Un fiore per te (Una flor para ti), de Claudio Zirotti
Galería Acuda
C / Médico Doctor Aleixandre, 16, Godella (Valencia)
Hasta mediados de diciembre de 2016
“Casi un recuerdo de mi época donde una flor conseguía enfrentarse a la violencia de una guerra”. Claudio Zirotti explica así algunos de sus últimos trabajos reunidos en la galería Acuda de Godella (Valencia) bajo el título de ‘Un fiore per te’ (Una flor para ti). Ese recuerdo aflora sin duda en la serie de obras que ha ido realizando a base de contraponer el rígido material de lonas de camión militar, con delicadas flores pintadas sobre tan áspera superficie. No es aquel ‘flower power’ al que se refiere el artista italiano afincado en Valencia, pero rezuma ese aire de combatir la violencia a base de poesía.
Y lo hace precisamente a escasos meses del fallecimiento del fotógrafo francés Marc Riboud, famoso por su retrato de una joven que sostenía una flor ante los fusiles de unos soldados. Ocurría el 21 de octubre de 1967 en una manifestación en Washington contra la guerra de Vietnam. Han pasado casi ya 50 años y Zirotti vuelve a experimentar aquella sensación. “Éste es un canto a la vida que, en esta época, resulta casi anacrónico”.
El canto a la vida de Claudio Zirotti pasa, entonces, por doblegar la resistencia que impone la materia, su violencia, amansándola pacientemente con el simple gesto germinal de una flor. La gran lona que descansa en la amplia terraza de la galería de Godella es un claro ejemplo. En ella, una flor se abre paso, como salida de las entrañas de la tierra, para imponerse al magma telúrico y al fondo rugoso, áspero, manchado, de la lona que Zirotti encontró perteneciente a un camión militar. “Recorrí un montón de kilómetros para hacerme con ella”, recuerda el artista frente a tan mayestática obra.
Ese tipo de lona se ha convertido en el singular lienzo de una buena parte de sus últimos trabajos. Contra ella, luchando cuerpo a cuerpo en un combate más jovial que angustioso (“no sé trabajar más que con alegría”), Zirotti va transformando la tela en un campo donde se van dando cita las múltiples flores y muchos de los signos que caracterizan su trayectoria: edificios industriales, torres humeantes, tuberías, el agua, la mar, algún que otro ser extraño tipo alien y manos que ofrecen esa ‘fiore per te’ a la que se refiere el conjunto expositivo. También el nombre del escultor Ramón de Soto, fallecido hace dos años, apareciendo tan frágil como las flores por entre un bosque de signos.
“Ramón de Soto ha dejado una profunda huella en mí, como artista y como persona”. Por eso Zirotti, como si pintara todavía en su compañía, va dejando rastros oníricos de su presencia. De nuevo la muerte, la violencia que todo lo engulle, sobreponiéndose en la obra del artista italiano por efecto de simples gestos. “Vivo la alegría de la creatividad y del arte. La mancha, el trazo, los colores. Todo mi mundo necesita alegría y disfrute”. Ninguna bajada a los infiernos. En todo caso, el movimiento contrario: la lenta ascensión y apertura de lo telúrico hacia la luz.
Las flores que Zirotti ofrece en su exposición son en cierto modo las mismas que ofreció aquella joven a los soldados. Por tanto, no son las flores del mal de Baudelaire, sino las que, saliendo de las entrañas de la tierra, encandilan por su luminosidad. “La flor dulcifica esta textura vivida y cambia el discurso”. El arte contra la lona de Zirotti, más que destilar el aroma del boxeador noqueado a base de sucesivos golpes, representa el vigor de quien, sabedor del destino que nos aguarda a todos, se resiste a dejarse vencer. Por eso, parafraseando a Picasso, va y dice: “Todos nos parecemos a un animal, menos tú. Hay en ti el garbo de una flor en primavera. A veces el pintor no escoge. Hay formas que se le imponen”.
Y las formas que se le imponen a Zirotti, por mucho que surjan de un trasfondo que aventura cierta pesadilla, son formas vigorosas nacidas de un gesto frágil. “Para tanta violencia, asocialidad, corrupción y falta de valores, opto por la simple gestualidad de un dibujo jugando con algo tan simple como el ofrecimiento de una flor”, insiste el artista. Como insisten las flores en mostrar su colorido y su fuerza, abriéndose paso por entre un enjambre de signos. Los signos que dibujan el perfil de un artista que busca siempre lo mismo: “El final: estar a gusto consigo mismo”, concluye Zirotti.
Salva Torres
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