València, t’estime. Carlos Giménez

#MAKMAAudiovisual
‘València, t’estime’, dirigido por Carlos Giménez
Con Rampova, Juan Barbas, Olga Ramos, La Margot y May Chordà, entre otras
85′, 2023
Documental estrenado durante el 38 Cinema Jove

A veces, nos preguntamos si todos estos avances no serán una ilusión de burbuja. Queremos creer que estamos mejor que ayer, pero cuando volvemos la vista atrás, el tiempo se revela circular, como un bucle infinito, o, siendo optimistas, como una espiral creciente, pero con un margen de expansión muy estrecho.

El documental ‘València, t’estime’, dirigido por Carlos Giménez, muestra la lucha del colectivo LGTBI+ en València desde recién entrada la Transición hasta principios de los 2000. Veinte años de reivindicación, de logros, de iconos culturales, pero también de respuestas reaccionarias, de violencia y de armarios.

Carlos Giménez, premio INJUVE 2020 al periodismo audiovisual otorgado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, escribe la historia desde abajo, desde las memorias de las protagonistas del movimiento.

Habla Rampova, quien tristemente falleció durante el rodaje; habla Juan Barbas, quien abrió la primera librería LGBT de la ciudad; habla Olga Ramos, referente del colectivo de lesbianas dentro del Front d’Alliberament Homosexual del Pais Valencià; habla La Margot, icono transformista; habla May Chordà, de las primeras mujeres trans en mostrarse abiertamente en televisión.

Todas ellas y muchos más testimonios, con un total de quince horas de material audiovisual sintetizados en hora y media. “Un aperitivo”, como dice el propio director, de todo lo que supone nuestra historia.

‘València, t’estime’ tuvo su estreno en la última edición de Cinema Jove y le espera un largo recorrido festivalero antes de llegar a las pantallas. En el documental podemos detectar dos ejes temáticos: la efervescente vida cultural propia del colectivo, utilizada como arma política, y la represión ejercida por grupos fascistas dentro de la esfera política. Aquí es donde más se cristaliza la espiral, en la violencia, que siempre vuelve.

Hace unas semanas, el artista y activista Divino recibía una brutal paliza durante la celebración del Orgullo madrileño; en mayo, dos mujeres denunciaban una agresión homófoba en el Parque Warner; en junio, una agresión tránsfoba en el metro de Barcelona frente a la atenta mirada de unos testigos impasibles; la última, en València, la noche del 30 de junio, en el municipio de Alginet, una decena de personas agreden a un joven de 19 años en la inauguración de un pub. Así, interminablemente.

Y ya no es solo la violencia ejercida en las calles, es la violencia amparada por las instituciones. La lluvia de censuras y cancelaciones vividas las últimas semanas en municipios gobernados por PP y Vox. En Bezana, Cantabria, Vox elimina del programa cultural la proyección de la película infantil ‘Buzzlightyear’, donde aparece un beso entre dos mujeres; en Náquera, València, Vox retira la bandera LGTBI+ de todos los edificios institucionales; en Valdemorillo, Madrid, también el Gobierno de Vox retira de la programación teatral la representación de ‘Orlando’, obra crítica escrita por Virginia Woolf donde aborda la homosexualidad femenina, entre otros temas.

Es desalentador recoger todos estos datos. Por esto, ‘València, t’estime’ es necesario, porque los derechos que hayamos podido conseguir no son garantía de nada. A la vez que se nos encienden las alarmas, resulta gratificante ver que siempre hemos tenido la cultura de nuestra mano. La cultura autogestionada, digo. La creación artística es un altavoz poderosísimo para las reivindicaciones, para señalar, satirizar, para ser excéntricas e irreverentes. La violencia es incansable, pero nosotras somos más pesadas.

En el documental se menciona al partido de ultraderecha Fuerza Nueva y es inevitable pensar en la situación actual con el partido de Abascal. La violencia ejercida por estos grupos hacia el colectivo LGBTI+ es innegable. Sin embargo, existen muchas personas del colectivo que votan a partidos con esta ideología. ¿Por qué crees que sucede esto?

Como pasaba con Rita Barberá, que todos sabían que era lesbiana y era la alcaldesa por el Partido Popular. Son personas que anteponen otros intereses a la hora de votar, como su bienestar económico o los valores religiosos. Tienen mucha lgtbifobia interiorizada. También creo que deben de tener una neblina mental debido a la desinformación y los bulos que propagan los medios de comunicación acerca de los partidos de izquierda.

Las nuevas generaciones no conocen las luchas que tuvieron que vivir las generaciones pasadas. Asumen que cuentan con unos derechos básicos y desde esa posición privilegiada, pueden permitirse votar a estos partidos.

