#MAKMAArte
I Premio Arte Textil Contemporáneo 2022
Obra gandora: ‘Poemas de hilo negro, árboles de ceniza’, de Claudia Martínez
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
Sala de Orden Tercera
Plaza Reyes Católicos 20, Elche
Hasta el 30 de enero de 2023
En general, los artistas que suelen apostar por el tejido lo hacen de una manera intuitiva al principio. Quizá la técnica, tan versátil y manual a la vez, toma cierto cariz primitivo por todo lo que implica. Y al mismo tiempo que esa semiinconsciencia está presente, el tejer es una técnica que requiere un alto nivel de planificación mental y abstracción en el ejercicio.
La exposición colectiva que recoge los trabajos seleccionados para el I Premio de Arte Textil Contemporáneo, organizado por en Instituto Juan Gil-Albert, puede verse en la Sala de la Orden Tercera en Elche y es una muestra que resume las infinitas posibilidades y discursos que fluyen en paralelo a esta técnica que el arte contemporáneo ha transformado a favor de la expresión.
Cuando Rosa Mª Castells describe ‘Paracas’ de Teresa Lanceta, una de las grandes referentes del arte textil en nuestro país, describe que la técnica de tejer es “una técnica arraigada en la economía familiar transmisora de formas y mensajes que no se improvisa, que estructura el pensamiento mientras mide el tiempo o describe el paisaje mismo de cada pueblo primitivo”.
Sin duda, también, la práctica textil es una forma que muchas artistas mujeres han recuperado a lo largo de la historia del arte como una forma de homenajear los trabajos anónimos de madres, abuelas, tías, vecinas… Y, más aún, se refuerza en aquellos trabajos en colectividad, en los que reside un claro componente socioeconómico, como ocurría con las rederas que se juntaban en las puertas de sus casas en las zonas asociadas con la pesca y lo marítimo. Así, se puede entender las implicaciones de esta disciplina no siempre bien valorada, pero que aparece en ocasiones para remarcar una idea o transmitir un concepto.
Quizá por eso, cuando preguntamos a Pilar Tébar, directora del IAC, por esta convocatoria lo tuvo claro: “Desde la dirección cultural y desde el Departamento de Arte y Comunicación Visual nos ha parecido necesario el apoyo a esta técnica, en cualquiera de sus manifestaciones plásticas y visuales, sin caer en el decorativismo. Al ver la exposición te das cuenta de la riqueza de planteamientos empleados por los participantes. Ha sido muy difícil la selección de las piezas seleccionadas para la muestra”.
Y es que a esta convocatoria se presentaron más de 113 trabajos de diversa procedencia y entre los que han resultado seleccionados las obras de Alexandra Knie, Masa, Paola Ruiz Moltó, Sara Coleman, Victoria Maldonado, Virginia Jordá Pérez, Maribel Binimelis, Mónica Jover Calvo, José Luis Navarro, Núria Benet, José Luis Lozano Jiménez, Marie Noëlle Fontan, Daniela Castilho Duarte, Art al Quadrat, Pilar Sala, Marie–Thumette Brichard, Verónica Vicente, Bárbara Long y Elisa Terroba. La obra ganadora ha sido ‘Poemas de hilo negro, árboles de ceniza’ de Claudia Martínez, y también han recibido mención especial del jurado las piezas de Rosalía Banet y Mari Marí.
Así, con el objetivo de apoyar, incentivar y difundir la práctica textil contemporánea se crea este premio que merece una continuidad en el tiempo. “La idea es que el concurso pueda realizarse cada dos años porque se complementa perfectamente con las otras convocatorias públicas que se desarrollan: Arte en la Casa Bardín y los Encuentros de Arte Contemporáneo”, nos recuerda Tébar.
Para esta primera edición se ha contado con el asesoramiento y respaldo del Grup de Reüll, encabezado por Josep Ginestar, el conocido escultor y artista de la Marina Alta, lo que nos recuerda la gran tradición de este en nuestra provincia, no solo con el Grup de Reüll antes mencionado, sino también con Teresa Lancet, Aurelia Masanet o Pilar Sala.
