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Sobre el cine de animación y sus públicos
De ‘Perfect Blue’ (1997), de Satoshi Kon, a ‘Ruben Brandt, coleccionista’ (2018), de Milorad Krstic
Existe el tópico, rebatido en multitud de ocasiones en varios medios, de que el cine de animación es un producto para el público infantil. Entendemos por cine de animación aquel que usa técnicas tales como dibujos animados, animación digital, stop motion, etc.
Cabe recalcar, ante todo, que aunque un producto audiovisual sea destinado a un público infantil no elude, en absoluto, que sea una gran obra. Y me parece que los lectores de este artículo tendrán en su mente varios ejemplos de series y películas para niños que los cautivaron y que, a día de hoy, se siguen maravillando por esas obras.
Para muestra, un botón: ‘El viaje de Chihiro’, ‘Pesadilla Antes de Navidad’ y ‘Toy Story’ son ejemplos bastante claros de que el cine dirigido al público infantil es igual o incluso mejor que otras muchas películas. Además, estos detractores se refieren a infantil en el sentido de absurdo y sin calidad cuando tenemos ejemplos de este cine para todos los públicos como ‘Your Name‘, película de la cual Néstor Navarro explica su importancia en el artículo publicado en MAKMA sobre el filme de Makoto Shinkai.
Como ejemplo de una polémica reciente a causa de estas disquisiciones, tenemos a Brad Bird, director de ‘Los Increíbles 2’, quien recibió críticas de padres descontentos por el lenguaje soez en determinadas escenas, a lo que el director respondió en Twitter diciendo: «Con todos mis respetos, no es una ‘película para niños'». Es de animación y PG». El punto aquí es que existe un hueco, para nada inusual, en el cine de animación para hablar de temas adultos y que, con el pasar del tiempo, no ha hecho más que acentuarse.
¿Y por qué se ha asociado al público infantil? Históricamente, desde sus inicios, vemos que tomaron un camino más dirigido hacia audiencias infantes, como es el caso de lo que nos enseña Émile Reynaud y su teatro óptico, quien debutó con ‘¡Pobre Pierrot!’ en 1892. Igualmente, Disney dio gran voz al cine de animación con ‘Silly Symphonies’ y rotundos éxitos como ‘Blancanieves y los siete enanitos’. Y el paso a la televisión se inauguró para el campo de la animación con series tales como ‘Merrie Melodies’, ‘Crusader Rabbit’, ‘Félix el Gato’ y ‘Los Picapiedra’.
A pesar de ello, existen ejemplos tales como ‘The sinking of Lusitania’ (1918), una obra que emplea la técnica de dibujos animados en favor de una función documental cuyo fin es plasmar el acontecimiento homónimo del título, es decir, el hundimiento del RMS Lusitania, en lo que fue uno de los mayores desastres navales de su época. Por lo tanto, tenemos productos que han sido históricamente dirigidos, en su mayoría, a un público infantil que, además, tenían un contenido surrealista, con humor slapstick y cortometrajes de gran ingenio para cautivar a ese público.
Este factor que lo aleja de la realidad, a priori, llevó al público adulto a disociarse de este contenido, ya con el prejuicio de que un escenario fantasioso no puede contener mensajes que se asocien con el día a día. De hecho, algunas obras a priori dirigidas al público infantil tienen mensajes para los adultos que acompañan a este público: como ejemplo tenemos a ‘Los Picapiedra’, en cuyos capítulos se tratan temas asociados a la vida adulta.
Todo ello se acompaña de un marketing que, en su publicidad, relaciona este conjunto de técnicas cinematográficas con el público infantil, provocando situaciones como la citada polémica de Brad Bird, en la que cuando algo despunta de lo infantil y trata de ir más allá se le critica.
Una vez comprendida la causa que ha llevado al cine de animación a tener el estigma de ser un producto infantil, en el mal sentido, vamos a comentar varias obras que demuestran lo contrario y que tal vez interesen a los lectores. Obviaremos ejemplos bastante reconocibles de animación para adultos de obras que, por fortuna, han logrado triunfar; me refiero a casos como: ‘South Park’, ‘Los Simpsons’, ‘Family Guy’, etc. Series que son, de hecho, otro ejemplo de animaciones para adultos y que logran romper ese estigma siendo consumidas también por un público más adulto.
Comenzamos por la película más antigua de las recomendadas, ‘Perfect Blue’. Película del año 1997 dirigida por Satoshi Kon, cineasta nipón que fue bastante relevante en la industria y del que podríamos citar ejemplos como ‘Paprika’. Trata acerca de una cantante, una idol japonesa, quien queda apartada de su grupo musical para acabar en una serie de televisión. Esto provoca una crisis en nuestra protagonista que no hará más que incrementar cuando le acechen otros peligros. Realidad y ficción se acaban confundiendo, será tarea del espectador el identificar ambos. Como dato anecdótico, Darren Aronofsky, director de ‘Black Swan’, se inspiró en esta película, referenciada en algunas escenas.
Continuamos con otra obra bastante conocida, ‘Persépolis‘, dirigida y guionizada por Marjane Satrapi en el año 2007. La aparición y éxito de este filme no puede desligarse del ambiente cultural del cómic adulto o novela gráfica, adaptando la novela homónima aunque no entera. Vemos un comentario bastante profundo y que trata varias temáticas: la principal, las raíces de nuestra protagonista, una niña iraní envuelta en un importante periodo sociocultural, el de la revolución islámica. Sin embargo, ha sido criticado por no ser tan profunda en comparación al cómic, aunque sigue manteniendo su esencia. Su humor y honestidad la hacen amena, a la par que no deja indiferente a los espectadores.
En tercer lugar, tenemos ‘Vals con Bashir’, obra dirigida y guionizada por Ari Folman en el año 2008, combinando dibujos animados con imagen real. Trata del propio director, el cual se comunica con antiguos compañeros para recordar su estancia en la Guerra del Líbano de 1982 bajo el nombre de ‘Operación Paz’.
De esta forma, trata el tema de la memoria histórica a través de los recuerdos que narran muy subjetivamente sus antiguos compañeros, por lo que no debemos creer firmemente todo lo que digan, en tanto que sus recuerdos parecen haber sido modificados a modo de estrategia autodefensiva. Así, la película muestra una dicotomía: por una parte, es una historia de un evento traumático y, por otra, un documental y terapia en el que, con los testimonios, acaba construyendo un relato de superación, de aceptación ante tales desastres acontecidos en contexto bélico.
Finalmente, cerramos con ‘Ruben Brandt, coleccionista’, obra dirigida por Milorad Krstic en el año 2018 bajo la técnica de dibujos animados, donde se combina el psicoanálisis con una trama de robo de obras de arte. La película narra la historia de Ruben Brandt, un psicoterapeuta que utiliza métodos curativos con el arte y que debe lidiar con sus propios tormentos. En sus sueños, los cuadros lo atacan a él y por ello debe poseerlos. De esta forma, inicia una historia llena de referencias a la historia del arte en todas sus ramas: pintura, arquitectura, escultura e, incluso, metacomentarios acerca del cine. Una película que todo amante del arte debe experimentar.
Con ello, cerramos este artículo, llegando a la conclusión con la que lo abrí: el cine de animación, así como sucede en todos los medios, tiene lugar para todo tipo de públicos. Y espero que esta aproximación a sus fundamentos haya servido para interesar al lector por esta forma de afrontar el cine, pues cuanto más se adentra el espectador en sus terrenos descubre más películas que le harán serntirse cautivado por el género.
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