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‘Carmen Alborch. El arte y la vida’
Comisarios: Salvador Albiñana y José Vicente Plaza
Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC)
Museo 2, València
Hasta el 9 de enero de 2022
La exposición ‘Carmen Alborch. El arte y la vida’, que el Centre del Carme acoge hasta el 9 de enero, muestra la trayectoria de Alborch desde diferentes facetas de su vida pública. Universitaria, política, escritora y, sobre todo, feminista. El perfil profesional y personal de Carmen Alborch (1947-2018) fue siempre esquivo a la clasificación.
“Ser transgresora ha sido en mí una constante vital. Desde pequeña era así. Ha sido algo natural”, escribió en ‘La ciudad y la vida’ (2009). De esa obra procede el título de esta exposición, que comienza en 1965 con el inicio de sus estudios de Derecho en la Universitat de València, de la que fue profesora de Derecho Mercantil y decana. Allí regresó en 2016, al concluir su vida política. Un anhelado bucle, que Alborch tenía en gala.
Entre ambos momentos, se despliega una biografía que sus comisarios han ordenado con sentido cronológico y que tiene a su colección de arte como eje principal. Según los comisarios, Salvador Albiñana y José Vicente Plaza, “no fue una coleccionista al uso, pero reunió un interesante conjunto de obras que proceden de los años en que formó parte de la Galería Temple, entre 1983 y 1987, y sobre todo de su amistad con artistas como Andreu Alfaro, Carmen Calvo, Miguel Ángel Campano y Manuel Sáez”.
Entre las piezas destaca un gran cuadro de Carmen Calvo (la autora más representada en la muestra) de su serie ‘Paisajes’, junto a una cita de Elvira Lindo con la que se pretende señalar su radical independencia como uno de sus más importantes legados. En la exposición se muestra, asimismo, una obra inédita de Campano, que ha sido catalogada por primera vez, varias obras de Mariscal, con dedicatoria incluida, y una serie de retratos tanto en dibujo, como pintura y fotografía.
Un traje de Francis Montesinos recuerda al icono que representó Carmen Alborch quien, sin pretenderlo, marcó un punto de inflexión en la percepción pública y en la relación entre la moda y la política. La moda era transversal en toda su historia, consiguiendo lo que podemos calificar como una autonomía estilística propia.
“Cuando entraba la Alborch ya no importaba el modelo, ni el diseñador ni nada, era ella que tenía un estilo propio, incluso transgresor en muchísimas cosas”, recuerda Plaza. La ropa no era solo para lucirse, la empleó como mensaje de libertad y transgresión, había una semiótica del feminismo en ella.
La exposición se complementa con ‘Pantalles de Carmen’, un audiovisual que reúne fragmentos de entrevistas y declaraciones realizadas entre 1978 y 2018, seleccionados por su hermano Rafael Alborch. Los mensajes de Carmen, sobre cultura, feminismo o política, van calando a lo largo de sus declaraciones, pero también es un viaje a la televisión de varias décadas. Son diferentes las pantallas en las que nos podemos encontrar con Alborch, desde la pantalla del Super8 de los años 70, los documentales y programas de Aitana de los años 80, la llegada de Canal 9 en los 90, los cambios de los primeros 2000, hasta los contenidos en línea de la actualidad.
Dos grandes hitos de su vida pública fueron su nombramiento como directora del IVAM, en 1988, y el desempeño de ministra de Cultura entre 1993 y 1996. Como gestora siempre observó dos principios: la creación de equipos de trabajo rigurosos, que podían ser dispares, pero siempre inclusivos, y la voluntad de conciliar intereses alejados o en apariencia opuestos. La actividad política la llevó al grupo socialista del Congreso y del Senado, entre 1996 y 2016.
Según los comisarios, “en 2007 aceptó el reto de encabezar la candidatura socialista al Ajuntament de València. Alentó un amplio movimiento ciudadano, pero no alcanzó la mayoría requerida. No obstante, logró preservar del expolio el barrio marítimo del Cabanyal”. Coincide con la exposición, en la sala Carlos Pérez, ‘1998-2015 Cabanyal Portes Obertes. Cultura i Ciutadania’, una reivindicación social en la que Alborch participó activamente y tuvo un papel fundamental.
En 1999, publicó ‘Solas’, un ensayo que logró numerosas ediciones y traducciones. Una defensa del derecho a la soledad como un estado de gozo y disfrute. Como el resto de sus libros –‘Malas’, ‘Libres’, ‘La ciudad y la vida’ y ‘Los placeres de la edad’-, mantuvo siempre una lúcida capacidad de introspección.
Entusiasta, extrovertida y reservada al tiempo, disciplinada en el trabajo y generosa en el cultivo de la amistad, Carmen Alborch mantuvo su libertad de espíritu, su naturaleza independiente y sus convicciones con gran firmeza y una bella sonrisa.
Carmen Amoraga, directora general de Cultura y Patrimonio, agradeció al Consorci de Museus, a la familia y a los comisarios el haber hecho posible esta exposición precisamente en un espacio como el Dormitori del Centre del Carme, un espacio que ella impulsó como segunda sede del IVAM hace 30 años y, posteriormente, como entidad autónoma. Y añadió que “recordar es volver a pasar por el corazón y Carmen está ahora en esta sala. Cualquier persona tiene multitud de aristas, pero entre todas las facetas de Carmen me quedaría con la alegría con la que ella hacía las cosas”.
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