Quique Belloch: Escenas de una vida
Bel Carrasco
Su nombre sonaba mucho en el mundillo cultural valenciano de los años noventa. Enrique Belloch. Quique para los amigos. Un productor de teatro y cine que, a principios de los ochenta rodó en Madrid una película con un jovencísimo Antonio Banderas, ‘Pestañas postizas’, y que tras dar clases de teatro en Arganda del Rey regresó a su ciudad natal, Valencia, donde ofreció un taller de arte dramático muy concurrido en la Universidad Politécnica. Poco después abrió la mítica sala Trapezi, el primer espacio multicultural alternativo, donde se reunía la Asociación de Actores Valencianos y los jóvenes interesados en las artes escénicas. Pese a su éxito y proyección en los medios la sala tuvo que cerrar por falta de ayuda institucional, y Belloch derivó al doblaje al frente de Doble Banda productora también de tele movies. El cierre de Canal 9 le llevó a la ruina pero resurgió de sus cenizas cual Ave Fénix para montar ‘Teresa de Ávila’ de su amigo y admirado José María Rodríguez Méndez y rodar un documental sobre el travesti más famoso de la Transición, La Margot.
Cumplidos los 70 años, decidió que era buen momento para hacer recuento de su vida y confió en su amiga Bel Carrasco para contarla en negro sobre blanco. Es el libro ‘Quique Belloch: Escenas de una vida’ (NPQ Sargantana) en el que escribe también el periodista Rafa Marí y otros de sus numerosos amigos. A lo largo de sus páginas, ilustradas con imágenes de la vida y obras de Belloch, el polifacético creador desnuda su alma para evocar desde su feliz infancia hasta los momentos más duros de pérdidas y debacles. Sin tapujos ni pelos en la lengua. De cabo a rabo.
¿Este libro es un ajuste de cuentas con los fantasmas de su pasado?
No creo en fantasmas, ángeles y demonios. Tampoco en las mediums y mucho menos en las brujas vírgenes. En la serie ‘Midnight Texas’ se encuentran buenas respuestas.
¿Por qué decidió contar su vida?
Seguramente debido a la edad. Al final de la vida se acaban los recuerdos, y por desgracia uno tiene fecha de caducidad que por lógica en mi caso no debe estar ya muy lejos.
Ha dicho que se trata de un estriptís, ¿pero llega al desnudo integral o se reserva secretos inconfesables?
Lo del estriptís es una floritura literaria y en cuanto a los secretos inconfesables, son eso, secretos inconfesables, lo que no deja de ser una pura contradicción. Para mis amigos no tengo esa clase de secretos ni ningún otro, lo que no saben se lo imaginan. Al resto del mundo no creo que le interesen mucho.
¿Cómo influyó en su vida el hecho de ser gay?
Lo que ha influido en mi vida es el hecho de ser un hombre. Un hombre atractivo, simpático, inteligente y suficientemente culto. Todo eso me convierte en un gran seductor. Lo siento, pero lo que no soy es modesto.
Tenía un futuro asegurado en la empresa de su padre. ¿Por qué lo dejó para dedicarse a las artes escénicas?
Nunca he optado por decisiones acomodaticias. He sido y soy un aventurero en busca de la libertad tanto colectiva como personal. Lo he tenido todo y también lo he perdido todo en muchas ocasiones y siempre he seguido siendo el mismo.
¿Si pudiera empezar de cero, cambiaría muchas cosas de su vida?
Ninguna.
Se le nota cierto resentimiento contra los gestores culturales que, según usted, no supieron apreciar sus proyectos.
Lo de morderse la lengua no es bueno, la lengua es útil, es culta, puede ser muy larga, pero fundamentalmente es necesaria. Por eso no me gusta utilizarla para hablar de nimiedades.
¿Qué aportó al panorama cultural valenciano y cómo recuerda aquel ambiente?
Aquello era una merienda de negros en la que algunos engordaron demasiado en cualquiera de las opciones políticas. En lo que respecta a mi aportación en este amoroso y detestable mundo de las artes del espectáculo, tendrán que ser otros y en tiempos mejores los que analicen su significado…O no.
¿Le aburre que le pregunten por su relación con Antonio Banderas?
Sí.
¿Por qué confió en Bel Carrasco para que escribiera el libro?
Fue ella la que confió en mí y ante la duda opté por el sí, y le estoy muy agradecido. En el libro que debería haberse llamado ‘Desde la acera de enfrente’ en lugar de ‘Quique Belloch: escenas de una vida’, los lectores encontrarán en él todas las respuestas o…casi todas.
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