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Sobre la infancia en el arte
De ‘La infancia de Iván’ (1962) de Andréi Tarkovsky, ‘La vida es bella’ (1999) de Roberto Benigni, ‘Forrest Gump’ (1994) de Robert Zemeckis, ‘Uno de los nuestros’ (1990) de Martin Scorsese e ‘Inside Out’ (2015) de Pixar
Si tuviéramos que emplear una metáfora, que nos sirviera para unificar los diferentes aspectos de la infancia, ésta bien pudiera ser la referida a su construcción. La infancia es una etapa en la que los seres humanos nos vamos construyendo desde unos cimientos, una base, que ha existido mucho antes de que tan siquiera estuviéramos en este mundo.
Una base que puede condicionar la manera en que se forjará nuestra personalidad -entiéndase la base como todo aquello relativo a las circunstancias personales: familia, amigos, entorno, etc.-, sin olvidar el escenario en el que se desarrolla nuestra existencia: el lugar geográfico, el contexto, las tradiciones, la época.
Toda esta complejidad hace cada construcción única y que, pese a ser todas las mismas, cada una tenga sus fortalezas y debilidades. Siendo un periodo tan importante de la vida de todo ser humano, cabe preguntarse: ¿Cómo se refleja toda esta metáfora en el cine?
Bajo esta premisa, encontramos una enorme variedad de films que responden a nuestra pregunta, enfocándose más en uno u otro aspecto. Tanto el escenario como la base no son elementos indisolubles, pero, para una mayor comprensión de cómo se plasma cada aspecto, vamos a centrarnos, primeramente, en el escenario.
De esta manera, encontramos infancias que o bien están en peligro de romperse o que se tratan de proteger de un escenario peligroso. Por ejemplo, en ‘La infancia de Iván’ (1962), de Andréi Tarkovsky, nuestro protagonista es un huérfano de guerra quien se ha visto obligado a huir tras la muerte de sus padres por parte de unos soldados alemanes.
Es tras su huida que Iván logra entrar en contacto con unos soldados soviéticos que lo tratan con paternalismo, dadas sus circunstancias. Iván es un personaje cuya infancia ha sido truncada por factores fuera de su alcance y que, pese a seguir actuando como un niño, se ve inmiscuido en un mundo de adultos en el que él mismo se ve solo: “No tengo a nadie”, asevera el propio Iván.
Este contraste entre ambos mundos se reafirma en las secuencias donde aparece la madre de Iván: un mundo ideal en el que su infancia aparece intacta, sin el menor atisbo o signo de haber sido destrozada.
Otro caso similar lo tenemos en ‘La vida es bella’ (1999), de Roberto Benigni. En esta ocasión, vemos una infancia, la de Giosué Orefice, que está en peligro de romperse y de acabar como la del film de Tarkovsky. No alcanza la tragedia o, más bien, al personaje se le está protegiendo para no que no sea consciente de una tragedia que desencadenaría en un recuerdo traumático, el cual destroce por completo su infancia.
De esta manera, el padre, Guido Orefice, trata que los horrores de los campos de concentración se conviertan en juegos infantiles que garanticen una infancia inmaculada a su hijo. El intento de enmascarar este hecho se ve reforzado por elementos de montaje, tales como la propia banda sonora, la cual se muestra bastante colorida, aunque con cierto toque melancólico, al igual que la propia trama es trágica, pero se nos enmascara a los espectadores bajo una música colorida.
No obstante, no siempre la infancia es tratada de forma explícita a través de su escenario, sino que también lo hace fijándose en su base, de manera que son los vínculos con las personas los que juegan un papel indispensable durante el transcurso de esta etapa.
Como ejemplo, a este respecto, tenemos ‘Forrest Gump’ (1994). Forrest es un niño con un bajo cociente intelectual y que, para más inri, presenta dificultades a la hora de caminar. Esto lo convierte en objeto de mofa, aunque, al final, serán su inocencia y bondad sin igual, otorgados gracias a los valores de su madre y ciertas amistades, los que harán mella en su etapa de militar.
No en balde, la famosa frase “¡Corre, Forrest!”, que se cita durante su infancia, será el leitmotiv de su vida: Forrest, pese a las dificultades de la existencia, será un luchador y plantará cara, contra todo pronóstico, a todos aquellos que se mofan de sus condiciones.
No le será tarea fácil, especialmente durante la infancia, ya que otros niños le harán bullying, siendo este otro factor que, bajo la metáfora ya citada, puede tambalear la base de nuestro protagonista. Sin embargo, no siempre se dan las condiciones necesarias para que un niño crezca bajo esa mirada tan optimista que tiene Forrest. En el cine negro, vemos casos de célebres criminales que han crecido en un entorno violento y se han visto rodeados de amistades pertenecientes a la mafia.
Muchas obras han trabajado este clima, tal y como vemos con el clásico de Scorsese, ‘Uno de los nuestros’ (1990). Cuando Henry Hill era un niño y vivía rodeado del crimen y la mafia, su padre no era un ejemplo admirable. La mafia lo acoge como parte de su familia, mientras que su padre queda bajo merced de la misma, perdiendo toda su autoridad como figura paterna.
Es la mafia la que le enseña los valores, cómo ganarse la vida y su visión del mundo. Sobre esta base se construye el personaje interpretado por Ray Liotta. No obstante, la vida durante la infancia y la adolescencia es, incluso en familias de clase media, una lucha contra uno mismo.
De esta manera lo refleja Pixar en su magistral ‘Inside Out’ (2015), en la que la protagonista, Riley, se muda con su familia a otro sitio dejando de lado su lugar natal. Esto genera en Riley una inestabilidad emocional que se nos muestra de manera explícita mediante una personificación de sus propios sentimientos: alegría, ira, tristeza, miedo, etc.
La película es un ejercicio acerca de cómo una persona de esa temprana edad puede padecer a nivel emocional en situaciones cotidianas, alejada del crimen, la fantasía y la guerra. Es una vía más introspectiva y que permite al espectador reflexionar sobre cómo cada mente maneja sus emociones. Este mensaje queda claro cuando nos muestra también la mente de los padres, que funciona cada una diferente, pese a ser ambas personas adultas.
En definitiva, la infancia es un lapso de tiempo que depende de un sinfín de variables. Podríamos citar otros ejemplos de películas con diversos acercamientos, pero, sin lugar a dudas, vemos cómo el cine sirve de vehículo para materializar, de manera más o menos velada, un periodo importante en la vida de toda persona.
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