Peces de colores en la azotea, de Carmen Calvo
Galería Ana Serratosa
C / Pascual y Genís, 19. Valencia
Hasta el 28 de febrero de 2018
‘Peces de colores en la azotea’. Y la azotea en cuestión es la de la galería Ana Serratosa, que acoge los últimos trabajos completamente inéditos de Carmen Calvo. El título de la exposición alude tanto al espacio donde la artista valenciana exhibe sus esculturas, grabados, fotografías y una video proyección, como al estado de ánimo de una autora que bucea en lo siniestro con remango adolescente. “Me gusta expresarme con la maldad que existe”. Lo dice sabedora de que “la inocencia no existe”. Esa mezcla de inocencia, por muy inexistente que sea, y perturbadora oscuridad juguetona, está presente en la obra que hasta el 28 de febrero permanecerá en el ático de Pascual y Genís.
En una de ellas, titulada ‘Siempre la misma historia’, se halla impresa esta frase: “La pintura la volverá loca”. Y Calvo, como subrayando la manera que tiene de entender la pintura, añade: “Pues en esa locura estoy”. Una locura, “más bien obsesión”, dice, mediante la cual da cuenta de los fantasmas interiores que recorren su trabajo y que adquieren la forma de juguetes y objetos con los que pinta. Porque Carmen Calvo “ante todo es pintora”, señala Rafael Gil, comisario de la exposición. “Pinta con objetos, interpreta con objetos y sueña con objetos”, apostilla Gil.
Los peces de colores a los que alude el conjunto expositivo se refieren tanto a la intensidad cromática de sus últimos trabajos, como a la fluidez con la que navega su obra por entre un mar de dudas. “Los títulos son siempre enigmáticos; deja siempre abierto el significado de su producción”, apunta Gil, para quien todavía está por hacer una gran muestra en Valencia “que la sitúe en el lugar que se merece”.
Lo dice de una artista que ha sido Premio Nacional de Artes Plásticas en 2013 y ha recibido, entre otros muchos galardones, la medalla de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos. Aún así, Rafael Gil insiste: “Se la ha reconocido con premios, pero no con obra y todavía está por hacer una que recoja todas sus instalaciones, que no se conocen”. El comisario contextualiza su trabajo en lo que considera la tradición del llamado “arte encontrado”, que Marcel Duchamp inauguró en 1915 con sus ready made. “Carmen nunca ha renunciado a sus orígenes y sus maestros”, añade Gil.
Sigmund Freud ya apuntó en su texto acerca de lo siniestro la íntima conexión que existe entre lo familiar y la oscura emergencia de lo extraño. Allí donde reina el calor del hogar, acecha la fría sensación de su desmoronamiento. De ahí que Carmen Calvo, al utilizar objetos que evocan a la más tierna infancia, no deje de provocar el sobresalto en su obra. En ‘Golfos sombríos’, por ejemplo, el solo título ya remite a lo que la obra manifiesta: un grabado clásico, sin duda bello, plagado de ojos que parecen salidos de el cuento de ‘El arenero’ al que se refiere Freud en su artículo sobre lo siniestro.
“Sí, muchas de mis obras están basadas en sueños, que no son más que miles de fórmulas de contar una historia”. Historias en las que lanza un guiño irónico al arte, a la vida y a la existencia cotidiana, toda ella plagada de instantes sobrecogedores, a poco que observemos con la mirada curiosa con la que Carmen Calvo escudriña cuanto la rodea. “Hago guiños a la pintura, como ese collar de perro”, y señala la obra ‘Soñando con vistas al invierno’, donde a una bella mujer, en un retrato antiguo en blanco y negro, le añade ese collar quebrando la visión amable del cuadro.
Y aquí le sale el espíritu reivindicativo de la mujer que vive “en un tiempo confuso”, en una sociedad “que no quiere que crezcamos”. A sus fotografías anónimas, sus grabados clásicos y sus pequeñas esculturas (“son un divertimento”), Calvo les añade sus objetos encontrados en diversos lugares, para provocar en ellos un sutil terremoto interior fruto de lo viejo e inanimado que de pronto echa a andar. El cine, que es otra de sus fuentes creativas, le vale igualmente para dar curso libre a su imaginación.
Fotogramas de películas de Alfred Hitchcock, Luis Buñuel o David Lynch, entre otros, figuran en la video proyección que acompaña a la exposición y que, durante la inauguración, creaba una atmósfera inquietante al ser proyectado contra la fachada de un patio interior. Imágenes todas ellas igualmente, oscuras, siniestras, que la artista ensambla con la misma pericia creativa con la que alumbra esos ‘Peces de colores en la azotea’ de su más reciente producción. Un universo tan lúdico como extraño a cuyo interior ha de asomarse el espectador con infinita curiosidad. “Hay que acostumbrar al ojo a ver”, concluye Carmen Calvo.
Salva Torres
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