«El arte textil tiene una enorme tradición desde la Revolución Industrial de Alcoy, el trabajo de la palma, de la llata, la cestería, el bordado, etc. Técnicas tradicionales que ahora se trabajan desde el arte contemporáneo”, asevera Pilar Tébar.
En lo referente a la ganadora de esta primera edición, Claudia Martínez destacó para el jurado con sus ‘Poemas de hilo negro, árboles de ceniza’. Su trabajo se desarrolla entre la instalación, la escultura y el dibujo, teniendo muy presente siempre el textil en sus diversas variantes. “Trabajo en múltiples disciplinas. En realidad, los materiales están en función de la idea y la realización de la obra, es decir, son una herramienta discursiva”, recalca Martínez.
“Muchas veces, he trabajado con el mundo del textil y los tejidos en general para hablar de manera directa o tangencial del mundo femenino, de la paciencia, de lo pequeño, lo primoroso, pero también de la estructura y el sostén que genera el propio hecho de tejer incluso como herramienta política”, continúa.
Esta idea se relaciona, además, con la colectividad, tema transversal en su obra que quizá actúa como atenuante de la propia producción y, al mismo tiempo, como aglutinante, como bien se pudo observar, en 2013, con ‘Desborde’ en la ya desaparecida sala La Gallera de València.
En sus últimos trabajos, Claudia Martínez pone énfasis en los detalles que rodean el día día del artista; de hecho, ‘Poemas de hilo negro, árboles de ceniza’, forma parte de la exposición ‘Todo lo que no habla’, expuesta en Santamaca en 2021. «En ella, mi trabajo se centró en la observación de mi propio paisaje vital más próximo. Desplegué, a modo de confesión, bocetos, transcripciones de lecturas que me interesan, pequeños hallazgos en caminatas por la huerta con mi perra, grabaciones sonoras caseras de los pájaros de mi terraza, las campanas de mi pueblo o la trompeta de un vecino nonagenario músico y más…”.
Así, el carácter íntimo de la obra ganadora se hace patente al expandir la técnica, pues no solo hablamos de quince poemas visuales bordados, sino también de ocho dibujos de árboles. Mientras que el tejido se trabaja con hilo negro sobre fondo de algodón puro blanco, los dibujos contrastan al estar realizados en tiza blanca sobre papel negro.
“Los motivos del bordado y los dibujos toman como referente el mundo vegetal y el paisaje en un sentido amplio y abstracto. En ellos he intentado trabajar desde la máxima sencillez, austeridad de materiales y recursos, procurando obtener en este proceso la máxima poesía”, cuenta Claudia Martínez.
Para la artista, “hay una clara relación entre el dibujo y el bordado, son la misma cosa: pensamiento hecho línea, y la línea/hilo es dibujo y es imagen”. Así, el conjunto se transforma en un libro en el que “cada derecho tiene un envés y allí se visualiza el esfuerzo de la escritura, el intento de doblegar la materia para que diga, para que se ordene en los ritmos”, mientras que “en el reverso se almacenan los nudos y las líneas discontinuas, las marañas y la destreza».
«En el anverso –prosigue– está la imagen, y en el reverso las marcas del cuerpo que las realiza. Ambas con su propia verdad y su propia belleza”. Con esta lírica y a través del uso de estas discordancias visuales, la artista busca “dar voz a lo que no tiene, en este caso al mundo verde de los bosques y los árboles”. Una ayuda, un homenaje y, quizá más aún, un recordatorio de nuestra desconexión con el entorno natural.
Cuando preguntamos por la incidencia de este premio dentro de su producción artística, contesta que “es importante dar visibilidad y dar proyección a otras formas de hacer, sobre todo a un sector de la producción artística que ha tenido menos. No obstante, desde hace un tiempo esto está cambiando y hay muchos artistas que incluimos el mundo textil entre nuestra obra. Así, considero que el premio es un aliciente para dar continuidad a estos trabajos”.
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