Sin embargo, el puño del cartel da más la sensación de querer agitar el arte, de removerlo.

“En realidad, sí que hay una lectura activista relacionada con ese puño”, subraya Bazán, “pero en el contexto del arte, de manera que al ser un puño que tiene pintura blanca posee una connotación diferente. Evidentemente, yo no escondo, y Russafart tampoco lo hace, un posicionamiento activista, por cuanto activa a los estudios, a los artistas, a los talleres, al público, a la prensa y al propio barrio. Entonces, el arte es un poco el punto de encuentro de todo ese activismo”.

Ahora es el escritor y político José Martí quien se suma a la estela dejada por ese puño: “Mi verso es como un puñal que, por el puño, echa flor”. Palabras ligadas a las que pronuncia el propio Bazán: “El puño tiene una connotación, también, como de lucha, pero asociada igualmente a la lucha con uno mismo, como cuando aprietas los puños para empezar a hacer algo”.

Hay, asimismo, un pequeño guiño en relación con el texto, que está, como señala el propio responsable del cartel, “un poco deconstruido para que justo debajo de ‘el’ –de ‘Accionar el arte’– esté el año, que apunta a accionar el 2024. Se trata de transmitir una visión poliédrica, de manera que haya algo de proyección por parte del espectador y que el mensaje no esté excesivamente claro”.

Boke Bazán. Russafart
Boke Bazán, durante la entrevista realizada en Imprevisual Galería. Foto: Fernando Ruiz.

Llegados a este punto, Boke Bazán abre un paréntesis para decir que “si Russafart lo hicieran en Ámsterdam se enteraría todo el mundo y de aquí nos iríamos a Amsterdam, a sus jornadas de puertas abiertas, seguramente con menos artistas y con menos calidad de la que tenemos aquí, porque València tiene talento y tiene creatividad, pero a la hora de la fe, de su comercialización, aquí falta esa involucración de todos los estamentos públicos, que pienso que deberían estar apoyando todo esto. Hay que hacer bandera de algo tan interesante como Russafart”.

“Ha llegado el momento de decir”, proclama Rosell, “que hay un patrimonio que es tangible, no solo en Russafart, sino en otros barrios con diferentes festivales como el nuestro, que fue, en este sentido, pionero, y que conviene reivindicar para solicitar ese apoyo material real. Está pasando algo similar en Madrid, en barrios como La Latina o Lavapiés, y ahora en Carabanchel”.

Piensa Arístides Rosell que falta un impulso en la comunicación “que se debería potenciar, por ejemplo, desde Turismo. Hay que tener en cuenta que en la última edición de 2022 hubo casi 60.000 personas participando en el barrio durante los tres días del festival. Eso es ya una cifra con mucho peso y la ciudad de València lo conoce; otra cosa es cómo podemos promocionarlo para que, buscando los equilibrios con respecto a la gentrificación y el turismo, sea un punto de reclamo cultural fuera de la Comunidad Valenciana”.

Arístides Rosell. Russafart
Arístides Rosell, en un momento de la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

Russafart 2024 contará con la participación de 64 estudios y 275 artistas, teniendo por cuarta edición consecutiva como patrocinador a Cervezas Alhambra y un presupuesto parecido al de otros años. “Lo que sí se suma este año, como espacio, es la Nave 3 del Parque Central, que la vamos a ocupar con cuatro proyectos muy potentes en forma de acciones realizadas desde la Facultad de Bellas Artes, y de arte y naturaleza urbana por parte de la escuela [CEIP] Alejandra Soler”, explica Rosell.

Lo que lamenta el coordinador general de Russafart es que en cada edición tengan “que volver a activar el tema de los sponsors, de las ayudas, etcétera, es como empezar todo de nuevo. Cada vez me enfrento a los mismos fantasmas y a las mismas contradicciones para, partiendo de cero, llegar a unos mínimos”.

Boke Bazán pone el acento en lo que considera “una cosa muy interesante”, cifrada en “la horizontalidad de la propuesta”, en la que “se juntan artistas muy consagrados con gente muy novel de diferentes disciplinas”. Es lo que Arístides Rosell llama, para caracterizar Russafart, “museo horizontal expandido”. Horizontalidad que, en su opinión, viene dada “por todos esos artistas y esas diferentes disciplinas conviviendo a la vez”. “Por eso lo que me duele”, insiste, “es que no se tome como algo fundamental este patrimonio artístico que se debería cuidar y que es, a la postre, un patrimonio de futuro para la ciudad”.

“Todas esas disciplinas son, por otra parte, un reflejo de cómo está evolucionando el arte. Porque de las diez disciplinas que había en la primera edición, de entre todos los talleres y estudios que participaban, cada año se suman disciplinas nuevas que tenemos que ir añadiendo, incluso algunas muy personalizadas difíciles ya de encasillar. Y esto se debe a que el arte se va transformando”, concluye Rebeka Català.

Russafart
Boke Bazán (izquierda) y Arístides Rosell, sosteniendo el cartel, puño en alto, de la octava edición de Russafart. Foto: Fernando Ruiz.