‘Così fan tutte’, de Stefano Montanari (dirección musical) y Silvia Costa (dirección escénica)
Palau de les Arts
Av. del Professor López Piñero 1, València
Estreno: domingo 27 de septiembre
Tras la reciente cancelación del ‘Requiem’, de Mozart –una ópera instituida en coproducción con el Festival d’Aix-en-Provence, el Adelaide Festival, el Theatre Basel, el Wiener Festwochen y La Monnaieque, que debía inaugurar la temporada 2020-21–, Les Arts reemprende su cronograma con una urgente versión del dramma giocoso del compositor salzburgués, ‘Così fan tutte‘, bajo la dirección musical del virtuoso violinista italiano Stefano Montanari –quien debuta sobre este proscenio en calidad de corifeo de la Orquesta de la Comunitat Valenciana y del Coro de la Generalitat para la presente serie de funciones– y la dirección escénica de la trevisana Silvia Costa.
Una singular versión de la ópera que Mozart rubricaría en comunión con el insigne libretista Lorenzo da Ponte –junto a ‘Las bodas de Fígaro’ y ‘Don Giovanni’– con la que no solo “mantener la importancia de Mozart como pilar básico de nuestra programación”, secunda Jesús Iglesias Noriega, director artístico de Les Arts, sino también “adaptarnos y seguir adelante” frente a las vicisitudes y consecuencias devenidas en el ámbito profesional a causa de la COVID-19.
Noriega recuerda, igualmente, que, si bien “la cultura ha sido muy importante” de un modo virtual “durante el confinamiento, el arte se hace y se cocina aquí, en vivo, con los artistas sobre un escenario”, en tanto que las emociones y peculiaridades de cada representación “no se transmiten en una grabación”.
En base a esta apuesta por el repertorio mozartiano, el Palau de Les Arts ha programado cuatro representaciones del título –el 27 y 30 de septiembre, y el 2 y 4 de octubre– con las que aproximar al público a las cuitas de este intercambio de parejas dieciochesco, procurando “mantener la música por encima de todo, y propiciar una escena en la que no se profundizara en exceso en los personajes”, manifiesta Silvia Costa, “sino consolidar la simetría y la estética entre ellos”, supeditados “a la línea de canto”, ya que, tal y como refiere Montanari, “hemos tenido que eliminar algunos fragmentos de la obra” para eliminar el descanso, por motivos de protocolo sanitario, y reducir la duración a dos horas y cuarto.
A pesar de las presentes complejidades por la premura y la necesaria adecuación, “la relación entre la música y la escena funciona de un modo muy bello, porque la escena es sencilla y lineal, lo que permite a la música y a los cantantes cierta libertad interpretativa”, asevera Stefano Montanari. Un vínculo entre ambas extremidades de la producción con las que “hemos creado un espacio abstracto y simétrico que permite ver dos universos distintos y paralelos”, apunta Costa, edificando “un mundo metafísico” en el que “resaltar la soledad de los personajes cuando interactúan entre sí”.
Un cosmos operístico cuya diégesis comanda la joven ascendente soprano Federica Lombardi (en el papel de Fiordiligi), junto a la mezzosoprano Paula Murrihy (Dorabella), la ascendente soprano valenciana Marina Monzó (doncella Despina), el barítono Davide Luciano (Guglielmo), el tenor Anicio Zorzi Giustiniani (Ferrando) y el bajo argentino Nahuel di Pierro (Don Alfonso).
Un elenco sobre el que Montanari refiere que “es muy importante que hablemos de cantantes que no son simples ejecutores, en los que prima lo que ponen de sí mismos para tratar sentimientos universales que, como en cualquier obra de Mozart, tienen una vigencia” que permite considerar a sus piezas “como obras contemporáneas”.
Una contemporaneidad que descansa en la propia semántica de ‘Così fan tutte’, cuyo título “podría haber sido, en realidad, ‘La escuela de los amantes’, sin necesidad de hacer exclusiva referencia al mundo femenino”, comenta el director musical, para quien “el final de la ópera es bastante abierto, tratando sobre la fragilidad de las relaciones humanas” y permitiéndonos comprobrar “cómo en un minuto podemos ver trastocada una idea preconcebida que antes teníamos en firme”.
A la postre, con la presente versión “se trata de evitar cualquier tipo de juicio sobre la situación” concreta de los personajes, añade la directora escénica, para radiografiar “mediante colores inherentes” a todos los caracteres de la obra esa correspondencia genérica entre los individuos, a modo de “carrusel emocional”.
Un “vórtice de emociones” (Silvia Costa) tan apasionado como incógnito, cuya incertidumbre bien pudiera asemejarse a cuanto esté por venir en el horizonte de contenidos de Les Arts, ya que, tal y como concluye Jesús Iglesias Noriega, “es muy difícil manejar tiempos de futuro, frente a la situación sanitaria y las normativas que puedan conducirte en una dirección u otra. Estamos trabajando actividad por actividad y cada título tiene sus propias particularidades. ¡Ojalá lleguemos hasta el final de la temporada!”.
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