Otro tema del que se habla es el de la invisibilización de las lesbianas dentro de la historia del colectivo. Recordé un artículo de Beatriz Pérez para El Periódico donde menciona que era tan impensable que dos mujeres pudieran relacionarse sexoafectivamente que se libraron de la ley de peligrosidad social. Solo existe un caso documentado de una mujer encarcelada por lesbiana.

En el documental, el elenco que aparece es un reflejo de la realidad social. Aparecen muchos más hombres que mujeres, porque en el contexto que recoge el documental eran más visibles los hombres. Olga Ramos habla de la invisibilización que sufrían las lesbianas. Hay un fragmento que no llega a aparecer donde ella dice: “Los hombres tenían pluma y, de una manera u otra, visibilizaban, pero las mujeres, si no se vestían de manera masculina, no se podía saber. Dos mujeres cogidas de la mano por la calle podían ser amigas perfectamente”.

Esa invisibilización sigue estando a día de hoy. No ha cambiado mucho. Por ejemplo, las mujeres no tienen tantas ofertas dentro del ocio nocturno ni existe un bar de referencia lésbico como sí que han habido bares gays.

El borrado que ha sufrido nuestra historia se hace evidente con el caso de la Brigada 26. Tantos episodios de violencia, desde un dispositivo institucional, ya en democracia, y que no supiera de su existencia hasta que vi el documental.

Yo no sabía la existencia de la Brigada ni de muchas otras cosas. La Brigada 26 no estaba dirigida expresamente a personas del colectivo LGBTI+, sino que era un servicio de orden público. Se encargaban de sacar de las calles a todas las personas que se consideraban un peligro público, como los pobres, los drogadictos, etc. A las personas del colectivo y, especialmente, a las mujeres trans les pegaban palizas, les robaban y les violaban. La 26 muchas veces iba de paisana y, si te pillaban, como dice la Margot, primero te pegaban una hostia y luego te pedían el carné. Estas cosas hay que recordarlas porque existían hasta hace no mucho.

Material documental de La Margot durante un instante del filme. Imagen cortesía de Cinema Jove.

¿Qué más cosas has descubierto?

He descubierto todo un mundo. Desde la inocencia de querer montar un reportaje sobre lo que ocurría en València a, de repente, encontrarme un mundo maravilloso que está enterrado. No sabía quién era Rampova, Ploma 2, la Peineta Rebel, La Margot… Y la gente mayor aún me dice que falta mucha información. Tengo quince horas grabadas de documental. Esto es un aperitivo para despertar la curiosidad en la gente joven. He puesto lo que más curiosidad me daba a mí como director y lo que creo que puede llegar a empoderar a la gente. Puede desatar esa pequeña llama, ofrecer referentes, conocer tu historia y evitar que demos pasos atrás.

¿Cómo llegas a todo este material?

Teniendo curiosidad. Cuando empecé, no había un contacto directo al que llamar para consultar todo esto. Ahora sí, ahora existe ‘L’Armari de la memòria’. Aunque hay una falta de comunicación política para que estas herramientas lleguen a la calle. Yo empecé tirando de algunos contactos, de políticos, gente de LAMBDA. Y, desde ahí, ir bajando.

Encontré gente maravillosa que me abrió las puertas de su casa. Me enseñaron álbumes de fotos, vídeos personales. Todo lo que veis son, en su mayoría, archivos personales, materiales que uno grababa o que, simplemente, rescataba. Juan Barbas, quien abrió la primera librería gay de la ciudad, con ese interés por rescatar cosas, iba incluso a los contenedores de basura a recoger material. Había personas homosexuales que se deshacían de sus archivos personales y Juan los recogía y los digitalizaba. Gracias a personas así, a día de hoy conservamos los recuerdos de las personas del colectivo.

Es un ejercicio de escritura histórica colectiva y desde abajo. Ahora mismo, es muy difícil hacer ese ejercicio histórico, porque parece que la historia ya está contada, y te das cuenta de todo lo que aún falta por contar.

No tengo una fuente documental oficial. La historia me la han ido contando y yo he hecho un montaje de mi visión, la visión de una persona que no ha vivido tan siquiera todo eso. Yo lo he contado conforme me lo han ido contando. Y me he dado cuenta que la historia no tiene solo una verdad. He intentado abrir muchas aristas con estas experiencias.

Manifestación del Día del Orgullo LGTBI+ en València.

Esto lo podríamos calificar como un ejercicio de memoria histórica, ¿no? Igual deberíamos ampliar el concepto y que no quedase reducido solo al periodo de la dictadura.

Fui a pedir una subvención para proyectos de memoria histórica y no me la pudieron dar porque, legalmente, la memoria histórica ocupa hasta el año que muere Franco. Lo de después parece ser que no interesa. La gente salía de una época de mucha censura y con la muerte de Franco cogieron valor para sacar a la luz sus historias. Recuperar todo esto, a mí me parece un ejercicio de memoria histórica.

Otro debate muy latente es el de la convivencia de la fiesta y la reivindicación política durante la marcha del Orgullo. A día de hoy, se convocan manifestaciones del Orgullo crítico en días distintos al Orgullo oficial, para diferenciarse de esa marcha más mainstream y comercializada.

Creo que son distintas formas de ver las cosas y ambas me parecen bien. Lo que no me parece bien son las personas que vienen únicamente a emborracharse y el resto del año no tienen presente la lucha. Hay que mantener la conciencia política. Pero también entiendo que es un día de celebración por los derechos conquistados.

En aquella época, algunas asociaciones no dejaban que pasasen las carrozas del ocio nocturno y estos se defendían diciendo que ellos, durante todo el año, se dedicaban a crear espacios seguros para el colectivo y, por tanto, tenían derecho a estar ahí. Entonces, las asociaciones empiezan a colaborar con ellos, haciendo campañas sobre el VIH en los locales de fiesta, por ejemplo.

Al final, tenemos que ir todos juntos porque tenemos un mismo objetivo, que es empoderar y concienciar. Es cierto que la marcha se ha denostado mucho y, desde fuera, puede dejar de verse como una reivindicación política, pero hay que leer el trasfondo porque, si incomoda, está haciendo algo de activismo.

El ocio nocturno ha sido uno de los principales refugios para el colectivo y uno de los epicentros para las movilizaciones.

Cuando empecé el documental, me dijeron: “Carlos, sé valiente y cuenta lo que no se ha contado nunca”. Habían espacios seguros, locales de cabaré, transformistas, discotecas. A lo mejor, parece muy banal que se cuente que los baños de El Corte Inglés se utilizaban como cuarto oscuro, pero no deja de ser una práctica de las personas del colectivo y no podemos invisibilizarlo.

En el documental vemos cómo la reivindicación política sucede de la mano de la expresión artística. Esto me lleva a pensar en el poder del arte como herramienta política. ¿Puede existir un movimiento social sin el apoyo del arte?

Rampova hacía política con sus canciones, con unas letras bestiales, con flyers y cartelería. Su casa era una reivindicación en sí misma. Pepe Miralles refleja en su obra fotográfica todo el drama de la pandemia del VIH, la lucha, la agonía, la soledad. No existe el uno sin el otro.

Antes hablábamos de la invisibilización de las lesbianas, pero el grupo más machacado del colectivo, incluso por parte del propio colectivo, son las personas trans. Ellas fueron las precursoras de la lucha por los derechos LGTBI+ y han sido las últimas en recibirlos. Apenas en febrero de 2023 se aprobaba la ley trans. ¿Tenemos una deuda pendiente con el colectivo trans?

Siempre la vamos a tener. Si ellas lanzaron la primera piedra fue porque no tenían nada que perder. Gracias a la lucha, hemos podido salir de este ahogo y, de hecho, los hombres gays están supercapitalizados, pero las mujeres y los hombres siguen a la cola de todo. Ahora, en 2023, se ha reconocido alguna parte de sus derechos, pero sigue siendo insuficiente. No se habla de las cuestiones laborales.

El colectivo social con mayor porcentaje de desempleo es el colectivo trans. A una mujer de 60 años, que no ha cotizado nada en su vida, que tiene un subsidio de 400 €, esta ley no le beneficia en nada. Hay que ir más allá, mirar por una jubilación digna para las personas trans.

Parece que el matrimonio igualitario fuese la cúspide de los derechos para las personas del colectivo, pero la realidad es que esto es mínimo y queda mucho por hacer. ¿Qué otras deudas tiene la sociedad hacia el colectivo LGTBI+?

Hasta que deje de verse a las personas LGBTI+ como seres extraños en la sociedad, la lucha será necesaria. Queda mucho por hacer. Que no tengamos que dar explicaciones a la familia, amigos, en el entorno laboral. Que haya un sistema que no se divida únicamente entre hombre y mujer. Que haya una representación paritaria en el audiovisual. Hay una problemática muy grande con las personas mayores, que vuelven al armario automáticamente. Desde que naces hasta que mueres, hay tanto todavía por reivindicar. Cuando todo eso se solucione, habrá terminado la lucha, y eso ni tú ni yo lo veremos.

Por último, te quería preguntar por el futuro de ‘València, t’estime’, porque hay tantísimo por abordar y se podría expandir tanto el proyecto.

El documental en sí, que es como un aperitivo, va a estar girando por festivales; el año que viene se estrenará en À Punt y a lo mejor termina en alguna plataforma. Pero hay más historia y más protagonistas. Mi intención, después del verano, va a ser realizar una serie de videopodcasts de temáticas concretas. También hemos pensado en hacer un museo virtual. Lo que se nos vaya ocurriendo, siempre que haya instituciones apoyando para recuperar esta memoria. El objetivo de todo esto es echar la vista atrás para poder dibujar un plano de dónde venimos y servir de guía para futuras generaciones.